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Inés Arrimadas reconoce a Bertín que conocer a Rivera no fue "como ver a la Virgen"

Arrimadas y Rivera comieron con Bertín en Mi casa es la tuya. 

Arrimadas y Rivera comieron con Bertín en Mi casa es la tuya. 
Arrimadas y Rivera | Telecinco

El nuevo Mi casa es la tuya estaba diseñado para limpiar la imagen catalana y crear un ambiente familiar en torno a dos de los candidatos del 21-D, Inés Arrimadas y Miquel Iceta. Pero con un par de excepciones a la norma: la casa esta vez no era la de Bertín Osborne ni tampoco la de los dos invitados (ella fue a comer y él a cenar) sino un piso de lujo alquilado para la ocasión. O "una casa muy simpática", según el baremo de Bertín. Y no, tampoco estaba Arévalo: fue el mismo Albert Rivera quien escoltó a su candidata hasta la casa del presentador.

Tímida, lista y valiente, el programa dio una imagen familiar de Arrimadas, que se olvida de las cámaras una vez está en el Parlamento. Quizá como reflejo de su afición al fútbol (es culé y jugó de centrocampista) y el teatro. Familiar, pero resolutiva: Inés explicó cómo "poco a poco" y "por casualidad" se fue uniendo a Ciudadanos pese a tener la vida solucionada. "Trabajaba en una empresa de Barcelona, una compañera me dijo ir a un mitin de este chaval jovencito que habla tan bien, Albert Rivera. Me gustó lo que vi, aunque tampoco salí de allí como si hubiera visto a la Virgen. Fue un proceso largo".

Unos meses después conoció en persona a Rivera. "Antes de afiliarme comencé a ir a reuniones de las juventudes. Y se organizaron unas jornadas que incluían una formación de oratoria. Nadie se atrevió a exponer un tema, salí y Albert estaba allí". En todo caso, todos vieron su potencial y Rivera decidió lanzar a Inés a la pista, a la comisión de Juventud del Parlament, la única donde se puede hablar sin ser diputado.

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Arrimadas en Mi casa es la tuya | Telecinco

Inés preparó salmorejo y butifarra como reflejo de la mezcla de su ADN andaluz y catalán y ese espíritu conciliador que trató de transmitir el programa de Bertín (Rivera, más tarde, traería cava). Que ahondó primero en lo personal y luego lo político: "Soy bastante tímida pero cuando estoy en el Parlamento me olvido de las cámaras. Me sale todo de dentro". Naturalmente, no todo es fácil en la política catalana para alguien que "no llega ni a la categoría de charnega, porque yo soy nacida fuera". Pero para ella Barcelona es su hogar, aunque todavía reconoce no saber "qué imagen se tiene de mí, aunque por la calle me dicen más que soy muy valiente. Recibo diariamente el cariño y el odio más espectacular, todo diariamente".

De modo que Arrimadas, que se puso a estudiar catalán porque –según su hermana– "le gustaba su sonoridad", acabó casada Xavier Cima, ex de Convergencia. Con quien habla en catalán y que certificó el "doble" alma catalana y andaluza de su mujer. Cima, que dejó la política por la empresa privada, dice estar decidido a ayudar a su mujer a "cumplir su sueño" de ser presidenta. Y confesó en tono de humor que "en casa mando yo pero quien toma las decisiones es ella". Ella en algún momento dijo, resignada, que es "un marroncillo para su suegra".

De tímida niña jerezana a posible presidenta de la Generalidad, Arrimadas –a quien Rivera definió como "perfeccionista"– reconoció que la niña que fue una vez se "quedaría flipada" de ver en lo que ahora se ha convertido. Ahora se considera "amiga" de Rivera, y le cuesta verle como su jefe y no como a un "compañero" ¿Cuál ha sido, entonces, el precio a pagar por meterse en el embrollo político? Sin duda, el no poder estar con su familia en algunos momentos delicados... Pero sobre todo "tener hijos, eso que muchas mujeres vamos retrasando".

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