Después de la medianoche del pasado sábado, 2 de abril, y tras la comparecencia de un hijo secreto de Bigote Arrocet, que tuvo hace treinta y tantos años con una hija de Kiko Ledgard, de quien nunca se ocupó, contemplamos en Sábado Deluxe a uno de esos juguetes rotos que la televisión aúpa un día y llega el momento en que su popularidad se disipa y se encuentra sin saber qué hacer, al borde de un negro y peligroso pozo. Es lo que le ocurrió a José Antonio Botella, un madrileño de cincuenta y siete años, que gozó de tres alegres años como presentador de ¡Qué me dices!, y después cayó en el mundo de la droga y el olvido.
La gente lo conoce por el mote de "Chapis", que es como le llamaban desde niño por su inveterada afición al juego de las chapas. Lo entrevisté cuando gozaba de mucha notoriedad en el mencionado espacio, en la hora de la sobremesa, que registró un inesperado índice de audiencia para la cadena. Formaba pareja con Belinda Washington. Chocaba el modo de hablar de "Chapis", desenvuelto, con un vocabulario próximo al "cheli", que fue determinante en el éxito del programa. Comentaban la actualidad rosa con total desenfado. Creí encontrarme con un tipo marginal, de familia obrera del extrarradio cuando ante mi sorpresa me citó en la exclusiva urbanización madrileña de La Moraleja, en el elegante chalé de un hermano suyo. Rodeado de cinco sobrinos de corta edad, lo vi tratarlos con mucha simpatía y cariño. Le pedí si se acordaba de jugar a las chapas y me hizo una demostración, rodilla en tierra, con las tapaderas de cervezas y refrescos que encontró a mano. Ese "Chapis" me pareció algo ingenuo, infantil, pero con un poderoso "gancho" para comunicarse con la audiencia de su programa, Era, efectivamente, de buena familia, vivía a sus treinta y cinco años holgadamente en casa de sus padres y sin pensamientos de casarse nunca: "Alguien como yo –me confesó- tiene siempre que seguir soltero".
Pero ¿cómo había llegado a ser presentador de televisión, sin tener una figura agraciada, una voz clara y convincente, un lenguaje preciso y académico? Confiándome que era la oveja negra de su respetable familia, me contó : "Procedo de una dinastía de pilotos de aviación, lo que no pude ser yo por mis problemas oculares. Llevo lentillas. Lo único que conseguí fue el título de auxiliar de vuelo. Estuve tres años destinado en Canarias en una compañía aérea privada. Me cansé, largándome a Johannesburgo, donde fui contratado en una empresa de decoración para vigilar a diez negras zulúes. Mi misión consistía en no quitarles la vista de encima para que hicieran bien su trabajo. Acabé hablando algo del idioma zulú. De allí fui a un restaurante español, donde me especialicé haciendo sangrías. Mi fama como tal llegó a oídos de una familia sefardita que me aumentó el sueldo como encargado de una "pizzería". Todo iba bien hasta que se empeñaron en que yo debía casarme con su hija. ¡Hasta ahí podíamos llegar! Hice mis maletas, regresando a Madrid". Lo que le apeteció después fue irse a Ibiza y gozar de la época "hippy", que estaba en todo su apogeo. Iba a diario de discoteca en discoteca, lo que lo llevó a formar parte de varios grupos rockeros, con uno de los cuáles, "Los funk-cionarios" hasta grabó un disco. "No tenía ni la más p… idea de aquello en donde me había metido, pero me convertí en cantante solista de la banda. A mi regreso es cuando fui constante animador de la noche madrileña en los días de la movida. En "Rock Ola", el epicentro musical de aquellos años, se convirtió pronto en un estrafalario y divertido personaje. Y un día lo llamó Emilio Aragón " para que me ocupara de su programa Noche noche, donde salí patinando. Mas tarde fui el "gancho", el tipo que provocaba a una víctima mientras nos filmaban con cámara oculta. Era una nueva versión de Objetivo discreto, cuya estrella fue Belén Rueda".
A todo esto "Chapis" llevaba digamos una doble vida, la de trabajador mañanero en televisión y la de noctívago empedernido en las discotecas de moda. Y en su elegante urbanización llena de chalés de alto "standing" iba recogiendo cuanto sus vecinos tiraban, de algún valor, a la basura: "Fui seleccionando esos artículos, preparé varios lotes, me fui al bar de un amigo y organicé una serie de subastas a las que asistían los mismos que habían arrojado al contenedor todo aquello. ¡Se lo pasaban pipa pujando…!"
Aparte de aquellos trabajos televisivos, la gran oportunidad le vino cuando Telecinco lo contrató para un nuevo programa: ¡Qué me dices!. Fue pionero de los espacios dedicados a los chismes del mundo del espectáculo. En directo, improvisando continuamente, "Chapis" rompió con la línea de otros presentadores más tradicionales., con un estilo nuevo, natural, espontáneo. Ganaba un buen dinero, seguía divirtiéndose por las noches y firmando autógrafos a porrillo. Un día de Reyes tuvo que hacer de tripas, corazón: le avisaron que su padre había muerto, electrocutado, cuando manejaba unos enchufes junto al árbol navideño. Pero ese día no se cortó en su habitual estilo de ocurrencias y chascarrillos. Acerca de su personalidad, se sinceró conmigo: "Sé que soy un desclasado, que no he estudiado nada, que me he ganado la vida como buenamente he podido, pero sin fastidiar nunca a nadie". Lo quería la gente; lo querían asimismo por su simpatía varios millones de telespectadores. Y cuando menos se lo esperaba, el programa acabó. Había durado casi tres años, entre 1995 y 1998. "Chapis" se quedó en la calle. Y entonces, poco a poco, fue entrando en una espiral de la que es difícil salir: la del mundo de la droga y el alcohol. Probó la cocaína. Y ahí ya empezó a ser una marioneta que no podían controlar ni sus familiares ni sus amigos. Tuvo un "ictus cerebral", lo dieron por muerto. Unos dijeron que a causa del Sida, otros que a consecuencia de otros excesos, y así pasaron los años hasta que, ya casi recuperado, reaparecía hace pocas noches ante unas cámaras de televisión para ser entrevistado.. Aunque pronunciando con algunas dificultades, sin aquella agilidad mental que mostraba hace veinte años, en sus días alegres. Tartamudeando.
En el programa Sálvame del pasado sábado, no se mencionó para nada el asunto de la cocaína. Y todo transcurrió con simpatía hacia "Chapis", que confesó echar de menos aquella época de "¡Qué me dices!", aunque se haya adaptado a su vida actual. Vive con su madre, se encuentra bien soltero, no tiene pensado trabajar de inmediato, vive de su pensión y de unos ahorros, y admite que debió cuidar más su salud y sus relaciones profesionales. Hoy, sabe que ya le han olvidado.