Esta vez fue un juego de niños. A los aspirantes a Top Chef se les encomendó la misión de elaborar un menú (o más bien, una merienda) que se adaptase a las necesidades de un grupo de infantes. Todo, naturalmente, decorado de nostalgia, un viaje en el tiempo con fotos de la infancia de los chefs y recuerdos de concursantes. Chicote, por ejemplo, confesó que su vocación estaba entre bombero y cocinero… a su manera, cumplió ambas: apagar fuegos y encender fogones.
La competición se organizó en cinco parejas, pero ojo: parejas cosidas por el delantal, por aquello de molestar un poco más. Todo en una noche con dos ganadores que, por tanto, se ganarían la inmunidad.
Víctor y Manu trabajaron un fuet y una macedonia de frutas; Melissa y Julio optaron por una papilla chirimoya para decorar su tosta de fuet; Rakel y Marcano prefirieron trabajar una naranja con chocolate y un sándwich a la francesa; Montoro y María Rosa hicieron un bocata alemán con chorizo y una crepe; Filippetti y Richard una coca de jamón ibérico y embutido y un rico queso batido con moras y fruta. Pero cuidado: se les olvidó pelar el chorizo.
Antes de repartir los dos brazaletes, Chicote evocó los bocatas que se endilgaba de niño, su favorito el de boquerones en vinagre. "Pero bocata, bocata", decía el chef, ahora mucho más delgado que en la temporada pasada. ¿Pero quién ganó la prueba? La pareja formada por María Rosa y Montoro, que una vez inmunizados tuvieron que elegir otra pareja completa para formar dos nuevos equipos de cinco cada uno, con los ganadores eligiendo a los líderes del equipo contraria. Y aquí entra la pura estrategia: Filippetti el desorganizado fue el elegido por María Rosa, y Marcano por el de Montoro.
Estaba por llegar el mayor desastre de esta edición de Top Chef hasta ahora. Vamos de camino al SEK Ciudalcampo, un colegio con 1.400 niños, 30 de ellos esperando sustento de los aspirantes a súperchef. Un plato principal con legumbres y pescado –los favoritos de los niños, ya saben– y un postre, por aquello de darles un menú completo, más un ingrediente secreto a adivinar: el cacahuete. Pero que nadie piense que esto es un juego de niños, pueden ser los comensales más exigentes.
Pronto Filippetti dio problemas dirigiendo el equipo, lo que subrayó lo inteligente de la jugada de María Rosa. Al argentino nadie le hacía caso y Montoro tuvo que tomar el control desde el principio, dando lugar a lo que el propio Filippetti no dudó en denominar como "motín". En todo caso, y dejando aparte el afán de protagonismo de Montoro (evidente), la consecuente bronca para Filippetti fue mayúscula, con Chicote acusando al concursante de rendirse y abandonar el equipo. Y ya sabemos cómo es Chicote cuando levanta el dedo y señala.
El peligro comenzó cuando Filippetti sobrecargó una olla a vapor, provocando una obstrucción que no acabó en explosión, pero que obligó a intervenir a todo el mundo. La tensión crecía en las cocinas, con Roncero abroncando también a Rakel, en el equipo contrario, por elaborar un menú con muy poco pescado, insuficiente para dar de comer a unos niños. Caos, caos puro, con Filippetti soltando tanto vapor como la olla. El caos –diría Chicote después– fue el peor y más lamentable de todo el show hasta ahora.
Lasaña de lentejas y pescado un mascarpone de chocolate blando, y una hamburguesa de salmón con un flan de yogur y kikos fueron las propuestas de los dos equipos. En manos de los niños estaba decidir qué equipo se llevaba el gato al agua…. Y fue para Rakel y los suyos. Tras el incidente Filippetti, no podía ser de otra manera, pese a que su menú no fuera especialmente brillante.
Pero atentos, que todavía queda la eliminación. ¿Sería Filippetti el elegido tras su fracaso en la segunda prueba? ¿O, por el contrario, sería para Melissa, que nunca ha dado todo lo posible? La preparación de un helado salado ante el chef Dani García, invitado especial del programa, decidiría el asunto, y sorprendentemente cayó seducido ante el extraño helado de aceite balsámico ideado por el argentino.
Los tres jueces vieron a un Filippetti desconocido y todo quedó entre Melissa y Julio. Finalmente sacaron del concurso al noble y generoso Julio Vidal, a quien se le vino abajo su helado de curry con leche de coco y picante a la hora de texturizar. Una idea genial que no salió bien y acabó dejándole fuera de la cocina de Top Chef, pese al espléndido comportamiento con todos los demás concursantes.