Bertín Osborne invitó a su nueva casa a Javier Sardá y Boris Izaguirre, principales puntales de uno de los grandes éxitos de la cadena que ahora acoge Mi casa es la tuya. En el programa también colaboró la esposa de Bertín, Fabiola Martínez para hablar de, entre otras cosas, de los orígenes y el final de Crónicas Marcianas, late-night presentado durante años por Javier Sardá, así de otros asuntos relacionados con la trayectoria profesional y vital del presentador.
Como, por ejemplo, la infancia de Sardá, feliz en términos generales pero marcada por la temprana muerte de su madre cuando él tenía solo ocho años y algún episodio de bullying con profesores.
De sus cinco hermanos, él y el más pequeño se fueron a vivir a casa de sus abuelos durante una temporada. "A los dos pequeñajos se nos llevaron a casa de unos abuelos unos meses, porque había fregado en casa. Estaba en una localidad cercana. Y les pregunté: '¿por qué no os llamáis Sardá o Tamaró, si sois abuelos?' Cada familia es un universo apasionante. Mi abuelo me dijo: "Yo me casé con tu abuela, tu abuela murió, y luego me casé con esta señora. A mi madre la quisieron con locura".
Pese a todo, y a que él quería vivir con sus hermanos mayores, Sardá recuerda esos años con cariño. "Nada que no pueda uno sobrellevar, sobre todo si se tienen oportunidades personales o profesionales. Da una perspectiva y una cierta riqueza". Un papel fundamental jugó su hermana mayor Rosa María, actriz consagrada y a la que acompañó en muchas de sus giras teatrales. "Seguimos muy unidos, es una suerte", explicó el conductor de Crónicas Marcianas.
Llegó el turno de ir a la cocina, donde se reunieron Fabiola, Bertín, Sardá y también Boris Izaguirre, el más popular de los colaboradores de Crónicas Marcianas, que reconoció, pese a ser el más descarado de todos los que pasaron por el espacio, haber sentido "mucha vergüenza" en el plató. Hubo un día en el que acudió la difunta Carmina Ordóñez al programa, y él no quiso decir nada. "De repente y a los veinte minutos, Sardá me pasa un post-it diciendo: '¿Y hoy también piensas cobrar?' Hice entonces una pregunta que le molestó muchísimo. Fue horrible".
También habló de la famosa noche en la que se desnudó frente a una atónita Concha Velasco: "Eso fue idea mía. Sardá no lo quiere decir, pero yo era guionista. Me tuvo dos semanas haciendo de guionista y un día, tomando una siesta, me dijo: esta noche te toca salir. Y así fue como empecé". Sardá estuvo a punto de acobardarse, y pensó en "explicárselo un poco a Concha Velasco", dijo Boris, algo que el presentador completó diciendo "es que si no es como un feo, no pedir colaboración. Y ella dijo que encantada".
El momento de tensión
Precisamente en la cocina se produjo un momento de tensión con Fabiola Martínez, esposa de Bertín, que reveló a Sardá que "quizá la conozca mejor por detrás". Se refería a que ella hizo el papel de una camarera a la que su personaje, el señor Casamajor, miraba el trasero en un spot televisivo que rodaron juntos. Sardá, efectivamente, no recordaba a Fabiola, que sin embargo le reprochó unas opiniones políticas como buena activista contra el régimen chavista venezolano que es. Todo sucedió a raíz de unas palabras del catalán, que dijo preferir "en España a Podemos que a Le Pen en Francia. Ante una extrema derecha antieuropea, racista, proteccionista….". La venezolana, que ya se ha manifestado en contra de las teorías de Pablo Iglesias y Venezuela, añadió convencida: "Podemos es teoría vacía". "Me parecen igual de malos unos que otros", sentenció Osborne, zanjando el tema.
Pero, ¿por qué acabó Cronicas Marcianas en la cumbre de su éxito? Fue el propio Sardá el que decidió finalizar. "Se juntaron varios factores, al margen del éxito diario del programa. Para empezar nunca estuvo del todo conforme con dejar la radio para hacer solo televisión. Pero a ello se sumó una pérdida importante en lo personal para el presentador, y de la que no habló personalmente. Se trata de Joan Ramón Mainat, otro de los alma máter de Crónicas marcianas, unamigo personal muy vinculado al programa y su creación, y cuya desaparición acabó de poner la puntilla a Crónicas Marcianas.
"Yo decido que se acaba el programa. Es una gran duda, no estamos educados para esto, que un restaurante funcionando a tope lo cierres. La gente de la cadena, y Paolo Vasile, con buen criterio, decían ¡pero, hombre!. Quedaba mucho margen todavía. Pero para explicarlo hay que tener la personalidad del individuo, Sardá –explicó el propio presentador en tercera persona– que no es mal tío pero cuando vislumbra que tiene ganas de largarse y ser algo más feliz, lo hace".
La conclusión de Sardá fue que "el feedback que recibimos era grande, y agradable. Luego hubo críticas de telebasura que se convirtieron en un cierto tópico, que me parece muy bien. Imagínate que puedes hacer un programa como ese, con los premios que te dan y lo que cobras por hacerlo. Y que no haya gente que diga que le parezca una mierda lo que haces. Tienen todo el derecho a decirlo, y mucha gente lo hacía de buena fe: no les gustaba", dijo Sardá sobre las críticas al programa.