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Fray Josepho y Monsieur de Sans-Foy

Cenas de empresa: ¿costumbre aviesa?

Hay quien suele pasarlo bien y quien preferiría hacerse una colonoscopia. Nuestros vates, sin ir más lejos, defienden posturas opuestas.

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Nuestros poetas debaten hoy sobre un acto social muy arraigado en tan entrañables fechas: las cenas de empresa. Da igual si son comidas, porque acaban a las mil y monas y pasan por idénticas vicisitudes.

Hay quien suele pasarlo bien y quien preferiría hacerse una colonoscopia. Nuestros vates, sin ir más lejos, defienden posturas opuestas. ¿Con quién se identifican ustedes?

BENDITAS CENAS

por Monsieur de Sans-Foy

El perfecto colofón
y el epílogo del año
es pasártelo cañón
cenando con tu rebaño.
No le he puesto nunca pegas
a sentarme ante la mesa
con mis jefes y colegas
en la cena de la empresa.

Primer vino. Aperitivo.
Comentarios y murmullos:

–Los barandas del Archivo
son todos unos capullos.
–Yo, con Gómez, no me siento,
que, al final, siempre la monta.
–¿No es su novia aquella tonta
que está en tu departamento?
–Le plantó desde hace mucho,
por Beltrán, el abogado...
(que, por lo que me han contado
anda bastante pachucho).

Primer plato: vino blanco.
La relajación discreta:

El interventor del banco
se ha quitado la chaqueta.
El pendón de Luis Artajo
da la chapa a la becaria...
y Asunción, su secretaria,
se ríe muy por lo bajo.

Segundo plato: los tintos.
Se liberan los rencores
y los más bajos instintos:

Varios crápulas distintos
hablan como Antonio Ozores.
Gómez, que es de muy mal vino,
llama a Cárdenas pelota.
Éste, con cara de sota,
llena el vaso a don Faustino.

Postre y copas: desmelene.
–Mira a Puri, la de Caja.
–Vaya dos menhires tiene...
–Un pibón... ¡Calla, que viene!
–Subnormales...
–¡Hola, maja!

¡Y así son, año tras año,
sin mayor gloria ni daño,
las chuflas con los del curro...
desde que éramos cromaño-
nes y asábamos un burro!

ENXIEMPLO DE LA CENA D’EMPRESA
por Fray Josepho

Quiero fablarvos hodie de las cenas d’empresa,
costumne abominable que a mí se m’atraviesa.
¡Compañeros de curro sentados a la mesa,
yantando solomiellos con salsa bearnesa!

Non vayades, amigos, a tales cuchipandas,
ca bébense licores regando las viandas,
et al cabo de un rato non sabes dónde andas,
e salen de tu boca picardías nefandas.

Los omes, con corbata; las fembras con escote,
semejan predispuestos al luxurioso frote…
¡Algún colega impúdico poniéndose palote,
ca los peores viçios ya van saliendo a flote!

Un día en una cena d’empresa, tiempo ha,
un comensal d’aquellos, un tal Mesié Sanfuá,
bebió vinazo, cava, daiquiris e coñá,
e quiso, tras los postres, bailar el chachachá.

Sacó a una secretaria de la empresa çitada,
qu’estaba, la doncella, un poquiello achispada,
e le agarró el trasero de forma descarada,
ante lo cual la moça quedó petrificada.

Maguer su achispamiento, la moça, que era honesta,
mirándolo a los ojos, a guisa de respuesta,
un bofetón bien recio al tal Sanfuá le asesta.
¡Tan fuerte, que detuvo su música la orquesta!

Allá s’alzó el jolgorio, la bulla y la chacota;
quedosele al Sanfuá la cara d’un idiota.
¡E por si non estaba ya dando asaz la nota,
allí en el mesmo sitio, se puso a echar la pota!

Salíanle los vómitos egual que catarata;
llenose la chaqueta, llenose la corbata,
llenose los zapatos d’aquella spesa nata.
Creedme que la scena non resultaba grata.

Pero lo más ingrato quedaba aún por ver.
Lleváronlo a su casa, lo qu’es d’agradescer,
ca non podía el ome ni casi se mover.
Llamaron a la aldaba, e abrioles su muxer.

Lo que le dixo entonçes al tal Sanfuá su sposa
tal vez ya non meresce ni exégesis ni glosa.
La pinta de su cóniuge era tan espantosa,
que mejor pasaremos, amigos, a otra cosa.

Las cenas navideñas son tradición, quizás.
Pero tras los banquetes s’esconde Satanás.
Si vades a esos ágapes, non seades sanfuás,
e bebed agua sola. Como mucho, con gas.

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