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Manolo, el zoquete que pudo con Alberto Chicote

Inaudito: Manolo doblega al chef por pura cabezonería. Chicote se fue del House Café dejando un sabor relativamente amargo.

Inaudito: Manolo doblega al chef por pura cabezonería. Chicote se fue del House Café dejando un sabor relativamente amargo.
Chicote vs Manolo | Atresmedia

Alguien debió decir a Ada y Manolo que hay que invertir con mesura. Ellos lo hicieron en el House Café, un picadero a medio camino de Sierra Nevada y Granada reconvertido en camping, local de copas y, sobre todo, un terrible restaurante tras una incomprensible inversión de más de un millón de euros. Del erotismo a la gastronomía hay un paso, o eso pensaron sus propietarios, un matrimonio a punto de hundirse con la misma rapidez que su negocio. Esta vez, Chicote tuvo que ejercer tanto de coach culinario como de consejero matrimonial.

El resultado del desamor fue una carta confeccionada por un adicto a los congelados, con una ensalada césar tibia y sin queso, una crepe de bolsa, un pollo que parece una rana y una hamburguesa pasada. Pero la comida solo era la punta del iceberg de lo que pasaba en las cocinas del House Café. Pese a estar alojado en una de las cabañas del antiguo picadero, el programa nos escamoteó la impagable imagen de Chicote durmiendo en una cama redonda.

Lo que sí hubo fue bronca. Porque el problema no era la carta, la plantilla inexperta (incluyendo una camarera gogó, que no falte un escote) ni tampoco la limpieza de la cocina, que Ada mantenía como los chorros del oro. Ni siquiera la ausencia de un cocinero experimentado. En esta ocasión, la profunda incompetencia de su jefe, Manolo, quizá el jefe más tozudo de los que Chicote se ha encontrado esta temporada, puso al chef en alguna de las situaciones más tensas vistas recientemente. Incapaz de delegar y tan inexperto como las dos camareras a quienes dio finiquito ante las cámaras, Manolo se resistía a asumir los consejos de Chicote, poniendo al límite al chef y a su propia esposa.

¿Cómo lograr que Manolo se abriera? Nada mejor que jugar a la gallina ciega con su mujer, que no es ninguna metáfora erótica sino un ejercicio de confianza de coach, de esos que te cambian la vida. Demos la bienvenida al nuevo Manolo, un tipo con energía capaz de freír un flamenquín con una sonrisa en la boca. Pero va a ser que no: el viejo Manolo salió para comerse al nuevo y hundir el último servicio. El dueño pasará a la historia por tirar el gorro de cocina al suelo, algo personal para Chicote, que le espetó "eres un mierda" y se fue a su cabaña.

En efecto, la última Pesadilla en la cocina tuvo un final relativamente amargo. Manolo, incapaz de hacerse a un lado, ahogó definitivamente las posibilidades del negocio. Ada, por el contrario, supo hacerse con el control una vez su marido salió por la puerta. El final, en realidad, era abierto: ¿Acabará el House Café convirtiéndose en un camping fantasma o resurgirá gracias a la labor de la abnegada esposa y propietaria? Como dijo el mismo Chicote, a veces se gana y a veces se pierde.

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