Esta semana nuestros poetas vuelven a abordar un tema del máximo interés social: la depilación en los hombres. ¿Es lícita? ¿Es recomendable? ¿Es beneficiosa? ¿Debe contemplarla el Código Penal?
Las posturas de Monsieur de Sans-Foy y de Fray Josepho, como siempre, son violentamente antagónicas.
FUERA PELOS
por Monsieur de Sans-Foy
Hay hombres que se afeitan el pellejo
por miedo a que les tomen por macacos.
Es gente en quien se juntan los sobacos,
la barba neandertal y el entrecejo.
¿Que quieren depilarse? Yo les dejo...
¡A ver quién iba a hacerles arrumacos,
si pinchan como puercos y verracos!
Tan sólo quiero darles un consejo:
El resto de los pelos corporales
se podan al igual que matorrales...
En cambio, con las cejas, gran cautela.
¡Cuidado, pecholobos, con las cejas...
que empiezas por dejártelas parejas
y acabas pareciéndote a tu abuela!
¡VARÓN, NO TE DEPILES!
por Fray Josepho
Varón, varón, varón, si te depilas,
ya no tendrás la selva en tus axilas.
¡Y ese negror hirsuto del sobaco
resulta a la mujer afrodisiaco!
Con la pelambre agreste de tus piernas
se ponen todas cálidas y tiernas.
Con barba bien cerrada y con mostacho,
entonces ya seguro pillas cacho.
Teniendo buenos pelos en la espalda,
te dejarán entrar bajo su falda.
Y si hay pelambre híspida en tu pecho,
acabarán rendidas en el lecho.
No importa dejar pelos en la ducha
si la gloria sexual ha sido mucha.
Si deseas conquistas femeniles,
¡varón, varón, varón, no te depiles!