En la línea de poesía social y comprometida de este mes de agosto, Fray Josepho y Monsieur de Sans-Foy debaten sobre un asunto que ha abierto una profunda brecha entre los españoles. ¿Son aceptables los pantalones cortos en los hombres? Las posturas de nuestros poetas son, como siempre, irreconciliables. Las dos Españas.
NO A LOS PREJUCIOS PANTALONILES
por Fray Josepho
Las piernas embutidas, torradas, sudorientas,
en pleno mes de agosto… por no sé qué pudor.
Son prácticas viejunas: forrar de vestimentas
las zancas agobiadas en horas de calor.
Esclavos del prejuicio. Cautivos de lo añejo.
Reclusos en su rancia y ajada tradición.
Fanáticos insanos de todo lo más viejo.
Rehenes de la ilógica y absurda sinrazón.
Comprendo que en Cantabria, Galicia, Vascongadas,
tal vez el Pirineo, o en la región astur…
los machos lleven todas las piernas enfundadas,
pero es un disparate llevarlas en el Sur.
Las féminas enseñan sus piernas sin recato
incluso hasta en invierno. Sabemos bien por qué.
En mí no es por estética (sería un insensato).
Pero es que es la canícula. Compréndalo, Mesié.
CORTOS... MENTALES
por Monsieur de Sans-Foy
Los llaman pescadores o piratas:
ridículos gayumbos sin perneras
que exhiben los vulgares robaperas,
mostrándonos los pelos de las patas.
Quizá para las grandes caminatas
–con menos de cuarenta primaveras–,
y siempre más allá de las fronteras.
El resto son gandules y drogatas.
Un hombre que se tiene como tal
no luce, en territorio nacional,
hechura tan impúdica y marrana.
Ya sé que Fray Josepho se los pone,
y entiendo que el prior se lo perdone…
con tal de que los tape la sotana.