Como anuncié el viernes, y a pesar de los consejos de mi colega Monsieur de Sans-Foy, he estado este fin de semana en el Primer Encuentro de Espiritualidad Progresista de Podemos. Y, tras la experiencia, algo ha cambiado en mi interior. Es largo de explicar y ya les iré dando más detalles, pero la presencia cercana de Juan Carlos Monedero ha tenido mucho que ver. Reproduzco aquí, para todos los lectores, la carta de despedida que he enviado al padre prior de mi congregación.
Muy reverendo Padre. Declaro (y lo lamento)
que dejo ya mis hábitos de fraile regular.
Después de tantos años, me marcho del convento.
Comprenda la medida que acabo de tomar.
Despídame, le ruego, de todos los hermanos.
Pasé buenos momentos de fe y de devoción.
Viví piadosamente. Y con mis propias manos
labré el huerto del claustro con gran dedicación.
No salgo de la Orden para buscar el vicio.
No escapo, lujurioso, detrás de la mujer.
Carezco ya del rijo que tuve de novicio:
lo de hoy no tiene nada, pero nada que ver.
En fin, sin más preámbulos, le voy a ser sincero:
he estado en el Encuentro de Espiritualidad
del Progresismo hispano. Y he visto a Monedero.
Y he descubierto, Padre, la Luz y la Verdad.