¿Quiere usted ser ministro?
Nuestros vates se han embarcado por su cuenta en un sesudo análisis de las cualidades precisas para llegar a ministro en estos tiempos de prueba.
La noticia política de la semana ha sido la sustitución de doña Ana Mato, estratosférica ministra de Sanidad, por el inconmensurable don Alfonso Alonso, cuya panoplia de virtudes haría palidecer de envidia a Alfonso X el Sabio.
Nuestros vates se han embarcado por su cuenta en un sesudo análisis de las cualidades precisas para llegar a ministro en estos tiempos de prueba. (Que, oigan... A lo mejor puede postularse alguno de ustedes). Opinen, mójense... No sean timoratos.
PARA SER UN MINISTRO
por Fray Josepho
Para ser un ministro
con el PP
hay que tener prestigio,
fama y caché.
Y hacer acopio
de algo muy valorado:
criterio propio.
Para ser un ministro
de don Mariano
hay que ser un modelo
de ciudadano.
Y además de esto,
ser un hombre intachable,
probo y honesto.
Para ser un ministro
de Rajoy Brey
hay que, con gran esmero,
cumplir la ley.
Y, con unción,
acatar la bendita
Constitución.
Para ser un ministro
junto a Rajoy,
las promesas políticas
se cumplen hoy.
Y a poder ser,
madrugando, se cumple
incluso ayer.
Para ser un ministro
de este Gobierno,
hay que sufrir, cual ánimas
en el infierno.
Y sin dispensa,
siempre hay que dar la cara
frente a la prensa.
Para ser un ministro
del Gabinete,
no has de darle prebendas
al amiguete.
Con el dinero,
que es de los españoles,
bromitas, cero.
Para ser un ministro
de esta derecha
no has de estar nunca, nunca,
bajo sospecha.
Y lo ideal
es que se te distinga
por liberal.
Para ser un ministro
de nuestra España,
en la vida pronuncies
ni una patraña.
Y hecho el servicio,
lo dejas y retomas
tu antiguo oficio.
Para ser un ministro
como Dios manda,
hay que producir hechos,
no propaganda.
Y en fin, ya está:
¡ni caso a lo que diga
Mesié Sanfuá!
PARA LLEGAR A MINISTRO
por Monsieur de Sans-Foy
Para llegar a ministro
del Partido Popular,
como todo el mundo sabe
desde tiempo inmemorial,
no hace falta ser un genio
ni encontrar el Santo Grial
ni saberse la Teoría
de la Relatividad.
Hay que ser de una madera
muy selecta y especial,
cuyas peculiaridades
paso, fraile, a detallar:
Se precisa, en los varones,
cierto porte episcopal,
evitándose, en las damas,
la menor frivolidad.
La chaqueta, azul oscuro,
que es lo gubernamental;
ceño enérgico y fruncido,
voz enfática y nasal.
El careto, más que duro,
que parezca pedernal.
Cabellera con gomina,
repeinada para atrás.
Se toleran las ideas,
las que tenga cada cual,
(siempre y cuando las reserve
para el uso personal
y se calle la boquita,
cuando no le toque hablar).
No conviene, ciertamente,
que te llamen liberal
ni mentar a la Derecha...
(No se dice, en sociedad).
Mucho ojito con mojarte,
para, así, testimoniar
que el auténtico pepero
es aséptico y neutral.
Y lo que es más importante,
y lo que es fundamental
para hacerte ministrable
del Partido Popular:
pon los ojos en Mariano,
¿te parece que es mortal?
¿No percibes que te encuentras
ante la Divinidad?
Le amarás en cuerpo y alma,
día y noche le amarás,
en invierno y en verano,
por delante y por detrás.
Le amarás hasta que cruja
tu columna vertebral,
como a Clinton las becarias,
en aquel despacho oval.
¡Le amarás a toda mecha,
le amarás a todo gas,
cual nonato que succiona
del cordón umbilical!
¿Diferencia de criterio?
¡No la ha habido ni la habrá!
¿Discrepancias o disputas?
¿Con Mariano? ¡Yo jamás!
Besa el suelo donde pisa
y, con pétalos de azahar,
salpimienta su cabeza
que, esforzándote, quizás
te señale con el Dedo...
y a ministro llegarás.
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