Parece que es inminente, si nada lo remedia, la entrada en prisión de Isabel Pantoja. Y nuestros poetas le han escrito sendos romances. Monsieur de Sans-Foy se muestra contrario al encarcelamiento de la folclórica, mientras que Fray Josepho se declara a favor.
¿Y ustedes qué?
Y YO QUÉ SÉ...
por Monsieur de Sans-Foy
Cuando duermen los luceros
que han dejado de lucir,
cuando España desayuna
magdalenas con Nesquik,
va a la cárcel la Pantoja
en un Opel Corsa gris.
¿Va a la cárcel, la Pantoja?
¿Cómo puede ser posi-
ble esa absurda pantomima,
ese necio vodevil?
Una artista que rebosa
de folclórica y cañí...
¿me la mandan a la trena,
cual pirata somalí?
Ya lo sé, que la ha cagado.
La cagó por elegir
de pareja al más pendejo
de la taifa marbellí:
un chulángano horroroso,
un demócrata del GIL.
Y las malas compañías...
y el ponerse de perfil
cuando todos le decían
que era un pájaro, el edil...
Hay quien dice que al Gobierno
se le ha visto el peluquín:
azuzando a la Justicia
contra artistas de postín,
antepone lagartijas
al auténtico reptil...
¿Son insidias o verdades?
-¿Tú qué piensas? -Que a mí, plin.
No me pase lo que al cerdo...
que en seguida es San Martín.
Cuando los pastores sacan
las ovejas del redil,
cuando los octogenarios
se levantan a hacer pis,
va a la cárcel la Pantoja...
y eso es trágico, jolín.
TE TOCA PAGAR, ISABEL
por Fray Josepho
(De la coplera Pantoja,
musa del pueblo andaluz,
ha escrito Mesié un romance
de mediana longitud.
Y para darle respuesta
-mientras me tomo un vermut-
voy a componer yo otro,
pero poniéndole un plus:
que si él rimó con la i,
yo rimaré con la u).
En la cárcel de mujeres,
¡válgame el Niño Jesús!,
la gran Isabel Pantoja
va a efectuar su debut.
Las pícaras, las tunantas,
las ninfas de puticlub,
las traficantas de costo
(crimen contra la salud),
las sirleras, las chorizas,
las de Este, las del Sur,
y hasta las presas etarras
(si es que queda alguna aún)
acogerán a Pantoja
y le harán el rendibú.
Allí se irá la folclórica,
arrastrando su baúl,
con sus trajes de gitana,
con su faldellín de tul,
con su mantilla española,
con su vestidito azul,
con sus braguitas imperio,
con su sostén de tisú,
con todas sus camisitas
y todos sus canesús.
Podrá ducharse en las duchas,
podrá comerse el menú,
salir un ratito al patio
desde el módulo común;
podrá jugar sus partidas
de tute, parchís o mus,
o, con las otras reclusas,
ver el Sálvame Deluxe.
Ay, Pantoja de mi vida,
¿por qué te metiste tú
en las estafas malayas?
¡Ay, Virgen Santa, qué cruz
tendrás que llevar ahora,
por tanto negocio ful!
Ay, Isabel de mi alma,
te digo, sin acritud,
que si no hubieras entrado
en ese torpe chapuz,
no verías, como ves,
mancillada tu virtud;
no serías de los medios
muñeca del pimpampum,
y estarías en tu casa,
junto a tu piscina azul,
tomando el sol de Marbella
y comiéndote un yogur,
con bañador de lunares
y relajada actitud.
En fin, Isabel Pantoja,
te dejo. Ya sabes tú
que yo te tengo cariño.
Que regreses pronto. Agur.