En España se pueden tener las convicciones que cada uno desee, por más disparatadas que resulten, y defenderlas en televisión con entera libertad como si muchas de ellas no repugnaran al sentido común. Ahí tenemos las tertulias de las cadenas progresistas para que los pablemos y el monjerío marxista desbarren a placer sin que nadie se atreva a cuestionarlos. En este país se puede defender todo -el alanceado de toros bravos por los bancales, la renta universal de 600 eurazos o el origen extraterrestre de las caras de Bélmez-; todo excepto una cosa: la unidad de España. Si alguien se muestra partidario en televisión de ese principio elemental no faltará el líder de opinión progresista que inmediatamente lo califique de facha.
Eso mismo le ocurrió anoche a Rosa Díez en Viajando con Chester, el programa de entrevistas de Risto Mejide. En un momento de la conversación Mejide se vio obligado a hacer un alarde de independencia política, porque una cosa es asentir arrobado a la matraca tercermundista de los salvapatrias posmodernos (de clausura o no) que han pasado por su sofá y otra dejarse embaucar por una política que defiende cosas tan poco progres como el valor intrínseco de la unidad de España como garantía de la igualdad de todos los ciudadanos. Menos ahora, que estamos embarcados en ese proceso ilusionante en la patria chica de Mejide consistente en dinamitar el orden constitucional desde sus cimientos.
Según Mejide, UPyD es un partido "facha de izquierdas", porque es "nacionalista español" y, por tanto, defiende lo mismo que algunos personajes de la ultraderecha española como Ynestrillas. Díez intentó hacer ver a su entrevistador que defender un país unido es un principio que trasciende el ámbito ideológico, pero Mejide no atendió a razones y con gesto nervioso pasó a preguntarle sobre los motivos por los que personajes señeros de UPyD salieron del partido dando un portazo.
Al final no hubo sangre y los dos abandonaron charlando amigablemente el plató improvisado. Rosa Díez, la "facha de izquierdas" y Risto Mejide, al que le jode -y mucho- que alguien cerca de él se atreva a defender la unidad de la patria.