Miley Cyrus se desata en su orgía madrileña
Miley Cyrus hizo su segunda parada en España con su espectáculo musical en Madrid.
La cantante norteamericana Miley Cyrus actuó el martes 17 en el Palacio de los Deportes de Madrid dentro de la gira europea de su Bangerz Tour, que presentó el pasado fin de semana en el Palau Sant Jordi de Barcelona. Como era de esperar en un concierto de esa envergadura, fue un alarde de pirotecnia musical que, en ocasiones, eclipsó a la propia música, preñado de esos detalles polémicos y sexuales que han multiplicado por mil la fama de la exestrella del canal Disney.
Miley Cyrus ofreció una combinación de pop-rock efectista, country y de efectos visuales, aunque esta vez sin agitar una ikurriña en escena, como sí hizo en la anterior ocasión.
Sobre el escenario, la cantante hizo gala de sus poses provocativas y se rodeó de globos, peluches de animales, marionetas gigantes de monstruos a lo Barrio Sésamo y muchos muñecos, quizás lo único que le une a su pasado como estrella televisiva de la Disney cuando se la conocía como Hannah Montana.
Su promotora, la misma que traerá a la capital a los Rolling Stones la próxima semana, prometía unos medios técnicos y humanos incluso más colosales que los de "Sus Satánicas Majestades" y no se equivocaba ante lo que parece más propio de una producción operística. Una pantalla de más de 10 metros de alto, un escenario con una larguísima pasarela, un coche dorado sobre el que aparece recostada con las piernas abiertas, un perrito caliente volador, los peluches y el hinchable gigante con forma de husky (un homenaje a su perro fallecido)...
Imposible apartar los ojos, por no perderse los innumerables detalles que contiene el espectáculo, también en la pequeña escala, como los interminables cambios de vestuario, las proyecciones, los pasos de la docena de bailarines, los gestos, los guiños, el pélvico baile del "twerking" o la simulada felación a Abraham Lincoln.
La cantante repitió en Madrid instantes emblemáticos de su gira, como su irrupción ante el público, regurgitada por su propia boca a través de un tobogán con forma de lengua (esa lengua de Miley).
Todo para aclarar una vez más que Hannah Montana está definitivamente muerta y enterrada desde el punto de vista musical (no toca ni una canción de su etapa en la famosa serie infantil) y también como personaje.
"A todo el mundo en este tour le decía que no podía esperar a llegar a Madrid. ¡Es mi lugar favorito para salir de fiesta en todo el mundo!", gritaba Cyrus al público de la ciudad, recordando aquella cita previa en el Rock in Rio de 2010 en el que sorprendió a las familias presentes y al mundo entero por primera vez con una actitud más procaz.
Y en medio de todo esto revoltijo pirotécnico, ¿dónde queda la música? Pues en una primera mitad regada por las canciones de su último disco, "Bangerz" (adicto a la fiesta, en español), y una segunda repleta de versiones, con guiños, entre otros, a Lana del Rey ("Summertime sadness") y Dolly Parton ("Jolene").
Cinco músicos la acompañan y la envuelven en un sonido pasado de decibelios, que vive con el teclado y la atronadora batería de "Fu" uno de sus mejores momentos, igual que con "Can't be tamed", de una potencia casi metalera.
Además, Miley canta y lo demuestra en temas más sosegados como "My darling" o, ya al final, en los bises, con el que se ha convertido en su gran éxito personal, la apoteósica "Wrecking ball", sola y sin más parapeto que la música de fondo.
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