Elena Valenciano dio una entrevista a la SER en la que habló de sus referentes políticos y musicales (mezclados en fecunda amalgama): Jesucristo Superstar, Felipe González, el Che Guevara, Nacha Pop (dijo que ella es "la chica de ayer" de la popular canción), Silvio Rodríguez… También afirmó que canta muy bien, y que podría haberse dedicado profesionalmente a la música, pero que el tabaco le estropeó un poco la voz.
¿Y qué piensan de ello nuestros poetas? Pues lean, lean.
DÍMELO CANTANDO
por Monsieur de Sans-Foy
Valenciano, Valenciano,
antológica petarda,
nadie se detiene a oír
tu eterna estrofa sociata.
Nadie escucha lo que dices
sin olerse lo que callas,
sin coscarse del engaño
de tu raca-raca-raca.
Y me entero de repente
(fíjate, qué cosas pasan)
que cantabas, de mocita,
como Agnetha, la de Abba...
como Alaska, Mari Trini,
Luz Casal y Lady Gaga.
Te gustaban, de pequeña,
las canciones de Sinatra...
De escuchar a Jesucristo
Superstar, el de las barbas,
veinte pueblos, por lo menos,
te pasaste de frenada,
y acabaste coladita
por Ernesto Che Guevara.
Valenciano, Valenciano,
que implacable nos encajas
esos truños conceptuales
traducidos a palabras...
¿no podrías, por lo menos,
entonarlos con más gracia?
¿No podrías, hija mía,
ya que estamos en campaña,
rebozarnos tus embustes
con acordes de guitarra?
Si adornasen tu mensaje
gorgoritos de garganta,
bellos trémolos y trinos
propios de canario flauta...
Si tuvieses de palmero
al cetrino Rubalcaba
y te hiciese el estribillo
la sosainas de Soraya...
Si tuvieses la dulzura
de la tal María Callas...
la potencia de Madonna
y el pandero de Rihanna...
¡Ni por ésas, Valenciano!
¡Ni por ésas te votaba!
ME GUSTAS MUCHO, ELENA
por Fray Josepho
Me gustas mucho, Elena. Me gusta tu tatuaje.
Me gusta tu constancia para eso de trepar.
Me gusta tu peinado, tu tez, tu maquillaje.
Me gusta que te guste Jesús Superestar.
Me gusta tu pasado de pija adolescente.
Me gusta tu presente de progre de salón.
Me gusta tu tonito faltón y prepotente.
Me gusta tu querencia por la revolución.
Me gustan tu figura, tus ojos y tu cara
(tu cara sobre todo, que de eso no andas mal).
Me gusta que te guste Ernesto Che Guevara,
rebelde, sedicioso, barbudo y criminal.
Me gustas en la tele, me gustas en tu escaño,
me gustas por tus tópicos, me gustas por mujer.
Me gusta que acabaras dos cursos en diez años,
me gusta que te sientas la chica de (ante)ayer.
Me gusta que en tus tiempos de joven socialista
cogieras el teléfono, currante de Ferraz.
Me gusta que ejercieras de groupie felipista.
Me gusta que ascendieras, sumisa y pertinaz.
Me gusta que cultives la pose de frescura,
de choni madurita con curvas comme il faut.
Me gusta que empezaras tus dos licenciaturas
y no las acabaras, pues eso... porque no.
Me gustan tus mentiras. Me gustan tus promesas.
Me gusta tu currículum (cortito con sifón).
Me gusta tu consorte; me gustan sus empresas.
Me gusta que del tema no digas ni chitón.
En fin, Elena mía. Me gustas. ¿Te lo he dicho?
No sé si te lo he dicho. Me gustas. Dicho está.
Odiarte es imposible. Quien lo haga es un mal bicho.
Pongamos, por ejemplo, Mesié. Mesié Sanfuá.