A primera hora nos despertábamos, y es un decir, con una de las peores películas que ha podido dar el cine español, El oro del tiempo. Trata sobre un médico que queda viudo muy joven y se le ocurre criogenizar a su mujer a lo Walt Disney para resucitarla cuando la medicina encuentre cura a su enfermedad. En la actualidad vive con una muy atractiva enfermera que hace las veces de recepcionista de su consulta casera, limpiadora y cocinera.
Entre ellos surge una especie de amor platónico que hace que finalmente el hombre entierre a su mujer, a lo mejor por el elevado coste de la factura de la luz. Fin. Este breve resumen lo cuenta el director a lo largo de unos larguísimos 100 minutos, aquí he comprendido lo de "el tiempo es oro", a través de unos interminables silencios, miradas, planos fijos, tic tac del reloj (literal), más silencios y más miradas y más sueño. No pocos críticos abandonaban la sala ante tanto sufrimiento, el de ellos, claro.
La película, rodada en gallego, no debería haber pasado de ser un corto de 5 minutos. Para hacer justicia diremos que los actores principales, Ernesto Chao y Nerea Barros, defienden bastante bien su papel.
A continuación se proyectaba en el Festival de Málaga Dioses y perros, la nueva película de David Marqués, en la que Hugo Silva interpreta a un sparring que ha dejado sus sueños aparcados para cuidar de su hermano minusválido y su amigo exboxeador alcohólico. Pero todo cambia cuando conoce a una joven profesora.
La historia parte con buenas intenciones pero es fallida en su resultado final porque el drama del protagonista no termina de enganchar al espectador. Lo más interesante del film es el trío amistoso entre el sparring, su hermano y el amigo al que se le añade para nuestro deleite el personaje de la mujer de éste.
Este miércoles el festival recibe a dos de los rostros más jóvenes del cine español y que levantan auténticas pasiones, Ana de Armas y Martiño Rivas.