La gala de los Goya se caracteriza por ser fiel a tres principios: hace un tiempo de perros, en la puerta en lugar de fans hay protestas de lo más variopintas y en la gran noche del cine español uno de los protagonistas es la política, ojo, por expreso deseo de algunos cineastas.
Hace sólo un par de semanas en los Premios Feroz, los de la crítica, a las puertas del cine Callao se oía gritar Belén, Hugo, Álex… para que los Rueda, Silva y De la Iglesia se acercasen a firmar autógrafos y hacerse fotografías. Sin embargo, en las puertas de los Premios Goya este año se oían cosas como "Esta es la lucha de la clase obrera". Los responsables de lanzar esos gritos eran la plataforma "Stop desahucios" y un grupo de personas que protestaban contra los despidos en las fábricas que embotellan Coca-Cola.
El motivo de esta diferencia es porque los recién nacidos Feroz aspiran a ser un espectáculo entretenido mientras que en los Goya más de uno se entretiene montando el espectáculo. De esta forma Pilar Bardem y su hijo Javier, Juan Diego Botto o el director Fernando Trueba se acercaron a recoger pegatinas. Antonio de la Torre lo hizo puño en alto.
Y por si todavía no había quedado claro, posaron en el photocall con dichas pegatinas reivindicativas contra los desahucios y Coca-Cola. Por cierto, la famosa marca estadounidense ha sido la patrocinadora de los Goya varios años. Luego habrá quejas cuando no haya patrocinadores. Eso sí, es de agradecer que las pegatinas no entraron al auditorio.
Wert, protagonista de la noche
En el minuto uno de la gala quedó claro quién iba a ser uno de los protagonistas, José Ignacio Wert. El ministro de Cultura no acudió por "problemas de agenda". Un aburridísimo Manel Fuentes decía nada más empezar que "para un día que podía tener entradas sin el IVA al 21%" y añadía que "es una gala histórica, la primera sin ministro de Cultura".
También se acordaron de él los premiados Mariano Barroso, Fernando Franco y Roberto Álamo. Y Javier Bardem. Sólo tenía que entregar un premio, pero cómo iba él a desperdiciar esa ocasión. Calificó a Wert de ministro anti-cultura y felicitó a la "marea blanca" por la suspensión de la externalización sanitaria de la Comunidad de Madrid.
Volviendo a Wert, es curioso que el cine español le eche tanto de menos cuando hace menos de un mes en los Premios Forqué, el de los productores, el ministro no pudo terminar su discurso debido a los pitos y abucheos y tuvo que abandonar el escenario. El aborto también ha estado presente en la gala a través de Natalia de Molina y Marian Álvarez, ganadoras de mejor actriz revelación y mejor actriz respectivamente.
Falta de autocrítica
Enrique González Macho se ha caracterizado al frente de la Academia por su falta de autocrítica, muy al contrario de su predecesor en el cargo, Álex de la Iglesia. Ha culpado de la situación del cine español a la subida del IVA cultural, a la piratería y la falta de una Ley del Cine.
Sin embargo ha protagonizado uno de los momentos más desconcertantes de la noche, agradeciendo al presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, que haya defendido públicamente la bajada del IVA cultural. Ignacio González, presente en el auditorio, ha recibido un aplauso de todos los asistentes.
La gala más aburrida
Si pensábamos que con Eva Hache la gala de los Goya ya había caído todo lo que podía caer, es porque no habíamos visto la presentada por Manel Fuentes. Sosa, aburrida y sin talento. Lucía Jiménez, Carolina Bang, Daphne Fernández, Javier Godino, Secun de la Rosa, Fernando Tejero y Adrián Lastra interpretaban un número musical lamentable. ¿Cómo es posible que hagamos musicales como el de Mecano, precisamente con Adrián Lastra, y no seamos capaces de hacer un número musical mínimamente digno?
La gala sólo ha tenido pequeños destellos de humor como los protagonizados por el grupo de Muchachada Nui, la parodia de Caníbal con Alberto Chicote y la aparición de Santiago Segura que está rodando Torrente 5. La emoción la ponían las lágrimas de la veterana Terele Pávez y de la novata Natalia de Molina. Y por supuesto el emocionadísimo, cuánto me alegro, Javier Cámara.
Pese a todo, este año los Goya dejan un mejor sabor de boca pese a haber sido tan aburridos. Ha habido política, sí, pero lo han sabido hacer con más clase, salvo Bardem evidentemente, y la mayoría de las críticas eran referentes al IVA cultural, algo comprensible teniendo en cuenta que uno de los sectores más afectados por esa medida es el cine. Los premios de la Academia han crecido con los años y es cierto que ahora son más glamourosos.
Ya sólo falta que llegue el año en que podamos hablar sólo de cine, que al fin y al cabo es a lo que vamos: la gran ganadora fue Vivir es fácil con los ojos cerrados pese a que Las Brujas de Zugarramurdi acumuló más premios. El motivo es porque la primera acapara los llamados pesos pesados como Película, Dirección, Actor Protagonista y Guión. Ya era hora para David Trueba y Javier Cámara.