Una de las músicas más aclamadas de nuestro tiempo responde al nombre de soul. Literalmente, significa "alma", y cuando uno escucha a alguno de los grandes intérpretes del género, comprende a la perfección la causa de su denominación. Porque el soul representa el poder de la expresión de esos sentimientos que, de forma especial, ejercen de voz de nuestras almas; unas voces que además, por lo general, se caracterizan por su fuerza y su complicidad con el público que escucha. No es de extrañar que los mejores artistas de soul clásico hayan encontrado su camino en la música partiendo desde formaciones de doo-wop, uno de los estilos que, por delante de cualquier otro instrumento, veneraban el arte que surge de las cuerdas vocales. Pero con The Supremes, el profundo sentimiento del soul cruzaba fronteras musicales, físicas y prejuicios varios.
El grupo vocal femenino por excelencia, nacía y crecía dentro de un lugar llamado Motown, el sello discográfico de la ciudad de Detroit, que impulsaría a Diana Ross, Florence Ballard y Mary Wilson al primer lugar de la actualidad musical, rivalizando incluso con los omnipresentes Beatles en la primera mitad de los años sesenta. Un hecho que no deja de ser sorprendente, ya que hablamos de una formación de mujeres de raza negra en unos Estados Unidos todavía mantenía un clima de segregación racial. Pero a la cabeza de la Motown teníamos a Berry Gordy, un líder empresarial que dominaba todos los aspectos de la industria musical, y que no dudó en rodear a The Supremes de lo mejor que su sello podía ofrecer: la sociedad compositiva "Holland – Dozier – Holland" (responsable de éxitos como "Baby Love" o "Come See About Me"); el talento y disposición de su socio y mano derecha, Smokey Robinson; y, por supuesto, el acompañamiento musical de los geniales The Funk Brothers. Con estos ingredientes (sumados a las portentosas voces de las tres intérpretes), Gordy consiguió dar el mejor ejemplo de lo que pretendía su sello: una máquina de hacer hits.
Porque cuando hablamos de The Supremes, nos movemos en el territorio de la música pop, entendida en toda su extensión y como música (tremendamente) popular. Una banda cuyos favoritismos internos provocaron el fin de la época gloriosa de la Motown: tal vez no eran las mejores, pero siempre destacaban sobre el resto. Una definición que encaja con la de estrella de la música. Tal vez, no tenía tanta "alma" como la que desprendía el otro gran sello del género, el sureño Stax... pero funcionaba, convencía y atraía a la gente de toda raza, credo y condición. Escuchen su álbum "Where Did Our Love Go", y lo comprobarán por sí mismos.