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Los reyes de Jordania, inquietos por las maniobras del príncipe Hamzah, que les disputa el trono

Problemas en la Corte jordana, con Abdallá y Rania enfrentando a un inesperado enemigo: uno de los hermanos de él.

Problemas en la Corte jordana, con Abdallá y Rania enfrentando a un inesperado enemigo: uno de los hermanos de él.
Los reyes de Jordania. | Gtres

En todas partes cuecen habas. La Corte Jordana también viene atravesando problemas, pues sus Reyes, Abdalá II y Rania se ven amenazados por uno de los hermanos del monarca, que trata de arrebatarles el trono. Está detenido desde hace meses. Los Soberanos jordanos, además, han tenido que aclarar estos días el origen de las cuentas que figuran a sus nombres en la banca suiza. Rania continúa siendo una de las Reinas más bellas, de igual modo que lo fueron las cuatro esposas del anterior Rey Hussein, todas ellas frecuentes protagonistas de las revistas del color.

Es Jordania un país árabe situado en un territorio crucial, el que se vino a llamar Oriente Medio. En la frontera de conflictos que aún perduran desde 1948 entre árabes y judíos. Jordania ha vivido en paz y ha sido a veces árbitro de esas confrontaciones, gracias a la política desarrollada por Husseín. Un monarca sagaz, pacífico que, en el aspecto personal se casó en cuatro ocasiones, siempre con bellísimas mujeres que ostentaron, fueran o no reconocidas así, el papel de Reinas consortes, cronológicamente: la princesa hachemita Dina, de la que se divorció para contraer nuevas nupcias con Antoinette Avrul Gardiner, que era asistente, secretaria en el rodaje de la película "Lawrence de Arabia", y que al convertirse en esposa de Husseín pasó a ser la Reina Muna. Madre del actual Rey Abdalá II. Tras aquella unión regia, Husseín volvió a emparejarse con quien sería conocida como Reina Alia, que falleció víctima de un accidente de helicóptero. Muy abatido, Husseín de Jordania se casó por cuarta y última vez con Elizabeth Najeeb Halaby, convertida en Reina Noor.

De esos cuatro matrimonios Husseín tuvo doce hijos, uno de ellos hija adoptada. El favorito de sus varones era el príncipe Hamzah bin Hussein, el primogénito suyo y de la Reina Noor. "La delicia de mis ojos", lo consideraba el monarca, con ese lenguaje tan poético de los árabes. Al fallecer Husseín en 1999 le sucedería, efectivamente, Hamzah en el trono hachemita. Ostentó su reinado hasta 2004. Ciertas maniobras palaciegas lo reemplazaron por su hermano (que no hermanastro, como equivocadamente lo citan muchos medios, caso por ejemplo del muy acreditado diario barcelonés La Vanguardia y aquellos ignorantes que no han aprendido aún la diferencia entre ambos parentescos). Es decir Abdalá II, el hijo de la princesa, luego Reina Muna, segunda esposa de Husseín.

Hamzah y Abdalá "no podían verse". Siempre son los consejeros, en ese y tantos otros casos, seguidores de uno y otro los que desencadenaron casi una guerra fratricida. Lo cierto es que desde hace diecisiete años quien reina en Jordania es el segundo de los citados. Quien no tuvo más remedio que ordenar su confinamiento al comprobar que Hamzah seguía desesperadamente intentando recuperar su trono. En esas dramáticas circunstancias, por cierto, el príncipe Hamzah ha sido padre por séptima vez. Ignoramos si lo dejaron conocer a su retoño.

A Abdalá II le complacía ver cómo su esposa, la reina Rania, que le ha dado cuatro hijos, era, por su belleza y elegancia, frecuente personaje en las revistas rosas. Hasta que tuvo que reconvenirle acerca de sus constantes viajes a París y Londres donde elegía costosos trajes y complementos. Los ciudadanos jordanos, que no viven precisamente en la opulencia, habían mostrado sus discrepancias hacia esos ostentosos desplazamientos y compras de la Reina. Incrementadas las críticas , acusando a los Soberanos de disponer de cuantiosas cuentas bancarias en Suiza. Siete en total, en el Credit Suisse. Una de ellas, estimada en ciento ochenta millones de libras esterlinas. Abdalá II no ha tenido más remedio que, dándose por enterado, declarar la improcedencia de tales acusaciones, defendiéndose con la excusa de que esos ingresos corresponden a la venta de un antigua avión particular del Rey Husseín. Algo huele a podrido, no en Dinamarca precisamente, recurriendo al antiguo refrán.

Por lo contado, hay aguas movedizas en Jordania. El Rey ha cumplido en enero sesenta años. Diecisiete de ellos en el trono. Muy atento a fuerzas de influencias extranjeras que pudieran derrocarlo, acaso alentadas por su hermano Hamzah. Lo que ocurre es que Abdalá está muy atento, es prudente, posa junto a su atractiva esposa entre sonrisas, como si nada ocurriera a sus espaldas,. Que las tiene cubiertas por la política exterior de los Estados Unidos, atento a lo que ocurre en Jordania, encrucijada de un polvorín en los países limítrofes.

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