Luz Casal, una de nuestras mejores voces del pop, vivió en su infancia y parte de la adolescencia una circunstancia más propia de un culebrón venezolano. La que simplificada era ésta: en la vivienda familiar de Luz, su madre compartía el hogar con dos hombres: su propio marido y un amante. Si para una niña, aquello no podía comprenderlo y hasta le resultaría natural, conforme se iba haciendo mayor sí que le fue causando extrañeza, estupor, y, con el tiempo, una herida que marcó su existencia y que, por supuesto, jamás ha podido olvidar. Era lo que los franceses, finamente, definen como "un ménage à trois".
La cantante vino al mundo en Baimorto, localidad de La Coruña, hace sesenta y tres años, donde es muy querida. Sus padres se la llevaron a temprana edad a Asturias, fijando su estancia, con el transcurso de los los años en Avilés y Gijón, por la profesión que ejercía el progenitor. Cuando se le pregunta a Luz que si se siente gallega o astur, siempre repite lo mismo: que reparte sus afectos entre una tierra y otra. No obstante, a pesar de que era muy un bebé cuando dejó su pueblo natal, suele ir muy a menudo a Baimorto, donde además organiza junto a su pareja, el comentarista musical Paco Pérez Bryan, un festival con asistencia de conocidos artistas, de carácter benéfico. El acento con el que Luz Casal se comunica, hablando o cantando, no es fácil definir, aunque nos parezca algo más próximo a la lengua de Rosalía de Castro, pero muy levemente. Sentimientos aparte de carácter geográfico, lo que nos interesa recordar, pues ella ya lo ha contado más de una vez, es su lejano pasado.
En la casa asturiana donde José Casal y Matilde Paz habitaban con la pequeña Mari Luz se fue a vivir un día Maximino, o Máximo, como también era llamado. Y allí se quedó como si fuera un pariente sin techo. Algo así como un okupa consentido. "Mis padres nunca se llevaron bien", rememoraba la cantante. Aunque escuchó esta confesión materna: "Yo a tu padre lo he querido mucho". A veces, ese contrasentido existe. Al menos, era lo que Matilde Paz, de profesión enfermera ATS, le decía a su hija, más o menos sincera. José Casal era un obrero portuario. ¿Cómo él, en una sociedad machista, pudo consistir que su mujer tuviera un amante y que encima se aposentara en su hogar? Pues resulta que José consideraba a Máximo "su mejor amigo". Duelos con pan no hacen daño.
"Desde que yo tenía ocho años en mi casa había dos hombres y mi madre. O sea, un lío". Un lío… y un trío. Quise a los tres con la misma intensidad. Estoy muy marcada por ellos. Ahora que no los tengo creo que he sido muy afortunada a pesar de los años transcurridos, sintiendo también que era una desgracia aquella familia que yo tenía".
Cuando Luz Casal fue víctima de un cáncer de mama que se le reprodujo años después, el doctor Carlos López Otín, que la atendió, le confiaría que era de carácter hereditario. Un caso no muy frecuente, manifestó.
Deja traslucir en sus interpretaciones una sensibilidad nada común, acompañada de ternura y emociones. Canciones en gran parte compuestas por ella. Se ha ganado con justicia la admiración tanto en España, como en Francia y algunos otros países. Y ello no ha sido un éxito rápido; le costó mucho abrirse paso en el mundillo musical de los años 80. Dejó Asturias y se plantó en Madrid. Nadie le hacía caso. Recorría locales donde la dejaran actuar, sin suerte. Y las casas de discos sólo estaban para las figuras. Hasta que Juan Pardo le ofreció la oportunidad de formar parte de sus coros. El cantautor gallego fue quien produjo sus primeras grabaciones. Con música suya y libreto de mi recordado amigo y colega Antonio D. Olano se hizo pasar en el escenario madrileño, donde estrenó "Las divinas", por la legendaria cupletista Raquel Meller. No fue obra de su gusto, mas de alguna manera tenía que salir adelante. Poco a poco, fue dueña de su destino musical hasta llegar a lo más alto en el pop melódico nacional. En cuanto a su vida personal, el drama de su resquebrajada salud de la que afortunadamente se recuperó, le ha servido para relativizar muchos de esos problemas que nos acucian a diario. Pérez Bryan, siempre a su lado, ha sido su mejor mentor en la música y un apoyo importante en lo íntimo. Los que siguen de cerca su carrera esperan próximas novedades discográficas de Luz. Pero la pandemia le ha supuesto, como a tantos colegas, estar obligada a un indefinido parón. No se olvide que ella cuida mucho su estado físico al estar considerada como "persona de riesgo". La admiramos.