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Keanu Reeves superó la trágica muerte de su pareja con un nuevo amor

La vida personal de Keanu Reeves está marcada por varias tragedias.

La vida personal de Keanu Reeves está marcada por varias tragedias.
Keanu Reeves en el entierro de su pareja | Contacto Photo

Keanu Reeves es un actor notable, popular, con meandros en su carrera cinematográfica, que ha vuelto a la actualidad con su reciente estreno, Matrix Resurrections. Ha llevado una existencia complicada, con desgracias que sobrellevó con su mejor talante, la peor cuando su esposa falleció en un trágico accidente de coche. Otra fue antes, al perder el bebé que esperaban. Por no citarles también su penosa infancia, con un padre drogadicto.

Nacido en Beirut (Líbano) el 2 de septiembre de 1964, es actor, director de cine, también productor, cantante y músico. Su madre, Patricia Taylor, era diseñadora de vestuario, de nacionalidad inglesa; su padre, norteamericano, de Hawai, con ascendientes chinos. Tipo éste inestable, de mala vida, vendedor de heroína, que abandonó a su familia. Keanu contaba sólo tres años, por lo que sus recuerdos en esa época del progenitor son confusos. Adolescente, a los trece vio por última vez a su padre. Entonces, la madre tomó la decisión de ganarse la vida yendo a bailar en un club nocturno, con poca ropa, en plan "stripper". Se mudó a Sidney, casándose nuevamente: con un director teatral, en 1970, divorciándose un año después. Y en 1976 se unió a un empresario de música rock. Otra vez, en 1980, reincidió en el divorcio. En esos años transcurridos dio la impresión que nada o poco quería saber de su hijo. Keanu, en realidad, fue criado, educado por sus abuelos y unas niñeras. No es difícil llegar a la conclusión de que el futuro actor llevaba dentro de sí la pena por esa ausencia de sus padres cuando él más podría necesitarlos.

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Con su compañera de reparto Ana de Armas | Archivo

Hay algunas biografías que aseguran sufre, o padeció, el llamado "mal de Asperger" que consiste en un trastorno mental complicado con otras ramificaciones. Si es así, lo ha debido superar por su actividad artística, resumida a lo largo de treinta y siete años en alrededor de setenta filmes. Speed supuso su gran lanzamiento internacional. Su compañera de reparto, Sandra Bullock, tan dinámica, alegre, dicharachera, se enamoró de Keanu fuera del plató, mas éste sólo tuvo con ella una amistad, sin cama de por medio. Mantienen todavía esa relación cuando han pasado ya cerca de treinta años.

Si Speed le proporcionó a Keanu Reeves una gran notoriedad, hay dos secuelas que lo han convertido en un ídolo de la pantalla; para grandes y chicos. Me refiero a la saga de Matrix y la de John Wick. Cine de acción. Y ahí lo tienen practicando kung-fu todavía. Matrix Resurrections combina esa práctica de lucha con una historia de amor. Enrevesado argumento, la convivencia de dos mundos, uno real, otro artificial. Keanu ha vuelto a ser Neo, un icono ya. Pura ciencia-ficción que, al margen de lo que digan los críticos, funciona en taquilla. Cuatro han sido las entregas cinematográficas hasta el momento. Se inició en 1999, con las hermanas Wachowski financiando lo que iba a ser una saga. Ahora la productora, Lana Wachowski, no vaciló en arriesgar un buen puñado de dólares para financiar Matrix Resurrections, en la confianza de que duplicará por lo menos las ganancias. El rodaje tuvo lugar entre Los Ángeles y Berlín, en tiempos de pandemia. En la capital alemana todo sucedió en los mismos míticos estudios donde en 1920 se filmó El gabinete del doctor Caligari y en 1927 Metrópolis.

Acabada por el momento la secuela de Matrix, Keanu tuvo que encabezar de nuevo otra entrega, la cuarta, de John Wick. A Keanu Reeves le encantan las dos producciones, ésta y aquella, no sabría diferenciar cuál prefiere. Ser un asesino de élite, desde luego, le proporciona una subida de adrenalina. Homenajeando, quizás, al legendario Bruce Lee del mismo modo supone para Keanu un acicate, exhibiendo sus buenas disposiciones con los ejercicios de kung-fú. Para lo cual es evidente que ha de estar en plena forma, tras visitar a diario un gimnasio, o practicando por su cuenta en casa. Porque es un tipo activo, que gusta de montar en moto, no en vano es copropietario de una empresa que fabrica y tunea motocicletas clásicas. Fundó la productora cinematográfica Company Films. Puso voces a películas de animación, caso de Toy Story. Debutó detrás de la cámara en 2013, con El poder de Tai-Chi, que no fue muy afortunado: fracasó en la taquilla y los críticos la ignoraron. Pero Keanu es hombre que no se arredra ante las dificultades. Piensa que en Europa lo admiran más que en los Estados Unidos. No le obsesiona ser un ídolo de Hollywood. Probó también a no estancarse sólo en sus interpretaciones de Matrix y John Wick: lo vimos en Amistades peligrosas, por ejemplo, y en la versión de Drácula dirigida por Francis Ford Coppola. Fue entonces cuando sostuvo una relación de varios meses con la hija del controvertido realizador y productor de las luengas barbas, Sofía Coppola, que "se coló" por el galán; mas se separaron en 1982.

Aunque ha encarnado la mayoría de sus apariciones en la pantalla a personajes violentos, entre demonios y "máquinas de matar", resulta que Keanu Reeves es un hombre pausado, sencillo, de vida discreta, que en las pocas entrevistas que concede habla lo justo, es algo introvertido y no suele armar escándalos. Le adjudicaron uno, que resultó ser falso: la de haber contraído matrimonio con un magnate de la industria musical, David Geffen, por el rito hebreo, notorio homosexual. Keanu, al comprobar que esa "fake news" como ahora está de moda señalar, noticias o sucesos que faltan a la verdad, había sido publicada en medio mundo, no se inmutó. Al ser preguntado por los periodistas, dijo: "No tiene nada de malo ser gay". Ello alimentó la especie de que él lo era. O al menos, bisexual. Asunto sobre el que nunca más se ha referido el propio interesado. Del que se recuerda que ya en 1984 interpretó una obra teatral, Wolfboy, en la que besaba impúdicamente a su oponente. Ello naturalmente no prueba nada; los actores están acostumbrados a tener encuentros sexuales con los de su propia naturaleza, sin que eso pruebe que no son "hetero". Me viene a la memoria el caso de nuestro gran José Sacristán en la película El diputado. Y el de Chinchón no es precisamente de "los de la acera de enfrente". Pero como Keanu es discreto y no suele hablar de su vida íntima, genera a veces sospechosos comentarios acerca de su vida privada. Recuérdese, si no, la gran amistad que sostuvo con River Phoenix (hermano de Joaquín, el de "Joker"), que asumió el papel de drogadicto en la película Mi Idaho privado. Sus adicciones a substancias de todo tipo fuera de los rodajes lo llevarían a una temprana muerte. River se sintió atraído por Keanu. No se concretó nunca si hubo entre ellos más que una mutua admiración. Lo cierto es que la desaparición del desgraciado actor fue un duro golpe para Reeves.

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Keanu Reeves y Alexandra Grant | Gtres

Como es natural se le adjudicaron romances con muchas actrices. No citamos las que por estos pagos son absolutamente desconocidas. Aparte de las anteriormente citadas, dícese que la despampanante rubia Charlize Teron, de fuerte genio (y si no que se lo pregunten al presentador de El Hormiguero, Pablo Motos, que tuvo "una agarrada" con ella), mantuvo mucha cercanía física con Keanu. También Diane Keaton estuvo interesada por él una temporada. Mas como él no comenta nada de sus "ligues", nos seguimos quedando "in albis" en ese terreno amoroso.

Lo que no ha podido jamás quitarse de su memoria es el recuerdo de Jennifer Syme, con quien se casó en 1998. Era la asistente personal del director David Lynch. Cuando la pareja esperaba una niña, Ava Archer, nació, a los ocho meses, muerta. Terrible suceso para ambos. La mamá comenzó a beber, a dejarse llevar por las drogas en el vano intento de olvidar su desgracia; tomaba pastillas antidepresivas. Keanu Reeves no pudo aguantar más esa situación, por supuesto también muy afectado. Y se separó de Jennifer. Tensión, dolor, ruptura nunca querida a pesar de todo por el afligido galán. Poco después, el 2 de abril de 2001, ella se estrelló con el coche que conducía en una carretera de Los Ángeles. Naturalmente, en el sepelio, estuvo Keanu. Sin que pudiera contener el llanto. Su unión con la infortunada había durado apenas dos años.

La tragedia personal de Keanu Reeves fue menguando, poco a poco. Hasta conocer a una creativa dibujante, Alexandra Grant, californiana, que le ilustró el libro Ode to Happiness, escrito por el actor. El encuentro entre ambos surgió en 2011. No harían pública su relación hasta 2019. Su nuevo amor ha sabido compenetrarse en todos los sentidos con Keanu.

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