Las desventuras de Marta Sánchez con la extinta revista 'Interviú'
Marta Sánchez lleva ya tres años con el empresario canario Federico León
Una rara dualidad se dio en los inicios musicales de Marta Sánchez, a quien algunos señalan como "la reina del pop español". ¿Y dónde colocamos a Luz Casal, Rosana, Mónica Naranjo y tantas otras? A su espectacular belleza, un "sexy" algo impostado cual sosias de Marilyn Monroe como reclamo publicitario en sus comienzos, se unía una voz de altos registros, no muy usual entre sus colegas, tal vez heredada de su progenitor, profesional intérprete lírico. Marta ha logrado, a sus cumplidos treinta y cinco años de carrera, una indiscutible capacidad para exhibir sus grandes facultades vocales con varios géneros y estilos dentro de las corrientes actuales del pop. Podría medirse con otras estrellas internacionales. A día de hoy, fascinante en los escenarios, confiesa estar muy enamorada de su actual pareja, un empresario canario, Federico León, con quien lleva tres años de relaciones tras una serie de fracasos sentimentales, entre ellos dos matrimonios. De uno de ellos tiene una preciosa hija, morena, Paula, que a sus dieciocho años aún no ha decidido a qué piensa dedicarse, puede que modelo. Lo que no desea ésta es aparecer a menudo en los medios, y se muestra discreta. Bastante aguanta cuando la identifican como "hija de Marta Sánchez".
En pleno despegue de Marta como cantante, con su imponente facha, Radio Madrid, cabecera de la cadena Ser, reunió a ella y a su colega, la italiana Sabrina. Un breve jurado del que formaba parte el ya extinto Jesús Gil, tenía que dilucidar quién de las dos poseía "mejor delantera". Y en ese campo, el "presi" del Atlético de Madrid sabía lo suyo. Estuve presente en los estudios de la emisora, en la madrileña Gran Vía. ¿Resultado? Quedaron empatadas a votos. Diplomacia al canto tratándose de dos cantantes.
El romance más conocido de Marta Sánchez al comienzo de su carrera musical fue en los años 80, cuando era la vocalista de Olé-Olé y se enamoró del batería del grupo, Juan Tarodo, del que recordamos era un muchacho atractivo, sencillo, que dejaba el protagonismo a ella, sin ningún complejo cuando posaba a su lado. Rompieron amistosamente, él se casó, tuvo hijos pero una fatal leucemia acabó tempranamente con su vida. Marta lloró su muerte, cuando ya su corazón estaba al lado de un singular matador de toros malagueño, dotado de arte pero de muy irregular y guadanesca carrera taurina, Javier Conde. Una cantante popular y un torero siempre era pareja bien acogida en las páginas de las revistas rosas. Ambos, de un fuerte carácter: terminaron cada uno por su lado y el diestro halló en Estrella Morente a su "media naranja", con la que formaría un sólido matrimonio, sin fisuras. Entre tanto, Marta Sánchez se casó por vez primera con el propietario de un restaurante, el argentino Jorge Salatti, unión que duró solamente un par de años, entre 1994 y 1996.
Por supuesto que Marta Sánchez era permanente objeto fotográfico de los reporteros. Pasaron unos años hasta que volvió a contraer nuevo matrimonio, esta vez con con publicista, Jesús Cabanas, con quien tuvo a su hija ya citada, Paula. Igual fracaso sentimental para la cantante. A su vida llegó otro galán, Hugo Castejón, del que recordamos su paso por "Gran Hermano Vip". Se fue Marta varias temporadas a Miami. Echaba de menos a España en esos tres años de ausencia, pero no perdió el tiempo, ni en su faceta de cantautora ni en el amor, pues se emparejó con un atlético músico negro, batería del conjunto Duran-Duran, llamado Sterling Campbell, que hizo muy feliz a nuestra compatriota. Y a su lado, ella fue noticia al ser sorprendida por dos sabuesos del periodismo gráfico, en paños menores junto a su Sterling del alma, que navegaba en pelotas. Aquellos esforzados reporteros, que hasta uno de ellos hizo casi submarinismo para lograr sorprender a la pareja muy compenetrada, consiguieron un material gráfico que no fue del agrado de Marta. El que llegó a la mesa del director de Interviú, que llevaba meses y meses tratando de pagarle setenta y cinco millones de pesetas si se avenía a posar como su madre la trajo al mundo, a lo que la diva se negaba. Y llegó la ocasión para que Marta llegara ya a un acuerdo con la revista del despelote, con un bien conseguido trabajo del gran fotógrafo César Lucas. Eso sí, los de Interviú rebajaron la oferta, y ya no la compensaron con setenta y cinco "kilos" de billetes. Nunca se pudo confirmar si percibió sesenta, cuarenta o treinta y cinco millones de "pelas". Incluso esta cifra, que parece fue la definitiva, aunque tengamos nuestras serias dudas, no estaba mal para sus bolsillos, por tan sólo posar unas horas ante César. A su padre, el cantante Antonio Campó, ver a su hija "en traje de Eva" le dio un zamacuco y estuvo una larga temporada sin hablar con ella. Lo que logró Marta Sánchez entonces, año 1991, aparte de embolsarse tantos millones, es que los camioneros de toda España pegaran el desplegable de la revista en sus respectivas cabinas. Pósters que todavía siguen colgados entre la mugre de las paredes de infinidad de talleres mecánicos. Así que Marta Sánchez pasó a ser considerada musa del erotismo.
Muy celosa de sus inversiones hallaría pretexto suficiente para enmendarle la plana a los de Interviú. El contrato para desnudarse no contemplaba que ese material gráfico fuera parar a otro medio periodístico, en este caso el diario Claro, de efímera vida en los quioscos. Pleiteó ella y ganó el juicio, obligándose los de la revista demandada a indemnizarla con otro buen "pico". Interviú, pagó, pero durante distintas temporadas, según contrato también, reprodujo las veces que a sus directivos les vino en gana, imágenes de aquel lucrativo posado. ¿Cuántos santos varones, como decía Tip, se regodearon con aquellas, guardando incluso los ejemplares del semanario, ocultándolas de la vista de sus "parientas"? ¡Millones…! No sé si fuí yo mismo u otros cronistas quien escribió aquello de que ella era "el sueño erótico de muchísimos españoles".
Prosigamos la biografía sentimental de esta mujer de bandera. Tuvo otros "ligues"pasajeros (puntuales, que dirían los ignorantes de nuestro rico pero ya maltratado idioma, confundiendo el horario con las témporas), uno de ellos con el interiorista Dani Terán, que la asesoró en la decoración de su vivienda, por la que luego iba de vez en cuando a ver a su cliente ya únicamente como amigo íntimo. Y así, fue pasando el tiempo y nuestra admirada Marta sumó más éxitos discográficos. Ya casi desconfiaba de que fuera a encontrar el verdadero amor cuando hace tres años, más o menos, acudió a una fiesta de cumpleaños de Emiliano Suárez, de la familia de prestigiosos joyeros de Madrid. La celebraba éste en Tarifa, que aparte de aquella hazaña que leíamos en la escuela acerca de Guzmán el Bueno y su hijo, tiene fama por sus aguas levantiscas ideales para la práctica del "surf". Pues en tan bonita ciudad, en un local conocido como "Carbones 13", el anfitrión presentó a su buen amigo Federico León Sierra, interesado en conocer a la cantante rubia. Resultó un providencial encuentro para ambos (no ambos dos, que siguen diciendo los mismos de "puntuales"). Y locos el uno por la otra, y al revés también, han seguido viéndose las veces que sus respectivas profesiones lo han permitido. Porque él es un activo empresario canario, nueve años menor que Marta (que tiene cincuenta y cinco), administrador único de una empresa de eventos, agencia asimismo de comunicación y relaciones públicas, "Do The Right Thing", y con otros intereses comerciales también. Atractivo, de cabellos medio rubiascos. Hacen muy buena pareja, no hay dudas de que se atraen. Como las moscas a la miel. La prueba es que en sus redes sociales, ella no vaciló en escribir: "Orgullo es lo que siento poor ti". Olé, Olé…
Conmovido Federico, el día del último cumpleaños de Marta, puso en un dedo de la mano derecha de la cantante un valioso anillo. Cuando alguno de los presentes murmuró aquello de si era una joya "de pedida", ella, un tanto ruborizada, lo negó, mirando a su novio, arrobada. Porque lo que tiene claro, aunque en asuntos del amor todo es posible, es que no quiere tropezar por tercera vez en la misma piedra; léase la del casorio. ¡Te queremos, Marta!
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