En la tarde del 14 de enero pasado moría a los ochenta y un años la gran actriz Carmen de la Maza, pionera de los primeros programas dramáticos de Televisión Española, que también dejó destellos de su arte interpretativo en los escenarios y, con menor proyección, también en el cine. Viuda y con tres hijos, fue pareja de José Luís López Vázquez, el último amor del recordado actor.
Carmen Sáinz de la Maza y de la Serna había nacido en 1940 en San Sebastián, descendiente de una ilustre familia. Era nieta de la escritora Concha Espina, emparentada con periodistas de rango como lo fueron Víctor de la Serna, padre, y sus descendientes. E hija de Regino Sáinz de la Maza, que estrenó el "Concierto de Aranjuez", del maestro Joaquín Rodrigo. Traté algo a Carmen en los estudios de Prado del Rey, donde grabó infinidad de obras clásicas en Primera Fila, Estudio 1 y Novela, cuando aún en blanco y negro se emitían espacios de gran calidad, hoy añorados. La actriz me confió: "Yo recitaba versos de mi abuela con mis trece años durante los veranos que pasaba en familia en el pueblo montañés de Mazcuerra, que finalmente cambió de nombre, Luzmela, porque así aparecía ambientada una de sus mejores novelas (La chica de Luzmela). En España nunca se le hizo justicia a Concha Espina, cuya obra novelística e incluso teatral ha sido traducida a varios idiomas, siendo lectura obligada en algunas Universidades americanas, caso por ejemplo de su novela La esfinge maragata.
En el tiempo de aquellas lejanas entrevistas, cordialísima siempre, Carmen, se había despojado parte de su primer apellido, acortándolo como Carmen de la Maza para su carrera artística, lo que por supuesto no suponía "olvidar" el de su padre, el ya mentado magistral concertista de guitarra clásica Regino Sáinz de la Maza, acerca de quien me decía: "Fue muy amigo de Federico García Lorca, del que conservaba muchas cartas y dibujos. Los conservé amorosamente cuando mi padre falleció".
Desarrolló Carmen de la Maza una intensa actividad teatral en montajes de lujo: El rey Lear, Las mujeres sabias, El Tartufo, Después de la caída… Y no digamos en Televisión Española, insistimos. La recordamos, - uno de los muchos espléndidos trabajos suyos – por ejemplo en Juncal, donde con su elegancia habitual era la paciente esposa del protagonista encarnado por Paco Rabal. El personaje, que era una dama cordobesa, se lo proporcionó el extraordinario escritor, guionista y director, Jaime de Armiñán. Admiraba a Carmen, de ahí que contara con ella para algunas de sus películas, por ejemplo "El septiembre".
Carmen de la Maza fue espaciando sus apariciones artísticas ya en el primer decenio del presente siglo, despidiéndose del teatro en 2006 con la obra dramática Buenas noches, madre, con el mismo papel que había estrenado Mary Carrillo. Lo mismo hizo para la pequeña pantalla dos años después, con una colaboración en la serie Hospital Central. Su postrera película, Todo lo que tú quieras, está fechada en 2010.
Se había casado con el director cinematográfico murciano Agustín Navarro, con quien tuvo tres hijos. Enviudó en 2001. Fue dos años más tarde cuando tras formar pareja teatral con José Luís López Vázquez en la comedia Cena para dos (que anteriormente el actor había dado a conocer junto a Julia Gutiérrez Caba) Carmen de la Maza fue simpatizando íntimamente con él hasta formar una singular pareja sentimental. Porque se veían asiduamente… pero sin la convivencia que parecía lo más natural. ¿Quién de los dos se negó a ello? Nunca lo confesaron, desde luego, pero sospecho, conociendo a José Luís, que era cosa de éste. Acaso por protegerse de posibles cuchicheos, con el consabido "qué dirán de nosotros, a nuestra edad, juntos bajo el mismo techo...".
De una biografía autorizada de José Luís López Vázquez, llena de felices hallazgos, que se publicó en 2010 firmada por Luís Lorente, recojo algunas reflexiones del actor, quien definía como "un encuentro mágico" su relación con Carmen de la Maza. Escribió él, incluso, un pequeño texto sobre el particular: "Y aquí estamos, sin pretensiones, sin proyectos trascendentes, sin otro futuro que el momento grato de cada día a través del teléfono las más de las veces, de nuestra conformidad y lealtad sobre todo". Recogía Lorente otra reflexión de López Vázquez, elemental desde luego: "Lo que sí tengo claro es que compartir casa implica asumir dos pautas de convivencia fundamentales, la tolerancia y la comprensión". Reconocía haber optado por no convivir con ella: "Nuestra relación es especial a todos los niveles… Carmen es una mujer admirable y con ella todo ha sido desde el principio fácil, lleno de armonía, un regalo maravilloso de la vida… Cada relación es diferente y en la nuestra existe afinidad de gustos, de opiniones, de maneras de ver y percibir las cosas".
José Luís López Vázquez vio su salud paulatinamentente resquebrajada, y Carmen no lo abandonó en sus días finales. Como es lógico, se sintió muy afectada. Ya retirada de su profesión, viendo pasar los días entre la nostalgia y la aceptación luego de su grave enfermedad. Pensaba asistir a un homenaje a José Luís al cumplirse el centenario de su nacimiento, el próximo 11 de marzo. Internada en más de una ocasión hasta que sus ojos se han cerrado para siempre.