Con el fallecimiento de Manolo Santana el pasado sábado, a los 83 años, se ha quedado huérfano no solo el mundo del tenis, sino también sus cinco hijos que, a pesar de no tener relación con él en los últimos años, en estos momentos lloran destrozados la inesperada muerte de su padre.
Beatriz, Manolo y Borja -fruto de su matrimonio con Fernanda Dopeso-, Bárbara -la hija que tuvo en común con la azafata de vuelo Bárbara Oltra y cuya existencia no trascendió públicamente hasta que la niña tenía seis años- y Alba, hija del tenista y la inolvidable Mila Ximénez, que con 37 años y con apenas seis meses de diferencia ha perdido a sus dos progenitores.
Alba llevaba varios años sin hablarse con su padre pero, desolada tras esta pérdida que nunca habría imaginado, ha viajado este lunes desde Ámsterdam (donde reside con su marido y sus dos hijos), a Madrid para estar presente en el último adiós que el mundo del tenis dará a la leyenda de Manolo Santana este lunes en la pista que lleva su nombre en la Caja Mágica.
Al igual que Alba, sus hermanos Beatriz y Manolo tampoco pudieron estar presentes en la capilla ardiente de su padre en Marbella, pero hoy acudieron al homenaje que el tenista recibirá en la capital. A quienes sí pudimos ver en el Real Hospital de la Misericordia, sin embargo, fue a los dos hijos más desconocidos y menos mediáticos de Manolo: Borja y Bárbara.
Intentando pasar desapercibido y visiblemente afectado, en primer lugar llegaba Borja que, tras unos minutos despidiéndose de su padre, abandonaba la capilla ardiente sin querer hacer declaraciones a la prensa. "Un millón de gracias a todos", agradecía el pésame de los medios de comunicación congregados a las puertas del velatorio, pidiendo por favor respeto en estos complicados momentos para la familia: "Yo creo que si os pusieseis en mi lugar entenderíais que no me apetece mucho hablar, entendedme. Pero os lo agradezco".
Poco después era a su hija menos conocida, Bárbara Santana Oltra, a la que veíamos abandonar desolada la capilla ardiente tras varias horas en el interior en las que la vimos conversar cariñosamente con la viuda del tenista, Claudia Rodríguez. Al igual que su hermano Borja, la joven agradecía la presencia de la prensa pero señalaba que "nunca he hablado de mi vida y nunca voy a hablar. Yo he venido a despedir a mi padre".
En torno a las 14.15 horas de este lunes Alba, visiblemente abatida, aterrizó en Madrid procedente de Ámsterdam para acudir al homenaje en la Caja Mágica. Completamente de luto, portando una pequeña maleta y con unas enormes gafas de sol negras para ocultar su tristeza, Alba agradeció el pésame de la prensa que la esperaba en el aeropuerto de Adolfo Suárez Madrid Barajas y, confesando que "es un momento muy difícil", explicó que aunque "no tenía comunicación" con su padre, por "el cariño" estaba aquí "para despedirle".