Cuando Bordiú era Carmen Rossi: el dotado anticuario que supo hacerla feliz
El matrimonio Rossi-Martínez Bordiú acabó en 1994. Pero incluso después la relación entre ambos fue excelente.
Aunque separados desde 1994 tras diez años de su matrimonio civil, Carmen Martínez Bordiú sentía hacia Jean Marie Rossi, que acaba de fallecer en París a los 91 años, un profundio respeto. No sólo por haber alumbrado una hija en común, Cinthya. Es que el anticuario francés, que le llevaba veintidós años, fue el gran amor de su vida.
Realmente Carmen ha sido siempre una mujer libre que, como decía su madre, amén de que fuera cariñosa y buena persona, siempre ha llevado una vida sentimental intensa que nunca sen su cabeza. Hizo siempre lo que le vino en gana. Mas esos diez años de unión con Jean Marie Rossi sujetaron sus ansias de perpetua aventura. Probablemente ella necesitaba estar al lado de un hombre mayor que hiciera "de padre" suyo. El auténtico, Cristóbal, marqués de Vllaverde, nunca la comprendió. Se llevaron "a matar". La obligó a romper con su novio, del que estaba muy enamorada, para casarla con Alfonso de Borbón, en la falsa creencia de que podría ser Reina de España. Carmen, divorciada en 1982 del príncipe, voló a sus anchas de la mano de Jean Marie Rossi.
Harta de convivir con el sosaina del Duque de Cádiz, Carmen se fue de crucero por las costas italianas. Y allí fue donde conoció al anticuario Rossi. El amor surgió en seguida entre ambos. Ella quería a toda costa terminar con su fracasado matrimonio con Alfonso de Borbón. Y no le importó ponerle los cuernos. Embarazada de cuatro meses se casó con Jean Marie Rossi en 1984. Y al año siguiente tuvieron a su hija Cinthya. Vivían a ocho kilómetros de París, en el pueblecito de Rueil-Malmaison, en un edificio donde también tenía su piso la anterior esposa del anticuario, Bárbara Hottinguer, quien seguía trabajando con su ex en su negocio, la tienda "Aveline", en buena armonía. Carmen Rossi, que ya había adoptado el apellido de su esposo siguiendo la costumbre francesa, se encontraba muchos días con la señora que le precedió como mujer de Jean Marie. Mantenían entre los tres una civilizada relación sin dar paso a celos de ningún tipo. Cuando Mathilde, hija de Rossi y Bárbara murió en un desgraciado accidente en el mar, Carmen fue la primera en apoyar a sus padres en el dolor.
Carmen Rossi acompañaba a su marido a la tienda parisina donde su presencia era puramente decorativa, pues sus conocimientos en piezas antiguas, el negocio de su marido, eran nulos. Lo que sí hacía ella era posar junto a Jean Marie cuando los reporteros españoles la acosaban en pos de reportajes rosas. Para ¡Hola!, Carmen guardaba las mejores exclusivas, no en vano estaba en nómina de la revista.
La vida de Carmen Rossi en París se limitaba a asistir a alguna exposición y pasear a diario por los jardines cercanos a la tienda de su marido. A las cinco de la tarde volvía a casa porque a esa hora regresaba del colegio su hija Cinthya. Un incidente la tuvo entristecida un tiempo. Fue al regreso a París desde Madrid, adonde había ido para ver a sus hijos Fran y Luís Alfonso, cuando se encontró que en su nuevo hogar parisino habían desaparecido sus joyas. Uno o más ladrones se apoderaron de una serie de valiosas piezas, que no estaban aseguradas, entre ellas un sortija de oro y brillantes, regalo de su abuela, doña Carmen Polo de Franco, el día de sus esponsales con el duque de Cádiz. Lo robado ascendía a treinta y cinco millones de pesetas.
La familia de Carmen nunca contempló con buenos ojos el rumbo que había decidido en su vida. Su abuela, la viuda de Franco, nunca quiso recibir en su casa de la madrileña calle de hermanos Bécquer a quien era el nuevo marido de su nieta, sabedora de que ese señor ya se había divorciado dos veces y más parecía el abuelo que el esposo de su nieta favorita. Pero a Cynthia, la niña del matrimonio, la tuvo entre sus brazos. La madre de Carmen, marquesa de Villaverde, sí que conoció a su nuevo yerno. Entre tanto, Alfonso de Borbón, tan caballeroso siempre, esbozaba en privado imprecaciones de todo tipo dirigidas a quien fue su mujer. Lógico y comprensible.
Jean Marie queda dicho que con su edad y conocimientos supo conquistar a Carmen. Podría decirse que fue su Pygmalion, quien le abrió los ojos a otras experiencias para ella desconocidas. Se rumoreó que, aparte de su vasta cultura, era un hombre bien dotado que hizo muy feliz a la un tanto poco versada en el sexo nieta del general Franco.
Carmen Rossi tuvo siempre fama de derrochona: le volvía loca comprar en las tiendas de grandes firmas. Jean Marie la ató en corto en ese sentido. No le pagaba ni un franco porque lo ayudara en la tienda y le racionaba el dinero. Un tacaño de narices. Ella tiraba de su cuenta bancaria por los ingresos que le reportaba "¡Hola!" Cobraba un millón de pesetas al mes. También colaboró una temporada con Antena 3, cadena que le reportaba 300.000 "cucas" mensuales por sus comentarios acerca de la moda femenina del momento.
Por ,lo demás la relación entre Jean Marie y Carmen siempre fue excelente. Él era un caballero educado, cortés siempre con los periodistas españoles que iban a París a que les contase algún chisme sobre su matrimonio. Todo iba sobre ruedas en aquella pareja. Una madrugada sonó el teléfono en el hogar de Rueil-Malmaison. Lo cogió Carmen, nerviosa, soliviantada: era su 'padre, el marqués de Villaverde, informándole que Alfonso de Borbón había muerto practicando esquí en una estación de Colorao. Fue el 30 de enero de 1989.
El matrimonio Rossi-Martínez Bordiú acabó en 1994. Civilizadamente, quedando como buenos amigos. Cinthya, la niña, quedó en París, pero su madre la veía con frecuencia. La vida de aquella pareja se desgajó por caminos muy distintos. Jean Marie Rossi volvería a casarse, por cuarta vez, con María Grimaux, hoy su viuda. Y Carmen recobró su apellido de siempre. Pasó un tiempo en Madrid. Se instaló en una finca sevillana con el arquitecto italiano Roberto Federicci. Al que dejó para contraer un tercer matrimonio con un santanderino. Vivió una larga temporada en Cantabria. Se cansó. Tuvo otras experiencias. Con un divertido chatarrero estuvo unos meses. En la actualidad reside en una urbanización del parque natural de Sintra-Cascais junto al australiano Tim McKeague, treinta años menor, que podía ser perfectamente su hijo. En el recuerdo le quedan sus diez mejores años con el hombre de su vida, al que más ha querido, quien ya está en el otro mundo: Jean Marie Rossi.
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