Danny Daniel, de nombre Daniel Candón de la Campa, nacido en Gijón hace setenta y nueve años, es uno de los cantautores románticos más importantes de la década de los 70, cuando estrenó melodías que aún se recuerdan, caso de "Por el amor de una mujer", la más conocida de todas ellas, "Dieciséis años", "El vals de las mariposas", "Viento del otoño"… Se inspiró para componerlas en algunos de sus muchos amores. Lleva residiendo en Miami desde 1979. Está felizmente casado, tiene cuatro hijos (uno de ellos ya con cuarenta años, que lo convirtió en abuelo) y es ahora noticia por haber demandado nada menos que a una importante multinacional discográfica y a la mismísima Sociedad General de Autores de España (SGAE), defendiendo que los rumberos gitanos franceses Gipsy Kings plagiaron la gran creación del artista asturiano, ya mencionada :"Por el amor de una mujer".
La relación con la música de Danny Daniel se produjo siendo un mozalbete, cuando su padre, advirtiendo el interés del "guaje" lo matriculó en una escuela para cursar tres años de solfeo y, además, le regaló un acordeón. No obstante, de jovencito fue olvidándose de aquella vocación para orientar su futuro hacia el fútbol, destacando como delantero en el equipo de su ciudad natal, donde entre otros compañeros que llegarían a figuras se encontraba el recordado Quini. Una lesión importante sufrida por Danny le obligó a dejar su sueño deportivo para siempre. Y luego, ya encaminó sus pasos hacia la canción romántica.
Su biografía amorosa tiene tintes novelescos. Una novia que tuvo en Gijón con la que pretendía casarse lo dejó. El abandono tal vez tuvo que ver con su inveterada pasión por las mujeres, sin centrarse en una sola. Aquella jovencita fue la que le inspiraría años más tarde la historia de "Por el amor de una mujer". Ella, o quizá otra asturianina, fue quien le regaló un ejemplar de "Rimas y leyendas", de Gustavo Adolfo Bécquer, cuya lectura le llevó a Danny a componer sus primeras creaciones musicales.
Amigo de correr aventuras de todo tipo dio en viajar a tierras nórdicas cuando muy afectado por su lesión futbolística y antes de decidirse por convertirse en profesional de la canción, quiso poner tierra por medio y abandonar Asturias, que por otra parte siempre llevó prendida en su corazón y en su memoria. Y en Suecia continuó con sus conquistas femeninas. Inger fue una de ellas. Se ganaba la vida Danny por entonces cortando troncos, dada su musculatura, y en una fábrica de celulosa. Un aciago día fijó una cita con Inger, que residía lejos de donde se encontraba Danny. Y en el camino, cuando iba a reunirse con él, Inger se estrelló con el coche que conducía muriendo en el acto. Un duro golpe para él, quien quiso superar tal drama retornando a España. Eligió Palma de Mallorca, donde trabajando de camarero en un celler también entretenía a la clientela turística guitarra en mano, interpretando canciones populares. Afianzado en esa faceta comenzó a componer baladas. Y fijó finalmente su residencia en Madrid que, a finales de los años 60, ya era la capital con mayores oportunidades para cantantes noveles.
Dedicado por entero a su trabajo como cantautor tuvo dos casas de discos en esos años con las que en la primera mitad de la década de los 70 (los títulos mencionados al principio) fue pronto un intérprete popular, con sus grabaciones de contenido sentimental que lo llevaron a los más importantes programas radiofónicos y televisivos. En esa época Danny Daniel vivió un romance con la cantante de color Donna Hightower, especializada en música religiosa, el gospel, que entre nosotros obtuvo notoriedad con las canciones que él le componía, por ejemplo "Este mundo es un conflicto" o "El vals de las mariposas", que interpretaron a dúo.
Siempre cambiando de compañera cada tres o cuatro años Danny dejó a Donna y formó otras parejas. Una de ellas le duró unas temporadas, la rubia de origen argentino Marcia Bell, que había recalado en Madrid de la mano de Camilo Sesto, quien la ayudó cuanto pudo para darla a conocer como cantante. Por un tiempo, efectivamente gracias a ese apoyo del recordado ídolo alcoyano, Marcia se convirtió en una artista conocida a través de la televisión. Su idilio con Danny Daniel le aportó más popularidad hasta que finalmente rompieron y ella, poco a poco, fue olvidada. Llegaron a confesarme que habían perdido un hijo; lo que, cierto o no les sirvió para ser portada en Semana.
Danny Daniel, que en Hispanoamérica gozaba de mucho tirón entre sus admiradoras, se estableció en Miami finalizando los años 70. Fue cuando se enamoró de una belleza llamada Rocío Castilla, que había sido Miss Guayaquil, Tuvieron un hijo, morenito. El matrimonio duró cuatro años. Danny se trajo a España al niño, pero dejó desconsolada a su "ex". Y ésta tramó una forma de recuperar al crío. Porque ciertamente Danny había cometido un delito: raptar a su hijo. Pudo haber llegado a un acuerdo por vía judicial: compartir la custodia del pequeño. Mas no lo hizo. Su suegro hizo un viaje a Madrid y se citó con Danny con el propósito de abrazar solamente a su nieto. Almorzaron los tres. Tras los postres el señor Castilla urdió quedarse a solas con su nieto en la calle para hacerle unas fotografías. Y en un descuido abuelo y nieto huyeron hacia el aeropuerto de Barajas y, si te he visto no me acuerdo. Danny no volvió a ver a su hijo hasta que éste cumplió veinticinco años. Y después nunca más se encontraron.
Danny Daniel, ya establecido en Miami de nuevo en la década de los 80, actuaba en países de habla española, y grabó nuevos discos de su cosecha manteniendo su prestigio con su potente voz y su carisma. Las historias de sus baladas cantaban el desamor, pues sostenía que eso era lo que más captaba la atención de sus seguidores, en vez de idílicas historias. Nunca dejó de viajar a España, lo que vino haciendo hasta el presente cada dos o tres años. Volver a su tierra, con la nostalgia siempre, le "recargaba las pilas", como suele decirse coloquialmente. Por cierto, a modo de curiosidad: hay otro cantante de nacionalidad colombiamna, que se llama también Danny Daniel.
Fue en 1986 cuando el gijonés encontró a la que iba a ser la mujer de su vida, Pity Betancourt, venezolana. Sigue siendo su pareja, su gran amor. Son padres de tres hijos. Nada hace pensar que Danny vuelva a aquellas viejas andadas de ir cambiando de pareja como quien renueva su coche. Pity lo ayuda en su carrera y está pendiente de cuanto le ocurre a Danny profesionalmente. Por ejemplo, defendiendo sus derechos de autor, causa judicial por la que Danny viene luchando desde 1992. Entonces se enteró que los Gipsy Kings habían plagiado "Por el amor de una mujer", cambiándole simplemente el título por el de "La Dona", y el ritmo de rumba aflamencada.
Los Gipsy Kings ya habían plagiado, tiempo atrás, otra rumba, "Obí-Obá", de Enrique Vargas "El Príncipe Gitano". Y éste la emprendió contra sus hermanos de raza franceses. Recuerdo al cantaor valenciano contándome la demanda que suscribió contra ellos el día que me había citado en casa de una de sus hijas, llamé a la puerta, y al abrirse, un enorme perro se abalanzó hacia mí: "¡’Quieto, Obí…!" le gritó Enrique. Y es que "Obí-Oba", el título de su rumba, compuesta por él y su cuñado Enrique Castellón (marido de Dolores Vargas) era el nombre de aquel can que me diera un tremendo susto.
Danny Daniel llegó en un principio a un acuerdo con la multinacional Warner y la SGAE, percibiendo como indemnización cuarenta mil euros. Pero después, el cantautor creyó haber sido estafado y prosigue su lucha en los juzgados pensando que los Gipsy Kings y la casa de discos mencionada se han lucrado con muchos millones, según él, que le correspondían. Y acusa a la SGAE por no haber defendido sus derechos.