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Alberto Garzón, el ministro del engaño: un comunista con bodorrio, luna de miel de lujo y mujer influencer

Al comunista le gusta el lujo y no cree en lo que proclama. Lo demostró en su boda y posterior luna de miel. Anna Ruíz le acompaña en ese camino.

Pamelas y confetti para recibir a los novios. | EFE

El controvertido Alberto Garzón se postula como ministro estrella. No sabemos si la pretensión irá con el apellido, pero va por el camino de superar al exjuez (aunque, ojito, que acabó condenado por prevaricación). Funciona a golpe de portada y anuncio sorpresa. Y todos en contra de la empresa privada. El último, un rejón que asestó al sector alimentario este mismo jueves.

Sin previo aviso, comunicó su decisión de prohibir la publicidad de dulces, postres, zumos y otros productos dirigida a los menores. Algo que ha generado malestar e indignación entre los productores de alimentos y bebidas. Llevaban un año de conversaciones. De hecho, se habían reunido un día antes y el señor Garzón les dijo en su cara que no había nada decidido. Les prometió debate y consenso. Pero les engañó.

Indignación en el sector alimentario ante la traición de Alberto Garzón

Aunque a pocos habrá sorprendido. Garzón ya nos tiene acostumbrados a sus mentiras y contradicciones. Casi podríamos hablar de vidas paralelas, o desdoblamiento de personalidad. Así lo demostró incluyendo un buen solomillo de ternera a la brasa en el menú de su multitudinaria y fastuosa boda, tras emprender una auténtica cruzada contra el consumo de carne. "Menos carne, más vida", llamó a la campaña.

Él justificó la medida alegando que la tomaba por "la salud de nuestro planeta". Llegó a acusar a los productores de carne de perjudicar el medioambiente con su actividad... Imaginamos, por poner un ejemplo, que el avión en el que el defensor de las energías renovables voló con su mujer para pasar la luna de miel en Nueva Zelanda, las antípodas de España, no usaba combustible.

También podríamos hablar de las espectaculares pirámides de chocolate con la que endulzó la celebración. Un postre cargado de ese azúcar que ahora demoniza para agasajar a los invitados al enlace. Y es que Alberto Garzón se ha convertido en el ministro del engaño. Pero eso no es lo peor. Nos toma por tontos. De otra manera no se explica que después de un mes de vacaciones en la isla del Pacífico se atreviera a decir que había sido una luna de miel como la de "cualquier español". Al comunista le gusta el lujo y la ostentación, aunque no lo reconozca.

Esto es lo que cuesta una luna de miel como la de Alberto Garzón

Reflejo de ello fue la celebración de su enlace con Anna Ruíz: cerca de 300 invitados, siete menús distintos (en los que no faltaron el bogavante ni el solomillo de ternera), invitados VIP (la crème de la crème de la izquierda, actores y otros artistas incluidos) y una luna de miel de ensueño.

Su mujer también parece sentirse cómoda en ese entorno. De hecho, a la vista de sus publicaciones en Instagram, podríamos decir que está encantada con la popularidad y con estar en el foco mediático. El perfil de Anna Ruíz no es el de una doctora al uso, desde luego. La vemos posando, con y sin sus hijas (Olivia y Chloe, de 3 y 1 años), en distintas situaciones. Imágenes relativamente cotidianas pero muy cuidadas y estudiadas. Fotos más propias de una influencer que de una sanitaria.

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