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Rihanna perdona a su padre retirando la denuncia por estafa

Ronald Fenty firmaba contratos para que su hija cantara en determinados escenarios sin su consentimiento.

Ronald Fenty firmaba contratos para que su hija cantara en determinados escenarios sin su consentimiento.
Rihanna | Gtres

Un caso algo parecido con Britney Spears, enfrentada a su progenitor por aprovecharse de cuanto ella gana cantando, le ha sucedido a su colega Rihanna, una de las divas del pop urbano. El pasado 23 de septiembre estaba fijada la vista tras la acusación contra su padre, para probar que se había apoderado de una respetable cantidad, quince millones de dólares. Pero ha retirado la denuncia, lo que no significa que vaya a recuperar tan elevada cifra; dinero que Rihanna le reclamaba por el perjuicio causado.

Resulta que Ronald Fenty, que así se llama el en principio encausado, preside una empresa, desde la cuál firmaba contratos para que su hija cantara en determinados escenarios. Rihanna era completamente ajena a esos compromisos. Hasta que se enteró que, en su nombre, la utilizaba para embolsarse lo que en rigor a ella le correspondía, en caso de actuar en diversos lugares de Los Ángeles. Ni hubo tales conciertos pero sí por adelantado el vivales del señor Fenty cobró los quince millones de dólares que citábamos al principio. Feo asunto que Rihanna ha decidido olvidar, perdonando a su padre de un intolerable abuso y apropiación indebida.

No ha sido ese procedimiento judicial la única peripecia del caradura padre de la diva del pop. Aprovechándose de la fama de su hija quería construir un tinglado de hoteles, utilizando dinero de ella. Hacía tiempo que Rihanna tenía registrada una marca, que es la que utilizaba el padre para operar sin el permiso de su confiada hija. Personada ella en la oficina de patentes de Estados Unidos quedó aclarado que el padre, ni nadie, podía hacer suyo el registro de su propiedad para hacer negocios a costa de Rihanna. Eso es lo que hemos sabido, porque quién sabe si Ronald Fenty no la engañaba desde mucho tiempo atrás.

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Robyn Rihanna Fenty nació hace treinta y tres años en un humilde barrio de las Islas Barbados. Vivió la tormenta surgida entre sus padres, que se separaron porque el señor Fenty se emborrachaba a diario. Y, cuando le era posible, se ponía morado de cocaína. En ese ambiente fue creciendo la futura estrella del pop, quien en 2004 ganó un concurso de belleza, que le sirvió como trampolín para darse a conocer en el mundillo musical. Su primer disco, Good Girl Gone Bad, aparecido un año antes, ya le sirvió para que la consideraran un símbolo sexual. Las letras de sus canciones eran atrevidas. Su música siempre fluctuó entre los ritmos del pop, reggae, hip hop, techno, new age, r&b, fusionando con ellos la música caribeña.

La puesta en escena de sus canciones se basaban en una exhibición de ropa muy atrevida, que ella misma diseñó siempre; vestidos con los que Rihanna se ufanaba de ser una avanzada de la moda. La sensualidad de ella está presente desde sus primeros tiempos hasta el presente. Por eso algunos críticos la han comparado con Beyoncé, otro símbolo sexy, aunque Rihanna, alabando el estilo de su competidora, declara que son diferentes. Para reafirmarlo, cambia continuamente de imagen. Provocativa en todo momento.

Si como cantante ha conseguido elevarse al trono de las más cotizadas cantantes, a partir sobre todo de su éxito Umbrella, en los negocios al margen de la música ha demostrado ser una empresaria afortunada. Tiene una línea de ropa, lencería y cosmética y cuidado de la piel que le ha rendido elevados dividendos. Con productos de maquillaje que se comercializan en muchos países, incluido España, por supuesto. Tal han sido las ventas, que Rihanna se ha permitido permanecer cinco años ausente de los estudios de grabación y las galas. La revista Forbes la sitúa entre las cantantes más ricas de los Estados Unidos. Multimillonaria sobre todo por esa empresa antedicha, se le calcula un patrimonio de mil cuatrocientos millones de dólares. Así se explica que pueda mantener dos pisos fabulosos, uno en Los Ángeles y otro en Londres.

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Rihanna y su pareja actual. A$ap Rocky

Una belleza espectacular como la suya presupone que haya tenido un sinfín de pretendientes. El primer novio se llamaba Negus Sealy. Rihanna sólo contaba veinte años. A partir de entonces, artistas de color como ella se la rifaban. El más conocido, Chris Brown, rapero, se convirtió en su amor maldito. Se peleaban continuamente hasta el punto de que él le daba unas palizas de órdago. Una vez le cruzó la cara hasta producirle heridas de importancia, rompiéndole la nariz. Fue cuando Rihanna lo denunció, intervino la policía, se llevó al maltratador a la cárcel y un juez lo condenó a cinco años de libertad condicional. RiRi, como es llamada familiarmente, recordaba cómo su padre maltrataba así a su madre, abusando de ella.

Tuvo Rihanna otros enamorados, como el rapero Drake; Ashton Kutcher, el ex de Demi Moore; el deportista Matt Kemp; el piloto Lewis Hamilton… Con Leonardo DiCaprio también se la relacionó unos meses, pero ya se sabe que el rubio galán no se compromete mucho con las bellezas que conoce. En 2015 Rihanna vivió un romance con el futbolista Karim Benzema, al que seguía cuando jugaba con la selección francesa, goleador en las últimas temporadas en el Real Madrid. Otro de sus novios fue el multimillonario saudí Hassan Jameel, entre los años 2028 y 2019. Su más reciente pareja es otro rapero, A$ap Rocky, a quien conoció ocho años atrás, pero no salieron asiduamente hasta hace seis meses. "Es el amor de mi vida", ha confesado Rihanna. Veremos cuánto tiempo le dura esa pasión...

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