La inesperada mudanza de Kiko Rivera y su familia a un nuevo casoplón en Castilleja de la Cuesta sorprendió a muchos la semana pasada. El traslado tuvo lugar de manera sorprendente, sin avisar, sin que el hijo de Isabel Pantoja quisiese explotar el tema en la prensa con la que tan habitualmente trata.
La vivienda, mucho más grande que el anterior chalet adosado, tiene cuatro habitaciones y mucho más espacio para Kiko Rivera, Irene Rosales y sus dos hijas. Pero, a medida que Kiko va publicando imágenes desde su nuevo piso, se van deduciendo algunas de sus características.
Para empezar, la casa tiene varias terrazas, donde Kiko —que ha evitado comentar nuevos rumores de infidelidad a Irene Rosales— tiene planeado entrenar su musculatura con un experto, y probablemente relajarse en su eterno conflicto con su madre. También ha dedicado una de las habitaciones a despacho consagrado a su música, puesto que ha colgado sus discos y premios.
Espacio hay, puesto que la propiedad tiene 330 metros cuadrados —así lo asegura Semana— además de garaje privado, lo que permitirá a Kiko disponer del coche sin tener a la prensa o los fotógrafos a la vista. En total, son 1.300 euros al mes, sin duda provenientes de los ingresos de las polémicas derivadas de los programas de La herencia envenenada de Telecinco.
Debajo de la propiedad, un local comercial que todavía no ha sido alquilado y del que no se ha desvelado ningún dato adicional. De momento, Kiko y su mujer se amoldan a su nueva vivienda mientras finalizan la mudanza y llevan a sus hijas a los primeros días de colegio.