Fernando Fernán-Gómez y cuando Analía Gadé lo dejó para irse con Vicente Parra
Tres mujeres centraron la vida sentimental de Fernando Fernán-Gómez, de cuyo nacimiento se cumplen 100 años.
Fernando Fernán-Gómez hubiera cumplido cien años este 28 de agosto. El centenario de su nacimiento está siendo recordado. Me ocupo de su vida sentimental, no del todo conocida, o ya olvidada, por el gran público. En sus memorias excluye los nombres de sus amantes. Los periódicos y semanarios de sus años de aventuras amorosas eludían esas historias. Le censura franquista no lo toleraba. Únicamente en sus páginas podían leerse los casamientos.
Fernando Fernán-Gómez era hijo de madre soltera; hijo natural, como se tipificaba en el Registro Civil. Su madre, Carola Fernández Gómez (que acortó su primer apellido, lo que mantuvo luego su único hijo) tuvo relaciones con un hombre casado, resultado de las cuales nació Fernando, del que su progenitor nada quiso saber. Tardaría mucho en descubrirse quién era porque madre e hijo lo ocultaron a la curiosidad pública: Fernando Díaz de Mendoza Guerrero, hijo de la mítica María Guerrero. Ésta, viva leyenda del teatro, estando al tanto de las correrías de su hijo, tomó cartas en el asunto. Si su familia no estaba dispuesta a reconocer a un bastardo, consiguió que Carola se marchara de España una temporada de gira con una compañía que le proporcionó aquella. Es posible que mediara algún otro favor, que ignoramos. El caso es que Carola dio a luz en Lima aunque esperó un mes hasta llegar a Buenos Aires, donde fue registrado su hijo como argentino.
Fernando conoció a su padre en circunstancias propias de un vodevil. Le dijeron quién era, fue a encontrarse con él en un teatro, y él le dio un paquete, que contenía un corte de tela de color blanco para hacerse una americana en verano. Era 1940 y no volvieron a encontrarse nunca más. A Fernando Díaz de Mendoza Guerrero le puso los cuernos su esposa y prima, Mariquita Guerrero y él encontró la muerte mientras navegaba en un barco en 1942.
No se tienen noticias acerca de los amores de Fernando Fernán-Gómez hasta que conoció a María Dolores Pradera. En El tiempo amarillo, su libro de memorias, hace hincapié sobre lo difícil que le resultaba encamarse con una mujer. Su noviazgo con María Dolores fue prolongado, casándose en 1947. Las pasaron canutas pues apenas tenían lo justo para ir tirando con lo que cobraban de las productoras de cine. Y cuando ya iban saliendo de la pobreza, se separaron. Dos caracteres fuertes frente a frente. Cinco años duró su convivencia.
En ese tiempo, Fernando vivió un romance con la actriz Maruja Asquerino. Ella lo recordó siempre como un hombre culto, buen actor… y feo. Si tuvo él posteriores relaciones femeninas, como así creemos, ignoramos con quienes, pues nunca mencionó nada en ese periodo, mediada la década de los 50. Hasta que en 1956 coincidió con Analía Gadé en el reparto de la película Viaje de novios. Los dos, protagonistas, naturalmente. Ella dejó a su marido, Juan Carlos Thorry y se lió con Fernando. Parece que cada uno vivía en su piso, pero mantuvieron su pasión hasta 1966. Formaron una sensacional pareja de cine en comedias taquilleras: La vida por delante, La vida alrededor, Sólo para hombres, Mayores con reparos… Ella poseía un encanto especial, belleza rubia, de cintura cimbreante. Como galán cómico, pelirrojo y feo, Fernando no podía quejarse al lado de aquella mujer de bandera. Los dos, argentinos, nacionalidad que él mantuvo hasta los años 80, cuando decidió solicitar la nacionalidad española, algo que hasta entonces nunca le había preocupado mucho.
La ruptura entre Fernando y Analía se produjo por decisión de ella, que lo dejó para irse con Vicente Parra, notorio homosexual. "No me porté bien con Fernando y luego le pedí perdón", adujo Analía años más tarde. Entretanto él se consolaba por las noches frecuentando salas de fiestas, donde es más que probable, dado que ya era un actor conocido, que ligara con la primera que le hiciera caso. Una de ellas, Marisa Paredes, lo admiraba mucho pero no consiguió demasiado. En ese corrido nocturno en el Madrid de los años 60 conoció circunstancialmente en una venta a las afueras de la capital a Ava Gardner. En el grupo estaban Frank Sinatra, Luis Miguel Dominguín y otros amigos. Fernando no dejaba de mirarla. Y ella, sosteniéndole la mirada le soltó una frase en inglés, que el actor sospechó no era agradable. Un vecino de mesa se la tradujo: "Que si quiere usted joder búsquese a otra".
Rodando a comienzos de los años 70 Pierna creciente, falda menguante, Fernando se enamoró de una de las actrices del reparto, la barcelonesa Emma Cohen, veinticinco años más joven que él. Tardó algún tiempo en conquistarla. Lo consiguió, aunque ya siendo pareja ella lo abandonó por algún tiempo, lo que para el afamado actor supuso una depresión que lo llevó de nuevo a las noches de farra y alcohol. Contumaz, no cejó hasta lograr que Emma Cohen admitiera vivir juntos. De habitar en un piso del madrileño paseo de la Castellana Fernando pasó a ser propietario de un confortable chalé en la urbanización de Santo Domingo, cerca del circuito del Race, el de las competiciones de coches. Allí formaron su hogar, donde recibían a amigos frecuentemente. Fernando mostraba con sus conocidos su lado más amable, cordial y generoso, exhibiendo su amplia cultura, el dominio de la conversación trufada de divertidas anécdotas y ocurrencias. Nada que ver con el mal carácter que gastaba en circunstancias imprevistas, incluso con sus colegas de profesión, como contaba Alfredo Landa. La televisión lo machacaba de vez en cuando emitiendo más de una vez aquella escena en el Círculo de Bellas Artes cuando un admirador, libro en mano, pretendió que el actor le firmara un autógrafo y él lo mandó a la mierda. Puedo contar que las veces que estuve con él, siquiera brevemente, disfruté de su bonhomía. Escucharlo era un auténtico placer. La vez que más disfruté fue saboreando a su lado una paella en San Sebastián. El anfitrión le preguntó si había acertado al pedir esa comanda, a lo que Fernando, que se había atrasado al llegar al restaurante, dijo: "Has acertado porque cuando yo voy a Valencia y me invitan, tomo una merluza a la koskera".
Llegado el año 2000 Fernando acusaba serios problemas de salud. Encontrándose en una habitación de la Clínica de la Concepción (hoy de Jiménez Díaz) se casó civilmente con Emma Cohen, en presencia de una secretaria judicial, una enfermera y un amigo de los contrayentes, el crítico, escritor y director cinematográfico Enrique Brassó. Tres décadas duró la pareja hasta que el 21 de noviembre de 2007, a la edad de ochenta y seis años, Fernando Fernán-Gómez dejó este mundo. Con su desaparición, nos dejaba uno de los más grandes actores de la historia del teatro y el cine español.
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