Lo que el padre de María Jiménez le dijo antes de morir
María Jiménez nunca ha olvidado ni ocultado su duro pasado.
Genio y figura cuando escribimos sobre María Jiménez, a quien entrevistamos por primera vez cuando apenas nadie la conocía. De criada en Barcelona, donde también se ganaba la vida cantando en un local cutre, a figura de una sensual rumba pop. Un duro pasado que ella no ocultaba, cuando me contó cómo tuvo a su hija en Sevilla porque se encaprichó de María un señorito ganadero. Cuando dio a luz, el progenitor de la criatura nada quiso saber ni de la madre ni de la niña. Y María la crió en la casa de sus padres. Que eran pobres y acogieron a su nieta con cariño. La futura cantante contaba sólo diecisiete años. "Sentí miedo y confusión". El secreto de la identidad del padre de la criatura lo ha mantenido siempre. A su hija sí le dijo quién era. Tuvo que cumplir con la legalidad vigente: Rocío llevaría los apellidos de María, Jiménez Gallego. "Mi padre fue un poco el de mi hija".
María Jiménez corrió al lecho donde estaba a punto de expirar su padre. Pudo llegar a tiempo de abrazarlo, de tomar sus manos sobre las suyas. Dejó un secreto para María, que Isabel, su hermana, le trasladó: era gitano y por tanto en las venas de la temperamental intérprete corre sangre calé.
"Mi padre era "cuchichi", esto es, medio gitano por parte de padre y yo por tanto tengo cuarta parte de sangre viva y brillante de la que no sólo no me avergüenzo sino que me vanaglorio y que corre dentro de mí, a veces, como un río de fuego".
No quiso el padre de María confesárselo, de ahí que le pidiera a su otra hija Isabel que le confiara lo de que era gitano cuando ya tuviera sus ojos cerrados para siempre. ¿Qué razón tuvo para esconder su nacencia gitana? "Mi padre renegó del suyo, que era gitano, porque se jugó a mi abuela a las cartas y la perdió".
Sabe María Jiménez historias que calló mucho tiempo; recuerdos que aparecieron en su libro de memorias Calla canalla, transcrito por la periodista y locutora María José Bosch. Actuó antes de ser popular en un tablao sevillano del barrio de Santa Cruz, "Los Gallos". Una noche estaba entre los asistentes el gran matador de toros Antonio Ordóñez. Era ya casi de día cuando cerrado el local, Antonio le pidió que lo acompañara a su casa para desayunar junto a su familia. Al llegar, María reconoció aquella vivienda: "Hace años estuve aquí con mi madre fregando los suelos". Asintió la madre y la abuela del torero. María Jiménez conoció a las hijas de Antonio Ordóñez, especialmente a Carmen. Tuvieron buena amistad. Al punto que, según confiesa la cantante, ésta le confió que "Paquirri" estaba a punto de separarse de Isabel Pantoja. Lo impidió la muerte del diestro en Pozoblanco.
Con Isabel Pantoja nunca se llevó bien María Jiménez, desde que la trató a finales de los años 70. "No tenemos ninguna química. Ella ha vendido siempre una moto de segunda mano. A "Paquirri" sólo lo vi enamorado de una mujer y esa era Carmen Ordóñez".
La vida le ha zurrado de lo lindo a María Jiménez: "Se me quitaron las ganas de vivir cuando murió mi hija Rocío, que tenía sólo dieciséis años. Era el 7 de enero de 1985 cuando ocurrió aquel fatídico accidente de automóvil. Entonces, María se refugió en los brazos de su marido, Pepe Sancho, con quien atravesaba entonces una de sus habituales crisis de pareja. Se casaron tres veces, aunque no todas ellas tenían validez: en Sevilla, en Costa Rica y en Nepal. Las dos últimas bodas proporcionaron al matrimonio sendos suculentos cheques bancarios, que pagó la revista Diez Minutos como gran exclusiva. La mala costumbre de los medios que se saltan a la torera los principios éticos para manipular a su antojo algunos acontecimientos personales. María, tragaba: "Pepe me daba una paliza y después me decía: vamos a casarnos otra vez".
Mal acabó la pareja, que había tenido un varón, Alejandro. Se divorciaron. Pepe se unió después a una excelente periodista y escritora. "Mi hijo fue quien descubrió que mi marido me engañaba en nuestra propia casa acostándose allí con la que era su amante". No quiso María años después de estar divorciada acudir al entierro del gran actor Pepe Sancho en su Manises natal. Sí fue Alejandro.
María fue rehaciendo su vida en su casa gaditana, donde han transcurrido sus últimos años con su hijo, que la convirtió en abuela en 2016. Todo le parecía sonreír hasta que un año después luchó contra un cáncer de mama, que logró superar. En 2019 estuvo a punto de morir a causa de una seria obstrucción intestinal. Desde entonces cada día, al amanecer, se siente con ganas de continuar su carrera, cuando ya años atrás, mortificada por el trato que le dispensó su marido, pensó en retirarse de la canción. Y ahí sigue, actuando donde puede en este duro verano castigado por la maldita pandemia.
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