Alonso Caparrós Araujo, hijo del locutor de igual nombre, ha publicado recientemente Un trozo de cielo azul, libro donde cuenta sus dramáticas experiencias como drogadicto. A sus cincuenta años él reconoce que ha salido del infierno y puede contarlo. Y todo gracias a la ayuda que recibió de unas monjas de Filipinas.
Alonso Caparrós hijo conoció la popularidad antes de cumplir los treinta años como presentador de varios programas televisivos de éxito. Quien le facilitó su primera oportunidad ante las cámaras fue María Teresa Campos, en Pasa la vida. Eran los primeros años 90. Más tarde, Alonso se labró su propia experiencia en Menudas estrellas, Furor, La isla de los famosos, La granja, Mira quien baila, Punto pelota, Gran hermano vip… Pero esa notoriedad no supo manejarla como debiera y cayó en el peligroso mundo de la droga: desde los diecisiete años hasta los veinticinco.
Cuando Alonso Caparrós terminaba su programa, se iba derecho a comprar droga. Incluso alguna vez, confiesa, lo acompañaba su pequeña hija Claudia. Alonso se había casado con Elena Alarcón, que acabó dejándolo. Y en ese infierno, Alonso no salía de su ruta diaria, incluyendo sus visitas a prostíbulos de carretera. Los telespectadores que apreciaban su trabajo ante la pequeña pantalla ignoraban la otra vida de Alonso Caparrós.
Gracias a que fue voluntario en un hospital, comenzó a tener en cuenta su grave situación. Después, vino "el milagro". Viajó a Filipinas, conoció una fundación en la que un grupo de monjas atendían a niños enfermos y se sometió a sus cuidados y consejos religiosos. A su vuelta a España, Alonso Caparrós ya estaba alejado de las drogas. Y aunque quien las prueba y reincide puede recaer, la experiencia del presentador con aquellas religiosas la tiene muy presente, ahora que ha vuelto a reanudar su profesión. Tiene una mujer pendiente de su salud, Angélica Delgado, es padre de dos hijos y contempla un futuro esperanzador.
Su hermano Andrés, de cuarenta y siete años, tres años menor que Alonso, también pasó por circunstancias parecidas. Debutó en 1998 en el programa El juego de la oca y después le siguieron otros espacios televisivos en los que fue aumentando su popularidad: La noche, Qué calor, Y tú ¿de qué vas?, La calle no calla para aparecer asimismo en Gran hermano vip. Se embolsó mucho dinero, del que dio buena cuenta malgastándolo en consumo de substancias adictivas. Se evadía de la realidad consumiendo drogas. Cuando peor estaba fue ingresado en la clínica del doctor López Ibor. En un momento de lucidez, se preguntaba Andrés: "¿Por qué no me he muerto?" Lo ayudó su compañera sentimental, que trabaja en un gabinete psicológico. Padre de un hijo, Andrés se ha ido rehabilitando en los últimos meses, cuando quiere recuperar otra vez el sitio que tenía como presentador de televisión, para el que tenía excelentes cualidades.
Los dos hermanos Caparrós han sufrido mucho, qué duda cabe. Y han hecho sufrir también a sus padres. Hace más de un año pudimos contemplar en un programa de Telecinco las invectivas que se cruzaban aquellos con su progenitor y su madre, quienes "entraron al trapo". Es decir, intercambiando acusaciones mutuas. Denigrante espectáculo que no favoreció a ninguno de ellos. Todo parece haberse ya tranquilizado, mas el caso perjudicó mucho al padre, quien mantenía una emisora de su propiedad en Garrucha, su pueblo natal almeriense, hasta el punto de dejar de emitir una temporada. Andrés Caparrós senior fue un locutor de radio muy conocido desde mediados los años 60 , durante un par de décadas. Tenía una audiencia, sobre todo de amas de casa en sus programas matinales de la cadena Ser en Madrid y en Barcelona. Hizo sus pinitos asimismo en televisión. Y grabó nueve álbumes interpretando coplas, unas clásicas y otras compuestas por él mismo.