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Gloria y desgracias de Sylvester Stallone, el actor con aire de matón sin serlo

Stallone acaba de cumplir 75 años. Y lo ha hecho encadenando rodajes y vida familiar.

Stallone acaba de cumplir 75 años. Y lo ha hecho encadenando rodajes y vida familiar.
Con su mujer Sasha y su hermano Frank. | Cordon Press

A los setenta y cinco años cumplidos el pasado 6 de julio, Sylvester Stallone continúa gozando de una gran popularidad como protagonista de una serie de películas en las que siempre están presentes los músculos del actor, su descomunal fuerza para enfrentarse a unos oponentes, generalmente villanos. Ello le ha proporcionado un éxito sin precedentes en todo el mundo, millones de dólares en sus cuentas bancarias, pero asimismo como contraste un atormentado pasado.

Nació en un barrio neoyorquino en el seno de una curiosa familia: un padre peluquero que lo maltrataba, y sobre todo su madre, que llegó a ganarse la vida de manera singular, como trapecista, astróloga, maestra de baile y representante de mujeres practicantes de lucha libre. El nacimiento de Sylvester se produjo con serios problemas, sufriendo parálisis en parte de su rostro, lo que le ocasionaría ya para siempre tener paralizada la parte inferior izquierda de la cara, afectándole a sus labios, lengua y barbilla. Esa es la razón por la que arrastra las palabras y se esfuerza en la pronunciación. Consecuencia de ello fue que tuviera que soportar las mofas de sus compañeros de estudios. Tuvo retrasos en su educación al punto que por esa y otras cuestiones no llegó a obtener el título de bachiller hasta el año 1999. ¡A sus cincuenta y tres años!

Una vez superadas esas limitaciones físicas, Sylvester estaba empeñado en ser Superman. Las películas que rodó el luego infortunado Reeves se las sabía de memoria. Quería imitarlo. Tanto fue así que un día se lanzó desde su terraza al vacío, y no se mató de puro milagro.

Un complejo de inferioridad de su intelecto ha estado muchas veces presente en su comportamiento con los demás. Y el recuerdo de una infancia y adolescencia endurecidas por su padre, un tipo violento que machacaba a su hijo diciéndole que no tenía cerebro, sabiendo en qué circunstancias llegó al mundo. Sylvester se preguntaba a qué podía dedicarse, dado que iba retrasado en los estudios. Probó como futbolista. Y un día pensó que podía ser actor. Para pagarse las clases de Arte Dramático, al comprobar que en su cuenta bancaria sólo tenia veinte dólares, aceptó intervenir en una película porno. Cuando ya era archiconocido, ese filme dio la vuelta al mundo en los canales más sorprendentes.

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Con su amigo Schwarzenegger | Archivo

Se da por cierto que Sylvester no estaba contento con aquella decisión: detestaba ese tipo de películas. En breves apariciones, fugazmente lo vimos en Bananas, de Woody Allen y en un episodio de la serie Kojak, que protagonizó Telly Savalas. Contemplando un día un combate de boxeo de Muhamad Alí, campeón de los pesos pesados, tuvo la solución para su futuro en el cine. Escribió un guión, lo protagonizó y el resultado fue espectacular: Rocky. Era la historia de un malogrado púgil que iba dando tumbos por la vida. Dado que ese filme dio una inesperada cantidad de dinero, la secuela no se haría esperar hasta que de aquel personaje, Rocky Balboa, se rodaron seis títulos. Y cuando ya se creyó que "Rocky" había tocado fondo, Sylvester Stallone encontró otro héroe con el que arrasar de nuevo en las taquillas: "Rambo", un boina verde, ex combatiente en Vietnam. Cinco películas donde Stallone emplea sus poderosos músculos y su visión a la hora de enfrentarse a peligrosos y malignos enemigos.

Lo cierto es que pese a sus triunfos taquilleros Sylvester Stallone ha venido sosteniendo la imagen de un perdedor. En las nominaciones por el Óscar nunca lo tuvieron en cuenta. Más generosos fueron en la de los Globos de Oro, que conceden los críticos. A pesar de que éstos nunca manifestaron interés alguno por sus interpretaciones. En resumen: Sylvester Stallone parece ser un eterno galán forzudo que, aunque sus películas hayan sido de fácil consumo popular en muchos países no le acreditan como actor, incapaz de hilvanar frases coherentes y un mero intérprete de mínimos gestos, siempre los mismos.

Probó Sylvester Stallone suerte en comedias divertidas donde no tenía que mostrar su atlético torso y sus hazañas físicas. No hizo malos papeles en esa nueva faceta. Aunque esas películas no hayan superado las taquillas de "Rocky" y "Rambo". Sus enemigos, siempre envidiosos de sus éxitos en la pantalla, lo atacaban diciendo que se había sometido varias veces a operaciones de cirugía estética. Puede ser. Lo peor es que divulgaron que hacía uso de esteroides para aumentar su musculatura. Lo que él siempre rechazó.

Sylvester Stallone ha ido por la vida con aire de matón, sin serlo. Pero esa es la impresión que causa con su físico. Las mujeres con las que se relacionó se sentían protegidas a su lado. Con la actriz Sasha Czack celebró su primera boda en 1974. Tuvieron dos hijos. Una unión que duró hasta 1985, cuando Sylvester disfrutaba de su condición de astro cinematográficos. Las admiradoras se pegaban a su cuerpo como lapas. Es lo que le sucedió con la danesa Brigitte Nielsen, que parecía una atleta sexual y disparatada modelo por su elevada estatura, un metro y ochenta y cinco centímetros, ocho más que él. Cuando lo conoció le dijo de golpe y porrazo: "Eres el sueño de mi vida". En poco tiempo se casaron, en 1985. Aquella rubia tamaño XXXL se lo pasó de fábula en Hollywood en calidad de "señora Stallone". Cedió a las invitaciones que le hacían algunos famosos. Y cuando el ingenuo de Sylvester se dio cuenta de que le ponía los cuernos acabó con su inconsistente matrimonio en 1987. Las revistas del color los tenía fijos en sus páginas.

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Con su hijo Sage en 1990 | Cordon Press

Stallone no fue feliz en sus dos matrimonios. Recurrió a romances con jovencitas que buscaban a su lado una oportunidad para entrar en el cine. Una de ellas, Jennifer Flavin, fue quien acabó siendo la tercera esposa de Sylvester en 1997. Tres hijos tuvieron. Entre ellos una niña, Sophie, que nació con dificultades cardíacas. Sylvester atravesó entonces una crisis de fe. Católico practicante que en pasados tiempos había abandonado las obligaciones religiosas, las recobró cuando la niña remontó su delicado estado de salud.

Otro golpe del destino le sucedió en 2012 cuando su hijo primogénito Sage, de treinta y seis años, fue encontrado muerto en su apartamento de Los Ángeles. El forense determinó que padeciendo una enfermedad coronaria había fallecido a causa de una ingestión de pastillas.

Sylvester Stallone pasó una etapa de abatimiento por aquella desgracia. Después, en los últimos años ha continuado al frente de sus negocios cinematográficos. Tiene varias películas pendientes de estreno y anuncia su próxima producción, El escuadrón suicida. Sus proyectos siguen siendo de un cine de aventuras que le producen elevadas ganancias. Alguna vez pensó en llevar a la pantalla la vida de Edgar Allan Poe, para que los críticos supieran que ya había superado sus películas de violencia. De momento, no ha renunciado a seguir siendo el tipo duro de siempre, para lo cual no ha dejado de machacarse diariamente el cuerpo en un gimnasio. Asume que, por ese camino, nunca le concederán un Óscar. Pero el tipo está "forrado de pasta". Váyase lo uno por lo otro y si quiere una estatuílla dorada del "tío Óscar", puede comprarla en una tienda de "todo a cien" de los chinos.

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