
Britney Spears cuenta ahora treinta y nueve años y desde 2008 vive una continua opresión de la que espera librarse el próximo 23 de junio ante el tribunal de los Estados Unidos que estudia su petición para liberarse de la tutela paterna. Una cantante pop que ha generado millones de dólares, que es poseedora de una inmensa fortuna, pero que no puede hacer uso de ella por estar sujeta a la voluntad de su progenitor que, teóricamente, la protege. Un caso curioso que parece darse solo entre las celebridades de Norteamérica.
Britney Spears fue una de tantas niñas prodigios que triunfó siendo muy niña, con ocho años, en un programa musical infantil de la televisión estadounidense, The Mickey Mouse Club. Obviamente fueron sus padres los que administraron sus ganancias. Que fueron muchas, creciendo conforme iba aumentando su popularidad hasta ser considerada "la princesa del pop", pues se forró por cuanto ganaba en actuaciones en directo, en televisión y en discos. El estilo de Britney Spears, con una formidable y potente voz, siempre fluctuó con influencias de sus tres ídolos: Michael Jackson, Madonna y Whitney Houston. El sexo, la danza, el amor y la libertad son conceptos habituales en las letras de sus canciones.
Cantante, compositora, bailarina, modelo, actriz, diseñadora de modas, empresaria, Britney Spears es una mujer creativa que se ha labrado un nombre de oro en la industria musical. Pero su vida frenética le ha pasado factura, al punto de ser ingresada en tres ocasiones en un centro psiquiátrico. Las autoridades sanitarias obraron en consecuencia y el padre de la diva, James Spears, fue reclamado para hacerse cargo de su tutela, hace trece años. Lo que ahora ella cuestiona ante la justicia.

El asunto viene de lejos porque ya siendo mayor de edad, Britney Spears no se comportaba con el equilibrio emocional de una persona adulta. Al éxito, a los muchos millones ganados, se unía una desenfrenada vida que, en amores, no la ayudaron precisamente a estabilizarse. Dos han sido sus matrimonios y ambos fallidos. El primero con Jason Allen Alexander, en 2004, que no duró siquiera un año. El segundo con Kevin Federline, entre 2004 y 2007, con el resultado de dos hijos, Sean y Jayden. Luego surgió el bombazo de su unión con Justin Timberlake. Si ella había triunfado como ídolo de los adolescentes, Justin acumulaba también esa misma pasión hacia él sobre todo de las niñas quinceañeras. Se juntaban dos personalidades alimentadas por un infinito ego, y el resultado se veía venir. Justin era, si cabe, más inestable que Britney. Un joven caprichoso, de mal carácter. Tarde o temprano tenía que chocar con ella. Celoso, acusó a Britney de haberlo engañado. Grabó un vídeo con una doble de Britney para cantar que estaba muy desengañado por esa infidelidad. Por lo visto era cierto. Y Britney se defendió aduciendo que se había enfadado con Justin, al que de todas formas echaba de menos, definiéndolo como buen chico. En los programas de chismes ella salió perdiendo. Y Timberlake, a preguntas de los periodistas, admitió "que se había tirado a Britney". Una manera de dar por concluido aquel idilio.
La prensa acosó a Britney Spears. Ella, en un momento depresivo, se rapó la cabeza. Para rematar su estado de ánimo, su ex marido reclamó la custodia de los dos hijos habidos en su matrimonio con Britney, lo que a ésta acabó por llevarla al delirio.

Su ya mencionado padre se hizo cargo de la tutela de Britney, manejando la fortuna de la cantante, estimada en doscientos millones de euros. La administradora de un fondo, Jodi Montgomery, se ocupa asimismo de esos elevados bienes. Lo curioso es que hasta 2017, que es cuando Britney Spears dejó de actuar, aún cobraba elevadas cifras por actuar en los casinos de Las Vegas, grabando varios discos que obtuvieron buenas ventas. Resulta que desde que es tutelada por su progenitor y dicha administradora, sólo tiene derecho a recibir semanalmente una asignación de mil quinientos euros. Y eso que su nombre aún continúa ligado a varias empresas. Si cuando en 1999 grabó su primer disco vendiendo más de diez millones de copias, un millón de muñecas se expendieron en el mercado con la imagen de la intérprete, la Britney Spears Doll. Hace años que se comercializan productos de lencería y perfumería con la identidad de la cantante.
Quien es su pareja actual desde 2016 se llama Sam Asghari, que imaginamos protege a Britney. Y ahora sólo toca esperar qué dicen los jueces dentro de dos semanas para ver si la cantante es considerada responsable de sus actos y puede recuperar su patrimonio y vivir sin ser tutelada por nadie. Está muy enojada porque el New York Times ha editado un documental, exhibido en un canal de televisión, titulado "Framing Britney Spears", donde se evoca su vida, tanto los años de gloria como los últimos supuestos de su caída. Por eso ella quiere ser dueña de su futuro y olvidarse de ese pasado que tanto la condena.