Creíamos años atrás que Madonna encarnaba el mayor simbolismo entonces del perpetuo escándalo con sus canciones y sus "performances", y que era difícil que pudiera ser superada. A día de hoy es como casi una ursulina si la comparamos con su podíamos decir mejor discípula, Miley Cyrus. No hay nada como constatarlo en sus vídeos musicales o leyendo algunas de sus declaraciones. Provoca con sus vestidos transparentes, y desde luego exentos a mi parecer de cualquier atisbo de mínima elegancia. Creativos sí que resultan. Pocas chicas podrían imitarla en ese sentido también. Actualmente, dentro de lo difícil que es triunfar en los Estados Unidos, ella sigue acaparando la atención con sus novedades: discos, televisiones, modelitos… No digamos con sus amores, en los que hay de todo, como en botica. Ella no discrimina ni a hombres ni a mujeres. Libre. O libertina, mejor dicho. Bisexual, en su acepción más conocida.
La muchacha, que dirían en muchos de nuestros pueblos, se llama realmente Destiny Hope Cyrus, nacida en Tennessee, Estados Unidos, hace veintiocho años. Su vena musical le viene por vía paterna, ya que Billy Ray Cyrus fue cantante country y adiestró a la pequeña en ese género, aunque luego ella supo destacar asimismo en el rock, el pop rock, hip hop… Con una voz de mezzosoprano, áspera, rasposa que se dice, muy personal. Ha vendido millones de discos y pocas pueden disputarle su estilo, su manera de cantar, y sobre todo, como decíamos, su presencia en el escenario: todo un espectáculo. Está muy influenciada por Elvis Presley, del que se recordará protagonizaba auténticas escenas de paroxismo entre sus admiradoras, cuando, con sus movimientos de cintura para abajo, se palpaba la pelvis, y así los cronistas lo llamarían "Elvis the pelvis". La sensualidad del rey del rock la imita a su modo y manera: Miley, acariciándose también en el escenario sus partes íntimas. También la ya mentada Madonna, Lana del Rey y Britney Spears le sirven de referencia. Y la veterana Dolly Parton, que es su madrina artística. Uno cree que Miley Cyrus las supera en su afán provocativo.
Nació cuando sus progenitores aún estaban solteros, y al cumplir la niña un año decidieron casarse. La pequeña nació con una cardiopatía, que desapareció con los años. Sonreía mucho y su padre dio en apodarla por ello Smiley. Con el tiempo, ella misma acortó el mote para autollamarse Miley. Que es como se la conoce en el mundo del espectáculo, en el que se inició a partir de 2001.
A ella la popularidad le surgió siendo adolescente, protagonista de una serie de la factoría Disney, "Hannah Montana". Ganó mucho dinero. Lo que pudo deslumbrarla antes de tiempo, trastornando su equilibrio emocional. Era un ídolo para los jovencitos. Y ella se sintió la reina de esa generación. Y en su juventud, continuó con esa leyenda triunfadora, hasta el presente, ya lindando con la treintena. Cuando sigue siendo una alocada mujer que va de flor en flor en cuanto a su vida personal, importándole un bledo lo que digan sobre ella. Sus declaraciones sobre temas sexuales suelen ser lo habitual en ella, bien en la revista Rolling Stone o en la que le pidan una entrevista. En España se han publicado reportajes sobre ella, desde luego, incluso en ¡Hola!, donde pueden suponerse que omitían sus irreverentes frases. Y los detalles de su depravado acontecer, donde no se priva de alcohol y determinadas drogas, aunque en fechas recientes ha dicho que ya empina menos el codo y que la cocaína suele controlarla para que no le ocurra como a Jim Morrison, Jimi Hendrix y otros colegas que ya no pueden contarlo.
La lista de novios y novias es larga. Como sus nombres nada nos dicen en España, evitamos transcribirlos aquí. Sólo citaremos el de Liam Hemsworth, por la sencilla razón de que se casó con él en 2018. Era difícil, dada la condición de Miley, que su matrimonio durase mucho: cuestión de meses, apenas hasta que se divorciaron. Y antes y después hubo cantantes, actores, modelos de uno y otro sexo que por temporadas se encamaron con ella. La prensa norteamericana fue dando cuenta de esa retahíla de escandalosos líos amorosos. Y ella, tan feliz. Ni que decir que el movimiento LGBT la considera una de sus mejores embajadoras. ¿Hasta cuándo mantendrá esa condición de estrella del escándalo? Porque los años pasan. No por ahora para esta, al menos, extravagante estrella, que es para la industria del disco y el espectáculo un valor seguro. Otra, llegará el día, que la reemplace. Miley, aún no tiene consciencia de ese inevitable paso del tiempo.