Las cámaras grababan a Rosa Benito yendo a la peluquería y poniéndose guapa para la ocasión el día de la boda de Rocío Carrasco y Fidel Albiac en septiembre de 2016. Un acontecimiento al que había confirmado su asistencia y al que, por sorpresa y ya peinada de fiesta, decidía finalmente no asistir, dando un plantón a su sobrina en su gran día, plantón del que nunca ha hablado.
Al día siguiente la exmujer de Amador Mohedano reaparecía en Chipiona, mostrando su unión con la familia de Rocío Jurado en el balcón de la casa de la más grande, alineándose con todo el clan, que no fue ni siquiera invitado a la boda de Rocío, con quienes habían perdido toda relación, tal y como se relató en la edición del jueves de Rocío. Contar la verdad para seguir viva.
Ahora, con la docuserie ha vuelto a salir a la palestra la comentadísima ausencia de Rosa en el enlace de su sobrina, y se ha especulado con que alguno de los Mohedano —se ha apuntado a Gloria y a Amador— la habrían presionado, poniéndola en la tesitura de tener que elegir entre la boda o el balcón de Chipiona; es decir, entre Rociíto y el resto del clan.
Unas presiones sobre las que se ha preguntado al día siguiente a Amador Mohedano, que muy enfadado ha respondido con el silencio a las preguntas de Europa Press y que, con gestos, ha dejado claro que no va a confirmar o a desmentir si fue él quien llamó a última hora a su exmujer para que no fuese a la boda de su sobrina.
Por otro lado, la periodista Beatriz Cortázar ha insinuado en la crónica rosa de Es la mañana de Federico que esa llamada la hizo en realidad Gloria Mohedano. Eso sí, ha recalcado que quien lo tiene que confirmar es la propia Rosa Benito, que al verse ahora arrojada a los pies de los caballos podría desvelar, por fin, quién impidió que se presentase en la boda de su sobrina.
Una llamada de un lado de la familia que habría sugerido a Rosa que ir a la boda equivalía a elegir un bando en la guerra familiar que todavía continúa.