
La hermana de un amigo mío tenía con otras amigas un grupo llamado Comando Chichi. Planeaban venganzas contra maridos maltratadores (los que conocían) pero, que yo sepa, no llevaron a cabo ninguna de sus ingeniosas maquinaciones. Hay un género cinematográfico muy divertido al respecto que es el de rape & revenge (violación y venganza). Las películas suelen ser malísimas (o no, Ángel de venganza, de Abel Ferrara, es muy B pero de las que te acuerdas). En todo caso sí son placeres culpables. ¿Cómo va a ser un placer culpable Anatomía de Grey? La culpabilidad y el placer está en ver cómo a un tío le cortan lo que rima con olla. Que luego cuando pasa en realidad resulta que se lo reimplantan y el maromo hace películas porno, como el marido de Lorena Bobbit. Es verdad que el documental de Amazon (Lorena) era un poco chistoso y maniqueo, propio de la época del MeToo, rehabilitándola a ella de toda culpa por los maltratos que sufría de su marido. La ficción siempre es mejor. Ahí está la Saray de Vis a vis cortándosela a Sandoval. Y ficción, aunque muy autobiográfica es también La anguila (Anagrama), donde Paula Bonet no pone nombres reales a los hombres que la han maltratado o violado. La narradora es violada por un Premio Nacional de Poesía. Cielos, además de poeta, violador. “Sobre los abusos, lo que me pareció importante es mostrar que están normalizados, que estas situaciones tan horribles son cotidianas, muchas mujeres las están viviendo ahora mismo…”.
La Camilla de The Crown, Emerald Fennell, se ha marcado una película de rape & revenge, pero saltándose los tópicos. Es verdad que este año es mejor ser directora que director para ganar premios, pero, miren, prefiero a la Emerald Fennell de Una joven prometedora que a la Chloé Zhao de Nomadland. Si Revenge (2017) fue la ópera prima de Coralie Fargeat, Una joven prometedora también lo es de Emerald Fennell (que había sido showrunner de la segunda temporada de Killing Eve). Una joven prometedora, que se estrena el 16 de abril, va de Cassey (Carey Mulligan) vengado a su amiga violada en la universidad. Una chica varada en la vida por lo que le pasó a su amiga. Una violación quizá peor (aunque no hay en este asunto peores y mejores) que la que Chanel Miller cuenta en Tengo un nombre (Blackie Books). No tan mediática y publicitada como esta, pero con los mismos mimbres. Un blanco rico en una buena universidad que cuenta con una defensa que lo libra del castigo que merece. Brock Turner, el nadador de Stanford, fue condenado a seis meses, cumplió tres y para su casa en Ohio. En Una joven prometedora, el abogado del chico de la película, un Brock Turner cualquiera, cuenta a Cassey las mierdas que hizo para librar a su cliente. Sobre todo, las mierdas que se hacían contra la víctima. Hay algún diálogo muy significativo. “La pesadilla de todo hombre es ser acusado de esto”, dice uno. Y Cassey: “¿Adivinas cuál es la pesadilla de toda mujer?”. Sin descuidar el humor negro (el libro de Miller también tiene partes humorísticas), se trata de ver el poder destructivo que tiene una violación. Y no me voy a sentir culpable por haberme reído cuando uno de los tipos, mirando a una chica, dice a otro: “Trabaja en el Circo del Sol. Puedes correrte en su cara y su culo a la vez”.
A Rocío Carrasco no la han violado (que sepamos). A Nevenka, tampoco (que sepamos). Pero lo de la una y la otra son una subespecie del subproducto rape & revenge. Cambiando violación por maltrato o acoso (lo que ellas describen en esos dos productos audiovisuales). Más en el caso de Rocío que en el de Nevenka.
El otro día, Carlota Corredera leyó un comunicado de la llamada cúpula. Ni Rocío Carrasco ni Fidel Albiac habían querido cobrar de la productora o la cadena. “Sólo querían que les diéramos un formato que les permitiera explicarse con libertad y sin ser interrumpida ni juzgada. Fuimos nosotros, los productores ejecutivos y máximos responsables de esta serie documental, los que consideramos que Rocío tenía que recibir una contraprestación por la intensa labor desarrollada en las cuatro semanas de rodaje con la misma, cantidad de otras producciones similares e infinitamente lejos de lo que se ha publicado para invalidar su testimonio”. Un formato para la venganza. Esto no se les ocurrió a las del Comando Chichi porque no eran famosas.