Belén Rueda acaba de cumplir cincuenta y seis años este 16 de marzo. Desde hace veinticuatro, su recuerdo permanente viene siendo el de su hija muerta, María, que tenía poco más de uno, víctima de una enfermedad coronaria. A ella le ha dedicado un emocionante artículo, al tiempo que continúa volcada en una fundación infantil que apoya a quienes sufren esas cardiopatías congénitas. Sus éxitos en cine y televisión han atenuado en parte el dolor de aquellos tristes momentos, cuando siguió paso a paso la enfermedad de su bebé. En el plano sentimental, ha vivido una larga experiencia con cerca de una decena de parejas, la última con un joven piloto, veinte años menor, que sigue siendo su compañero.
El debut de María Belén Rueda García-Porrero en el cine no pudo ser más brillante, en el reparto de una gran película, Mar adentro, por la que su director, el chileno afincado en España Alejandro Amenábar, consiguió un Óscar a la mejor película extranjera en 2004. Nunca se había propuesto ser actriz, pues hija de un ingeniero de Caminos y una profesora de ballet, pretendía ser arquitecta, pero esos estudios quedaron olvidados en una época en la que estuvo necesitada de ganar dinero. Lo consiguió vendiendo pisos. Tampoco era esa su meta en el futuro. Meditó irse a Alicante, donde vivió con su familia siendo niña unas temporadas, para abrir una academia de baile, pensando en la profesión materna. Pero una inesperada oferta para ser azafata de un programa de televisión cambió su trayectoria. Llegó a ser copresentadora de varios espacios, junto a José Luís Moreno y Emilio Aragón. En ese ambiente conocería a un guionista y director, Daniel Écija. En amores, había tenido una experiencia fallida con un tal Mássimo, entre los años 1984 y 1986. Cuatro años más tarde se produjo ese encuentro con Daniel, con quien inició una feliz convivencia. Tendrían tres hijas: Belén, María y Lucía. Pero no se casaron hasta 2003 y, lo que son las cosas, tras esos trece años de vida en común, en 2004 se produjo su ruptura.
La muerte de la segunda de sus retoños, María, fue un constante episodio de tristeza en la vida del matrimonio. Belén Rueda estaba rota, incapaz de superar aquel drama, desde el funesto 22 de mayo de 1997 en que el bebé se fue de este mundo. Y haciendo de tripas corazón, se concentraría en su trabajo. Hasta que por razones que la pareja guardó para sí, decidieron separarse, lo más amistosamente posible. Él conoció a otra mujer, Veronik Mendes, tuvo descendencia, en tanto ese mismo año Belén mantendría un romance con Javier Bardem, ambos protagonistas de la ya mentada película Mar adentro, un romance algo discreto para la prensa, sin comprometerse mucho pues a él le esperaba su futuro con quien luego iba a ser su gran amor, Penélope Cruz.
El trampolín que fue para Belén Rueda esa película posibilitó que desarrollara una fecunda carrera que, en el cine proseguiría con otro título brillante, El orfanato. Y en televisión, Los Serrano, Médico de familia y, mucho más tarde, La embajada. Se labró una gran popularidad, el afecto de muchos colegas y elogiosas críticas. Su biografía amorosa, sin embargo, acusa una prolongada inestabilidad. La lista de sus parejas continuó en 2006 con Eduard Bonilla, y tras un año convivió otro con el excelente actor José Luís García Pérez, para iniciar nuevo romance en 2009, ya más prolongado, hasta 2015, con el francés Rogert Vicent. Un año más tarde lo pasó en compañía de Diego Rodríguez; en 2017, al lado de Francis Malfitto para dos años después encontrar el amor con el joven piloto madrileño Javier Artime, veinte años menor, quien ahora continúa siendo su novio, porque Belén Rueda, desde su única experiencia matrimonial no ha querido firmar papel alguno que la ate de por vida con otro hombre.
Las actuales circunstancias que todos vivimos han afectado obviamente los trabajos cinematográficos de Belén Rueda. Sus dos últimas películas son Stoyan y La familia perfecta. La verdad es que su filmografía y sus series televisivas la han convertido en una de nuestras más sólidas actrices, con un atractivo físico que cuida sin desmayo. Tiene la satisfacción de llevarse muy bien con sus dos hijas. La primogénita, llamada como ella, cuenta con veintiséis años y ya, después de prepararse concienzudamente y aprender inglés durante la temporada que vivió en los Estados Unidos, ha hecho sus primeros pinitos como actriz. Muy preocupada porque nadie crea que se apoya en nombre respetable y conocido de su madre: desea trabajar por méritos propios.
Al margen de su vida familiar y artística, Belén Rueda está volcada en la Fundación Menudos Corazones, de la que es Presidenta de Honor, en apoyo de niños con cardiopatías congénitas, las que sufrió su infortunada hija María. A la que ha evocado en un emotivo artículo, "Algún día es hoy", incluido en La mirada del paciente, libro editado por Laboratorios Cinfa, del que recogemos algunas de las brillantes frases escritas por la actriz.
"… en aquella prueba rutinaria te dieron una noticia para la que nadie está preparado: algo no estaba bien en la delicada arquitectura del corazón de tu bebé". Y, en otro párrafo siguiente: "Tu bebé sería uno de los diez que nacen cada día en España con cardiopatías congénitas… Tras el nacimiento en un gran hospital especializado en cardiología pediátrica, lo que serían unos pocos días de ingreso se transformaron en largos meses de complicaciones; un periodo sombrío de continuas cirugías y cuidados intensivos".
Más adelante, en la última parte del bello y emotivo, repetimos, artículo de Belén Rueda, se lee: "Hasta que llegó el día en que ella se vio liberada de cables y goteros, conoció el cielo abierto y entró en su casa, vuestra casa, por primera vez en nueve meses. Un segundo nacimiento. Hasta en el desierto crecen las flores". Revisiones, más consultas, "miedo helado en las horas de espera en el quirófano..." Y finalmente, la vida de un bebé, su bebé, que se va al cielo y Belén quiere que la ciencia acabe con esa enfermedad mortal que acecha a inocentes criaturas, para "… que no sea más que una vieja memoria de un tiempo lejano".
Expresivo texto de esta excelente actriz, mujer de exquisita sensibilidad, a quien expresamos desde aquí la felicitación por su cumpleaños, acompañándola de paso en sus recuerdos.