El destino en su faceta más cruel golpea dos veces a Julia Otero, si se nos permite parafrasear el título de aquella película. Porque al anuncio días atrás de que padece un cáncer, sin determinar sus características, pronunciado por ella misma ante los micrófonos, dominando su estado emotivo, hay que añadir el recuerdo de cuando en 1978 se le diagnosticó un tumor abdominal. Padeció seis intervenciones quirúrgicas hasta cinco años más tarde, cuando quedó completamente restablecida. Pero el dolor, las molestias, el miedo, no se le fueron del cuerpo durante mucho tiempo a esta mujer de gran fortaleza, muy querida particularmente en Cataluña donde reside desde que contaba tres años.
Nacida en una aldea, A Penela, cercana a Monforte de Lemos, el 6 de mayo de 1959, no ha perdido su querencia galaica pero siente una natural estima a Barcelona, la ciudad donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera radiofónica. Es una de las voces más conocidas, que se inició en esa profesión de manera puramente casual. Ahora que la desgracia vuelve a azotarla se refugia en el cariño de sus seres más cercanos y afectivos: su compañero sentimental con quien lleva unida veintisiete años y la hija de la pareja: curiosamente ambos médicos. Lo que para ella constituye un esencial apoyo en sus dramáticas circunstancias. Porque el temor lo lleva dentro de sí; también la esperanza de salir airosa de tan duro trance y regresar a los micrófonos, de los que se ha retirado a la fuerza temporalmente en su programa vespertino Julia en la onda.
Cuando cursaba primer curso de Filología Hispánica, con diecisiete años, su primer novio la invitó cierto día a visitar los estudios de Radio Sabadell. Tanto le gustó que, sin abandonar su carrera universitaria consiguió colaborar en aquella emisora, de la que posteriormente saltó a otras de mayor importancia, con programas propios: Radio Juventud de Barcelona, Radio Miramar, la cadena Cope, Televisión Española, Onda Cero… Se especializó en el género de la entrevista logrando sorprender siempre a sus invitados y a su numerosa audiencia. La simpatía de Julia Otero, su bonita voz, la preparación exhaustiva de sus diálogos la hicieron acreedora de numerosos premios. También pasó por apuros al quedarse en paro siendo líder con su programa de las tardes en Onda Cero, cuando competía en audiencia con Encarna Sánchez, líder de esa franja horaria. Se vio alejada de los micrófonos hasta buscarse la vida colaborando en El País o ejerciendo otros trabajos. Merced a su amistad con José Manuel Lara (hijo) logró su vuelta a las ondas en la misma cadena de la que injustamente había sido despedida. Riesgos de una profesión donde nadie parece ser indispensable, aunque Julia Otero sea una de las presentadoras más conocidas de las últimas décadas.
En amores, siempre preservó su intimidad. Pero casada con su colega, el atractivo Ramón Pellicer, el 20 de diciembre de 1987, no pudieron evitar ser asediados muchas veces por los reporteros. Naufragó aquella simpática pareja a los seis años de convivencia. Pellicer se casaría después con una compañera de TV3, Lali Colomer, madre de tres hijas. Entonces, tras aquel divorcio, Julia inició otra aventura sentimental, al principio con muchas reservas. Tarde o temprano tenía que saberse quién era su nuevo compañero. Que resultó ser el doctor Josep Martínez, en la actualidad Jefe de Urgencias en el Hospital de Barcelona, perteneciente asimismo al consejo de administración de una importante mutua sanitaria catalana. Hombre discreto, ajeno a la presión periodística ha sabido conllevar ser pareja de una mujer tan conocida como Julia Otero con la mayor elegancia. Julia no abdicó nunca de separar su vida profesional de la íntima. Y cuando la pareja tuvo una niña ella pidió el máximo respeto a los reporteros que la seguían a toda costa. Ella se llevó siempre bien con sus compañeros de prensa. No se le reconocía altivez ni divismo. Sencilla, ha veraneado más de una vez en sus lares. Recordando a su abuelo, que había sido cantero, logró reconstruir la vieja y añosa casa familiar. Y allí, en Monforte de Lemos, en la provincia lucense, fue nombrada hace tiempo hija adoptiva en un homenaje popular.
Su hija nació el 15 de octubre de 1996, llamada Candela, lleva por apellidos primero el de la madre, Otero, y de segundo el del padre, Martínez. La ley lo permite a la hora de ser inscrita en el Registro Civil. Por ese deseo de sus padres y dado el silencio que la locutora mantuvo durante el embarazo, se pensó que el fruto de su vientre era consecuencia de la fecundación in vitro. Cuando Julia Otero lo creyó oportuno desmintió ese rumor. Con veintitrés años, Candela Otero Martínez está graduada en Medicina y quiere especializarse en Neurocirugía. Tanto ella como su padre pasan día y noche pendientes de Julia, sometida a rigurosas sesiones de quimioterapia, a la que deseamos su vuelta a los micrófonos lo más pronto posible, señal inequívoca de que ha vencido a su enfermedad, como le ocurrió ya en el pasado.