Ha vivido un par de semanas Nuria Roca subida a ese columpio de la popularidad que depara ser ocasionalmente la presentadora del programa más visto en su franja horaria, El hormiguero, por repentina ausencia del titular, Pablo Motos, afectado por el coronavirus. Envite nada fácil que la guapa valenciana ha superado con nota. Eso, cuando en otra cadena menos vista, la TNT, tiene a Nuria como animadora de un "reality show" llamado Road Trip. Seis capítulos de los que rodó uno muy especial, en la Costa Este de los Estados Unidos. Como compañera en ese viaje televisivo la acompaña Carmina Barrios, peculiar personaje que surgió de la noche a la mañana como actriz gracias a su hijo, en unas películas donde dio rienda a su facundia andaluza con indiscutible tirón popular. Otra colega en el programa se llama Esty Quesada. Dos gordas según se reafirma en los guiones.
Nuria Roca Granell cumplirá el próximo 23 de marzo cuarenta y nueve años, que no aparenta físicamente, sino menos. De Valencia. Se tituló como arquitecta técnica pero un día que acudió a un programa del Canal Nou con el único fin de conseguir fondos para un viaje con sus compañeros de fin de carrera, la convencieron para que probara suerte como presentadora. Y entonces cambió su vida, a partir de 1994, pues le encantó ese mundo de la televisión y acabó siendo fichada por Chicho Ibáñez Serrador para Waku Waku, espacio de animales donde la simpatía de Nuria conquistó a la audiencia. Era el año 1998 y su bello rostro ilustró portadas de las revistas. De su vida personal apenas se conocían detalles familiares.
Cierto colaborador de prensa llamado Juan del Val se enamoró de ella tras hacerle una entrevista. Propuso a su jefe de redacción ese reportaje, obtuvo el plácet, y acabó, tras una ardua persecución periodística, en los estudios de Televisión Española un día que Nuria grababa su programa semanal. No pudo atenderle para la entrevista, Juan porfió y cuando ella, concluida la grabación de Waku Waku pidió un táxi para irse al aeropuerto, rumbo a Valencia, su domicilio familiar, él se ofreció, caballeroso, a llevarla en su coche. Aceptó la valenciana; llegaron a Barajas. No pararon de hablar durante el trayecto. Perdió Nuria uno, dos vuelos hacia su destino, en tanto iban intercambiándose confidencias. Y ya de noche, ella tomó el último avión con la promesa de verse pronto, cuando ya Juan hubiera escrito la entrevista. Se habían enamorado. Él, desde luego: "Era la mujer más guapa que había visto en mi vida". Y en el reencuentro, resulta que acudió el entrevistador… sin la entrevista escrita. Se le habia perdido, u olvidado. Sólo pensaba en besarla. En conquistar su amor.
Pero ¿quién era este Juan del Val? Un tipo complicado que a los dieciseis años lo echaron del instituto donde estudiaba, pegándose con algunos de sus condiscípulos. En una discoteca, peleón, se dio de tortas con otro. Robó una moto, tuvo un accidente y ello le trajo sus problemas con la policía y un juez. Acabó por pedir a su madre que lo ayudara a salir de aquel pozo en el que se hallaba, terminando en un psiquiátrico. Con el tiempo, fue recuperándose de aquel pasado. Y de alguna forma, su enamoramiento de Nuria Roca lo salvó de su incierto futuro.
Se casaron el 6 de octubre de 2000, en El Puig, provincia de Valencia. Acudieron sobre todo invitados de la novia. Juan del Val se sentía muy feliz, pero como en corral ajeno. Establecidos en Madrid, donde Nuria combinó su faceta de presentadora con la de actriz en varias series televisivas, formaron un hogar estable al que fueron llegando sus tres hijos, Olivia, Pau y Juan. Hoy, gracias a los elevados ingresos de la pareja se han permitido comprar un lujoso chalé en Pozuelo de Alarcón, a las afueras de Madrid.
Juan del Val ha publicado varias novelas, la más reciente Delparaíso, todo junto. Y Nuria Roca hace tiempo se estrenó asimismo como autora de algunos libros de llamativos títulos, como Sexualmente (I y II volúmenes). Trabajan juntos en El hormiguero, él como guionista, y tertuliano una vez por semana, y ella de presentadora, rivalizando en belleza con la modelo y esposa del defensa central del Real Madrid. Hace un tiempo que la pareja despertó el interés de los medios informativos con ciertas declaraciones íntimas que sostenían llevar una vida abierta a cualquier novedad en sus relaciones amorosas. Lo que continúan manteniendo a juzgar por la entrevista a la que se sometió Juan del Val con Pablo Motos para hablar de su novela. Continúan siendo una pareja abierta. Y ella, que tampoco se corta un pelo, confesaba que "si deseo a otro no tengo por qué decírselo a mi marido". Muy modernos. Liberales, que se dice.
Admitiendo que su matrimonio no ha dado escándalos, que se quieren mucho, que son un modelo de pareja guapa, que quieren a sus hijos y los educan estupendamente, llegamos a la fácil conclusión de que todas esas declaraciones acerca de su libertad sexual no es sino una provocadora forma de obtener titulares llamativos en los medios mientras en casa se ríen a costa se los ingenuos colegas que les han seguido sus, digamos, bromas u ocurrencias, cual si fueran unos rematados libertinos. Y si uno se equivoca… ¡pues allá ellos y que lo disfruten! A lo mejor esa moral que defienden les sirve para encontrar argumentos de sus próximos libros, dicho sea con el mayor respeto.