Jean-Claude Van Damme ha cumplido hace poco sesenta años. Las huellas ahora de su rostro son consecuencia de su mala vida, aunque su torso aún mantenga una espectacular musculatura, propia de quien se ha pasado miles de horas en los gimnasios, "machacándose" el cuerpo. Quien por ejercitar culturismo y una variada suerte de ejercicios físicos debiera llevar una existencia modélica, resulta que tiene una ficha policial donde constan sus escándalos callejeros o en fiestas que lo llevaron a la cárcel en varias ocasiones, culpa del alcohol y la cocaína de lo que abusó mucho tiempo. No es extraño que sus mujeres se cansaran de aguantarlo y lo abandonaran. Se casó cinco veces; curiosamente, las dos últimas con una misma mujer. Parece que ya ha sentado la cabeza y se ha recuperado de aquellas adicciones.
Jean-Claude Camille François Van Varenberg nació en Bélgica en el otoño de 1960. Desde muy jovencito sintió una irrefrenable vocación por la práctica de artes marciales. Lo conocí hacia 1994 cuando estuvo en Madrid para publicitar su película Sin escape. Entonces lo acompañaba su tercera esposa Darcy LaPier. Prefirió en la conversación eludir aspectos de su agitada biografía sentimental para contarme otros detalles: "Me fuí de casa casi siendo un niño y he trabajado como un loco para triunfar en el cine, donde siempre he querido rodar películas que no fueran aburridas. Me han comparado con Bruce Lee, Chuck Norris, Arnold Swarzenegger..." Bromeando, añadió: "Lo mismo también me encuentran parecido con Gina Lollobrígida".
No es excesivamente alto. Desde luego entonces tenía un envidiable aspecto cuando mantuvimos esa charla en uno de los salones del ahora cerrado hotel Ritz. Relató su constante y diaria disciplina en el gimnasio. Es lo que ha hecho siempre, desde que en su país natal fuera campeón de kárate, disciplina que aumentó practicando también taekwondo, full-contact y algunas otras desarrolladas en países orientales. No es extraño que le deslumbrara el antes citado Bruce Lee, cuya muerte siempre estuvo en entredicho por la leyenda que generó en sus películas. Más cercanos en el tiempo y nada misteriosos como éste, eran Schwarzenegger, Stallone, Chuck Norris (que lo ayudó en sus inicios en la pantalla y Jean-Claude fue una especie de ·sparring" suyo) y Steven Seagal, con quien en una reunión lo provocó para intercambiar unos golpes, que no llegaron a producirse porque este último se fue del lugar al percibir que Van Damme estaba ebrio.
Y es que, a causa del consumo de whisky y cocaína Van Damme sostuvo muchas veces, a partir de los años 90, toda suerte de líos y peleas. La policía lo detuvo en varias ocasiones, dio con sus huesos en la cárcel y hubo de someterse a sesiones de rehabilitación en clínicas especializadas. Atrás, cuando era un hombre responsable de sus actos y estaba dedicado al deporte y al cine, disfrutó de una inusitada popularidad, que le proporcionó mucho dinero por sus películas de acción, donde exhibía su fornida anatomía, sus recursos con los puños o las piernas, saliendo siempre indemne de sus enemigos de ficción, en defensa de alguna buena causa. Había recalado en Hollywood desde su Bélgica natal en 1982. Hubo de esperar un tiempo hasta alcanzar su oportunidad en los estudios cinematográficos, ganándose la vida como taxista, conductor de limusinas, repartidor de pizzas, masajista, guardaespaldas… De "extra" en algunas cintas, pasó a desempeñar breves cometidos en la época en la que dispuso llamarse Frank Cujo, extraño sobrenombre que cambiaría, ya en papeles más importantes, con el definitivo de Jean-Claude Van Damme, reduciendo sus verdaderos apellidos.
Sería 1988 el año en el que despegó como protagonista de Contacto sangriento, filme que lo consagró entre los muchos amantes de ese cine de acción, donde se lució a la altura de los antes mencionados competidores, sus ídolos. Después vendrían otros títulos también taquilleros: Timecop y desde luego Soldado universal. Cuando decidió ser productor en la década de los 90 y a las puertas del nuevo siglo se arruinó más de una vez y hubo de recurrir a películas de serie B o series de televisión. En la actualidad, recobrada su salud y alejado de sus vicios y ya responsable de sus actos, mantiene su productora, trabaja para la pequeña pantalla y aunque su nombre haya perdido actualidad, mantiene todavía para sus admiradores el recuerdo de un pasado excitante.
La vida íntima de Van Damme, de la que como decíamos se disculpó conmigo al evitar referirse a ella ("Se resiente un poco por todo lo que se ha escrito y se escribe sobre mí", me confesó), tiene capítulos amorosos que nos saltamos, centrándonos en su primera boda en 1980 con María Rodríguez, de la que se divorció cuatro años después. Un año más tarde se unía matrimonialmente a Cynthia Derderian, con la que sólo convivió un año. Porque en 1987 entró en su vida Gladys Portugues, probablemente la que más ha amado entre todas ellas, con quien alumbró dos hijos, Kristopher y Bianca Bree. En 1994 Van Damme encontró a su cuarta mujer con la que se casó, Darcy LaPier, de gran belleza, a la que conocimos a su lado, como apuntamos, en su visita madrileña. Tres años mantuvieron su vínculo, padres de un varón, Nicholas. Y de nuevo, acordándose de Gladys, de quien se había divorciado, convino casarse de nuevo en 1999. Y desde entonces siguen amándose.
No obstante hay que añadir al "curriculum" sentimental de nuestro personaje, dos idilios: uno con Tatum O´Neal, niña prodigio, luego fugaz estrella de la pantalla, que aseguró en sus memorias haber tenido un "rollo" con el forzudo Jean-Claude. Asimismo se emparejó una temporada con la cantante Kylie Minogue, su compañera en el filme "Street Fighter", que rodaron en Tailandia.