Malos momentos atraviesa estos días Rafael Amargo. El bailarín pasó a principios de semana la noche en un calabozo para luego estar citado ante un juez, acusado de liderar una organización criminal que, supuestamente, trafica con drogas. Operación Cuervo la ha llamado la Policía Judicial que entiende el caso, encargada de detener junto a efectivos de la Policía Nacional del Distrito Centro a Rafael Amargo y otras tres personas. Según parece, sujetos dependientes de la banda se encargaban de vender sustancias conocidas como metanfetaminas en algunos garitos de los barrios madrileños de Chueca y Malasaña; en este último tiene fijada su vivienda el conocido bailarín. Su notoriedad fuera incluso de nuestras fronteras le ha proporcionado en los más de treinta años que lleva actuando con su propia compañía no sólo las mejores críticas de especialistas en flamenco y danza en general, sino también suficiente dinero como para que nos preguntemos, sorprendidos, por qué supuestamente se ha visto involucrado en esos hechos delictivos de los que se le acusa.
Jesús Rafael García Hernández eligió el sobrenombre artístico de Rafael Amargo, relacionándolo con uno de los personajes del Poema del Cante Jondo, libro de García Lorca, del que ha representado casi todo su repertorio escénico, con unas interesantes coreografías. Amargo siempre ha sido considerado por la crítica como un creador de coreografías modernas en las que no faltan nunca acentos flamencos.
Nacido el 3 de enero de 1975 en Valderrubio, Granada, muy cerca de Fuente Vaqueros, el pueblo natal de Federico. Así se explica mejor, si cabe, la veneración que siente por el poeta. Precisamente este jueves iba a estrenar su versión de Yerma, que ha tenido que suspenderse en un teatro de la Gran Vía madrileña, tras ser detenido.
Si como artista viene gozando de un justo reconocimiento, su vida privada tiene episodios complicados respecto a las mujeres. Algunas lo han acusado de machista. Y, en concreto, Olga Pericet, que bailaba en su compañía, lo denunció por atacarla violentamente. La biografía sentimental de Rafael Amargo está llena de conflictos amorosos, de misteriosas bodas que legalmente nunca lo fueron, y de otras relaciones con hombres que él, desde luego, nunca negó al declararse públicamente bisexual. Eso sí: detesta que lo llamen maricón. En cambio, le gusta más ser tildado de gay. Es defensor del colectivo LGTB como no podía ser de otro modo, dada su naturaleza sexual, que define como la de un ser completamente libre que se acuesta con quien le viene en gana.
No vamos a retroceder a sus años juveniles cuando ya tenía relaciones a su gusto y manera. Comencemos por el año 2003, que es cuando oficialmente aparece como casado con Yolanda Jiménez en Ibiza. Mantuvieron su unión a lo largo de seis años, durante los cuáles fueron padres de León, nacido en 2005, y Dante, tres años menor. Se separó el bailarín de Yolanda y no perdió su contacto con ella, por el bien de sus hijos, a los que un día les comentó sus preferencias sexuales, y ellos lo entendieron muy bien, según palabras del interesado en cuestión tan delicada para unos pequeños. En 2011, estuvo varios meses conviviendo con una azafata danesa de origen coreano, llamada Lina. A Rafael Amargo le han atraído siempre las bellezas asiáticas y Lina lo era, por sus ancestros.
Cuando el bailarín dejó a la danesa conquistó a una morena de verde luna, Silvia Calvet, con la que estuvo un año tras celebrar una ceremonia en el Hotel Palace, de Barcelona. Refiere el bailarín que fueron sus segundos esponsales, pero no consta documento legal alguno que lo ratifique. Resulta que ese mismo 2013, nada más romper con Silvia, se encandiló con un joven llamado Javier, al que presentaba en sociedad como su guardaespaldas. Un año duró ese amor. Sustituyó al mentado por otro guaperas, que
respondía al apelativo de Klein, seudónimo de Jorge Vicente, que decía ser Míster Mundo. Otros del mismo sexo compartieron muchas noches con él. Sus maridos, siguiendo la
manera de considerar a sus parejas.
En Japón, donde es sabido que el flamenco goza de muchos aficionados, Rafael Amargo dijo haber vivido dos grandes pasiones, sin dar más detalles. Para el artista granadino seguían siendo dos bodas, también sin papeleo alguno. Con varones. Y alternando uno y otro sexo llegó en 2018 a disfrutar de otra relación con una joven asiática, de la que ignoramos su filiación. Comentaba Rafael que lo pasaba muy bien tanto con unas como con otros. "A pelo y a lana", que se dice en tales situaciones.
Y llegamos al presente, a estos días de diciembre cuando detienen a Rafael y como decíamos al principio, junto a otras tres personas: su representante artístico, su más reciente novia, y también quizás un novio. De éste, ignoramos su identidad, pero de ella sí que sabemos se llama Luciana Bongianino, que ejerce como su asistente de producción, y con la que de paso también comparte cama. Cuando escribimos estas líneas ignoramos en qué quedará toda esta historia. Pero ya, de momento, el nombre de Rafael Amargo tiene asegurada eso que se llama "pena de telediario". Si lo condenan a una distinta, ya nos enteraremos.