Jorge Javier Vázquez ha dedicado su columna semanal en la revista Lecturas al tema más comentado del momento: la guerra familiar que mantiene Kiko Rivera contra su madre Isabel Pantoja. En el blog, el presentador analiza la figura de la tonadillera y reflexiona sobre el personaje que se ha creado: "Isabel Pantoja es Isabel Pantoja pero no el personaje que ella cree, sino otro que poco tiene que ver con la realidad que se ha forjado en su mente. Pantoja es muy grande. Eso es indiscutible. Pero aún siendo muy grande no es todo lo grande que ella cree ser y ahí es donde radica su particularidad".
Para el presentador de Sálvame, Isabel Pantoja está convencida de que conserva "la vigencia de los 90", algo que cree que está lejos de la realidad: "La fascinación que ejerce entre el público tiene más que ver con una biografía apasionante que por la manera que pasea su bata de cola por los escenarios". El interés que despierta la tonadillera es resultado de su talento para "manejar los silencio como nadie", algo que habría aprendido durante su relación de amistad con la locutora de radio Encarna Sánchez: "Calladita a lo Greta Garbo no solo estás más mona sino que vas a tener al público siempre pendiente de tus pasos. Pantoja ha seguido el consejo a rajatabla y solo lo ha roto cuando se le han hinchado las narices y ha entrado por teléfono en televisión hecha un basilisco o una dolorosa en estado de trance", escribe.
Para el comunicador, Pantoja está "subida a un pedestal" en el que "reina como una emperatriz de la copla exhibiendo en una peana un dolor tan ancestral como telúrico". Y aquí señala el principal problema de la artista: "No ha sabido tomar distancia": "Salir de esa Cantora que le atrapa y ver desde lejos que ese universo tan asfixiante que se ha creado con los años necesita orearse. Abrir puertas y ventanas para que entre el aire y renueve el ambiente oscuro que campa por la finca. Tirar de ironía para no quedarse anclada en una fotocopia raída de sí misma".
Tampoco beneficiaría a la cantante el entorno que la rodea, a los que Jorge Javier considera "fans palmeros" porque aplauden "cualquier cosa que haga su diva", justifican sus errores, le impiden avanzar y la mantienen "esclavizada". "No se da cuenta de que mientras el mundo avanza a una velocidad vertiginosa ella vive anclada a una realidad en la que los 'olés' son cada vez menos ruidosos porque esos fans palmeros van desapareciendo agobiados por la dedicación que exige la cantante (...) Una locura, vamos", concluye el periodista.