Veintitrés años han transcurrido del estreno de Titanic, una de las películas más taquilleras de finales de la década de los 90, donde su protagonista masculino, un joven rubio, de los más atractivos de su generación, se alzó con el estrellato en el siempre competitivo universo cinematográfico de Hollywood. Guapos hay a patadas en ese barrio de Los Ángeles. Pero actores capaces de combinar su galanura con el suficiente talento ante las cámaras, muy pocos. Y uno de ellos es Leonardo DiCaprio, que aspirante al Óscar en su última edición, fue aclamado por la crítica gracias a su interpretación en Érase una vez en Hollywood, su más reciente filme. Allí se hizo muy amigo, por cierto, de otro ídolo de la pantalla, Brad Pitt. Se decía que eran rivales. Se conocían poco. Y ahora son íntimos. Muchas noches se pasaba por el estudio de DiCaprio y mientras engullían unos "sándwiches" de jamón, salami, pimiento y lechuga se divertían realizando piezas de cerámica, en arcilla, yeso y madera. Les une, entre otras cosas, ese espíritu creativo para superar los aislamientos en estos tiempos de pandemia. Por cierto: Leonardo ha donado una importante cantidad de dólares para una asociación que dedica fondos a quienes ahora en Estados Unidos pasan hambre y les reparten alimentos. Tras la máscara frívola del galán se esconde un tipo generoso como él, muy preocupado por dramas sociales, y a su vez defensor de la filosofía del ecologismo.
Leonardo DiCaprio ha cumplido este pasado 11 de noviembre cuarenta y seis años. Apura a su edad el todavía encanto que le deparan sus admiradoras. Consciente de que otros jóvenes le vienen arrebatando ese cetro que venía ostentando como uno de los más guapos actores norteamericanos. No sienta cabeza, le van las juergas, su última enamorada con quien ha estado tres años conviviendo es la actriz argentina Camila Morrone, que ha aguantado sus infidelidades, porque lo quiere. Será difícil llevarlo al altar o ante un juez. Leonardo es refractario al matrimonio. Véase, si no, la biografía amorosa del ídolo.
Su nombre lo debe a sus padres, que admiraban a Leonardo da Vinci. Su progenitor, dibujante, productor y distribuidor de cómics, y su madre, secretaria, se pusieron de acuerdo a la hora de bautizar a su bebé. Se llamaría Leonardo. El matrimonio visitaba un museo y la mamá, encinta, se quedó prendada ante un cuadro de Da Vinci, instante en que el bebé que tenía en sus entrañas comenzó a patalear. No tendría duda alguna que al inscribirlo en el Registro Civil llevaría el nombre del gran artista italiano. Y aquel muchacho también se interesó por los grandes pintores, al punto que en la actualidad posee una valiosa colección, en la que figura un "picasso". Puede permitírselo. Ensueño para él sería adquirir un da Vinci: algo imposible.
Rubio, con una mirada irresistible, ojos que a veces entreabiertos parecen asiáticos, ha conquistado a un sinfín de mujeres, especialmente del gremio de modelos. Citar sus nombres, a partir de mediados los años 90, no dirá nada a nuestros lectores. Únicamente destaca el de Bar Refaeli, que acaparó muchas portadas entre 2005 y 2011, cuando vivían juntos. Ella contaba treinta y un años, se las sabía todas, y él veinte, no tan ingenuo. Diva que, por su nombre, parecía invitar a pedir una copa.
De esa colección de bellezas, la mayoría rubias, consta que a Leonardo DiCaprio le iban las menores de veinticinco primaveras. Pero él acababa sus relaciones cuando alguna le insinuaba que debían pasar por la vicaría o un juzgado. El actor siempre se ha negado a casarse. La razón principal por la que es alérgico a ello se debe muy probablemente a que sus progenitores se separaron cuando él tenía un año. Como es natural no sintió esa ausencia paterna en casa hasta que alcanzó la edad suficiente para que su madre le contara por qué en su hogar faltaba la figura paterna. Y como no le han faltado mujeres en la cama, jamás ha tenido necesidad de firmar papel alguno en ese terreno. Siendo por otra parte convencido agnóstico, ninguna atadura religiosa le ha impedido continuar su vida donjuanesca, sabiéndose objeto de deseo de cuantas ha elegido para compartir unos años de convivencia. Dobla en edad a quien ha sido su última compañera su compañera desde 2017, la argentina Camila Morrone. Y la pregunta es: ¿cuándo la cambiará por otra?. Siempre modelos en su larga vida amorosa. Se decía que ya había sustituído a Camila, puesto que ella vive distante del actor.
Una de sus novias le salió brava. Y en una fiesta en Hollywood en 2005 tomó una botella de champán con intención de estrellarla contra el bello rostro de quien era su ocasional amor. Leonardo DiCaprio resultó herido, sangraba, lo llevaron urgentemente a un hospital donde se sometió a una delicada intervención, precisando diecisiete puntos de sutura. A punto le desgracia la cara con la que siempre se ha ganado la vida en el cine. La agresora, una modelo llamada Aretha Wilson, fue inmediatamente arrestada en una comisaría y en el juicio la condenaron a dos años de prisión, y finalmente extraditada a Canadá.
Leonardo DiCaprio le debe mucho a Titanic. En una secuencia dibujaba desnuda a su compañera, la actriz Kate Winslet. Ambos interpretaban los papeles de Jack y Rose. El protagonista se ufanó de haber sido el autor de aquellos trazos. Luego se ha sabido que el verdadero autor fue el mismo director del filme, James Cameron. Entre Leonardo y Kate nació una importante relación, no sabemos si culminada íntimamente. Porque entre ellos hubo "chispa"; química, que se dice.
La filmografía de Leonardo DiCaprio le deparó otros éxitos, aunque más bien su mito se basa en la imagen que repiten las revistas del corazón, las que vienen contando sus romances. No estamos ante un actor de raza, sino a un guapo de la pantalla, al que le costó ganar un "Óscar". Pero ha ganado dinero, popularidad, tiene casa en Los Ángeles, un apartamento en Manhattan, un chalé en la isla de Belice, y dinero suficiente para estar meses y meses sin trabajar. Cometió una insensatez en 1996, cuando acababa de estrenarse Titanic, reuniéndose con su mejor amigo, Tobey Maguire y otros colegas. Les dio por rodar en un bar una serie de conversaciones eróticas. Sin guión, sólo lo que se les ocurría, recuerdos de todas sus experiencias sexuales. Y con ese celuloide montaron una absurda película que titularon Don´s Plum. Nadie quiso comercializarla en los Estados Unidos, ni en Canadá. En Europa se estrenó, con críticas que la calificaron como horrorosa, sin pies ni cabeza. Hace un tiempo que viene siendo difundida mediante lo que llaman "streaming", o también canales. Leonardo DiCaprio, embriagado, suelta una serie de majaderías, palabrotas y frases sobre las mujeres que se llevó al catre que en nada favorecen a su imagen. Trató, sin conseguirlo, que ese subproducto fílmico desapareciera para siempre. Pero un productor y distribuidor parece haberse enriquecido gracias a tamaña estupidez de Leonardo DiCaprio. Algunos ídolos como él tienen en su biografía esas lagunas. Aunque justo es reconocer que si bien, insistimos, su paso por el cine ha sido gracias a su potente físico, no sería justo regatearle su esfuerzo por ganarse el elogio de los críticos y desde luego el favor del público que no puede olvidar que, antes de Titanic, año 1996, ya destacó en la moderna versión de Romeo y Julieta, así como más tarde, brilló en Atrápame si puedes, Gángs of Nueva York, El aviador, El lobo de Wall Street y la ya citada Érase una vez en Hollywood. Su más reciente trabajo ha sido para la productora Netflix, en una serie que lo ha emparejado con Meryl Streep.