Enfrentados a ocupar el sillón presidencial, quien ostenta ahora ese sillón, Donald Trump, tiene una biografía íntima salpicada de frivolidad y episodios pornográficos, frente a un rival, Joe Biden, al que la vida lo ha tratado duramente, con la pérdida trágica de dos hijos; aunque también se le acuse de algunos actos inmorales. Todo ello es harto sabido por los ciento cincuenta millones de electores, que este martes deciden quién será el mandatario de los Estados Unidos de América.
Donald Trump ya disfrutó durante su juventud de una actividad sexual compulsiva. Aparentemente, sentó la cabeza al contraer matrimonio el 7 de abril de 1977 con Ivana Zelnickova Winklamayr, madre de sus hijos Donald Jr, Ivanka y Eric. Esta checoslovaca era una esquiadora internacional, quien acudió a Nueva York comisionada para promover los Juegos Olímpicos. En una cafetería conoció a Donald Trump, se enrollaron y dieron en casarse. No sabemos si el novio, ya desde luego con un pasado de intensos romances, estaba al corriente del de su mujer, quien se había liado tiempo atrás con otro esquiador, con quien en el lecho ensayaba el mejor de sus "slalom". No sería el único. Después se enamoró de un poeta. Con Donald, nueve meses después de iniciar su idilio, comenzó su vida de esposa, demostrando ser una excelente compañera, en la cama pero asimismo en los negocios de su marido: gestora de sus múltiples empresas inmobiliarias. Tras quince años se divorciaron e Ivana obtuvo una elevada indemnización. Era el año 1992.
María Maples, diecisiete años menor que él, apareció en la vida del "donjuán" que seguía siendo Donald Trump, quedándose embarazada. Y todo un caballero, pero también enamorado de aquella mujer, se casó con ella en diciembre de 1993. La niña que tuvieron se llamaría Tiffany, como la famosa joyería. Trump, nada tonto, firmó antes de la boda un convenio con su segunda esposa: en caso de divorcio ella obtendría dos millones de dólares, pero ni un céntimo más. Recompensa que María se embolsó seis años más tarde de su enlace.
No perdió tiempo Trump y continuó con sus correrías de crápula hasta que quedó fascinado por una rubia eslovena, de nombre Melania Knauss, veinticuatro años más joven. No le importó a ella esa diferencia de edad. La cubrió de joyas, visones y toda suerte de caprichos que ella le demandaba. No le preocupó a Trump que su enamorada tuviera un turbio pasado, con apariciones en pelota picada en algunas revistas. En fin, tercera boda del millonario empresario (que se había ya arruinado dos veces y resurgió de sus cenizas) celebrada en 2005, padres de un varón, Barron William. Y entremedias de ese matrimonio, varias veces cuestionado en el que Melania parece que "pasa" muchas veces de su marido, mientras éste no deja de regalarle cuantiosos obsequios. Así es que mira para otro lado como cuando surgió el escandalazo de una estrella del porno, Stormy Daniels, que chantajeaba a Trump. El encuentro camero con esta mujer le costó bien caro para sellarle su boquita: ciento treinta mil dólares, por uno o varios polvos carísimos. No creemos que Donald haya caído en el mismo error, aconsejado por sus abogados. Pero como se ha entretenido llevando las riendas del poder del país norteamericano, acaso sus pulsiones sexuales hayan disminuido. No sus deseos de seguir en la poltrona de la Casa Blanca.
Su rival Joseph Robinette Biden, llamémoslo en adelante John o Joe Biden como es conocido en Estados Unidos, (y en familia "Tío Joe"), cumplirá este próximo 20 de noviembre setenta y ocho años, cuatro más que Donald Trump, que espera celebrarlos como Presidente de su nación. Natural de Pensylvania, abogado, conoció a su primera esposa, Neilia Hunter, cuando ambos estudiaban Derecho. Se casaron en 1966 y fueron padres de tres hijos. Un trágico golpe del destino, en 1972, lo convirtió en viudo: Neilia y su hija Naomí Christina fallecieron en un accidente de coche, en el que viajaban también sus otros dos hijos: Beau y Hunter sobrevivieron tras superar sus graves heridas. Joe Biden superó aquel inmenso dolor y contrajo segundas nupcias en 1977 con Jill Jacobs, que le dio una hija, Ahsley. Al político aún le esperaba otra dolorosa experiencia, cuando en 2015 su hijo Beau murió a causa de un tumor cerebral.
Sus convicciones religiosas no le impidieron defender una ley a favor del aborto, aunque también alentó otra en la que se oponía a la unión de una pareja del mismo sexo. Y débil y algo libidinoso, fue acusado no hace mucho por ocho mujeres de haberlas sometido a tocamientos en distintas partes del cuerpo. Un sobón, vamos. Peor fue lo de una colaboradora suya en sus tiempos de senador, Tara Reade, que consiguió imputarlo por acoso sexual en los pasillos del Congreso, cuando según el testimonio de ésta la empujó contra la pared, metió sus sucias manos entre la falda y la camisa, hasta penetrarla con los dedos en sus partes más íntimas. Lo sorprendente es que esta valiente Tara Reade haya dicho que, no obstante, votará a su acosador como presidente. Algo masoquista sí que es. Y éste "Tío Joe", no sabemos si arrepentido, pero desde luego de conducta inmoral cuestionable y contradictoria, organizó tiempo atrás una campaña contra todo abuso sexual con las mujeres junto a la imprevisible y escandalosa Lady Gaga.
¿Y quién ganará las elecciones presidenciales? A lo mejor nuestro querido Rappel pudiera decírnoslo. Una sobrina mía, madrileña, Lola, que vive en Florida, me acaba de enviar un mensaje diciéndome que lo mismo que su hermana Ana votarán a Trump, quienes, pese a pensar que es un tipo "deplorable", puede favorecerlas mejor en su empresa que si vence Joe Biden, a quien las encuestas le favorecían últimamente. Este martes saldremos de dudas… si no hay tongo, algo que prevén muchos comentaristas políticos. Si aquí estamos hasta el gorro del dictador Sánchez, en USA tienen también sus problemas. Un chusco, diría: "¡Cómo está el mundo, Facundo!".