Kiko Rivera ha terminado la cuarentena que, tras el positivo por covid-19 de su mujer, Irene Rosales, lo ha tenido aislado en su domicilio durante los últimos diez días. Casi dos semanas en las que el artista se ha convertido en el gran protagonista de la crónica rosa a causa del sorprendente y brutal enfrentamiento mediático que está teniendo con Isabel Pantoja. Un duro cruce de declaraciones y de reproches que han dejado la relación madre e hijo tocada de muerte y que, por el momento, ninguno de los dos está dispuesto a reconducir.
El cantante ha utilizado sus redes sociales para atacar casi diariamente a su madre, pero su último mensaje ha dejado a todos descolocados. Kiko subió una fotografía de cuando era pequeño en la que aparece cogiendo la mano de su padre y la acompañó con unas enigmáticas palabras: "Ojalá estuvieses aquí, papá. Nada de esto estaría pasando. Tengo miedo de encontrarme con la verdad. Pero voy a luchar hasta el final tumbando a quien haga falta tumbar. Si ellos no supieron respetar tu voluntad, si todavía está en mi mano, te juro por Dios que yo lo haré. Te extraño tanto en estos momentos, no sabes cuánto".
La negativa de la tonadillera no sólo a poner en venta Cantora, finca que Kiko heredó de Paquirri, y cuya usufructuaria es Isabel Pantoja, para solucionar los problemas económicos de ambos, sino también a entregarle a su hijo los enseres que le legó su padre, habrían provocado un cisma familiar que tiene difícil solución.
Cansado de que se le tache de mantenido y de que se diga que su madre le ha cerrado el grifo después de pagarle la hipoteca del loft que posee en Madrid, el coche, las multas y otras muchas deudas, Kiko no quiere ni hablar con su madre. Por si fuera poco, su hermano Francisco Rivera declaró recientemente que Isabel Pantoja es una mujer sin corazón y no le extrañaría que se opusiese a la venta de Cantora y que se negase a darle a Kiko las cosas de su padre, como hizo con él y con Cayetano.