De las series de sobremesa emitidas por Televisión Española en los últimos meses, con buena audiencia, es Mercado Central, cuyo inicio se produjo hace justo un año. Su productora ha anunciado que finalizará a mediados de enero del próximo año. Una de las actrices destacadas en ella es María Casal. Tiene una interesante biografía, que ella piensa publicar a modo de memorias en cuanto la ocasión le sea propicia. Entre sus capítulos sentimentales imaginamos que no pasará por alto su divorcio de un cubano y sus experiencias de varios años en Estados Unidos, donde conoció a Steve Spielberg y otros grandes del cine.
María Consuelo Casal Mínguez es hija del gran galán cómico Antonio Casal y la vedette Carmen Mínguez. Su progenitor brilló en los años de la postguerra española, cuando formó compañía con Ángel de Andrés, al tiempo que aparecía en otros espectáculos junto a Tony Leblanc, Gila y otros grandes del humor. Confiesa María que aún gente mayor la paran por la calle para recordar a su padre, sobre quien dice que, de haber vivido más años nunca le hubiera gustado que ella fuera actriz, y se lo hubiera prohibido.
La vocación artística de María Casal no se le destapó sino hacia mitad de los años 70, tras intervenir casualmente en un vídeo musical de Pepe Domingo Castaño. El locutor gallego, hoy en las ondas de la cadena Cope y entonces en la Ser, cumplió uno de sus sueños: fue ocasional cantante unas pocas temporadas. Convenció a María para que le hiciera coros mientras el grababa una versión de "Mariquilla", el éxito de José Luis y su guitarra de 1959. El ofrecimiento surgió en la madrileña Casa de Campo mientras María paseaba con su mejor amiga, hija del entrenador y seleccionador nacional de fútbol Helenio Herrera. Aquel vídeo lo contempló Chicho Ibáñez Serrador, contratándola como azafata de Un, dos, tres... entre 1976 y 1978. Una época feliz, pues los días que no grababan, el equipo hacía bolos por provincias. A pesar de la popularidad que le deparó aquel popularísimo espacio, María Casal era aún reacia a seguir en el mundo del espectáculo, donde más adelante tomo parte en otros programas en calidad de presentadora, caso de Aplauso ya a primeros de la década de los 80.
Cuando en verdad se sintió más convencida de su profesión fue en su debut teatral. En el cine, época del destape, María Casal recuerda que entre las jóvenes de su generación fue tal vez la única que no se desnudó en ninguna de las películas en que intervino. No por pudor, sino porque era muy jovencita, menor de edad, cuando la mayoría estaba establecida en los veintiún años.
Hay trabajos que marcan a una actriz más que otros. Uno fue su paso por Médico de familia hace un cuarto de siglo, aunque sus intervenciones resultaron breves, pero de allí le surgió una serie con mayor participación: Menudo es mi padre. Y entre medias destaca un estreno teatral, Extraños, donde pudo demostrar su talante dramático en un escenario cara al público.
En la primavera de 1984 María Casal contrajo matrimonio con un cubano, Pedro Posadas. La madrina fue su mejor amiga de la época de Un, dos, tres..., otra azafata, la asturiana Beatriz Escudero. No tuvo suerte con aquel enlace y a los seis meses pidió el divorcio, continuando su residencia en los Estados Unidos, que es donde su ex estaba establecido. Cuanto sigue fue en general ignorado en la prensa española de la época. Y es que María permaneció varias temporadas hasta 1989 entre Miami y Los Ángeles, con escaladas a Colombia, enrolada en compañías de teatro en español.
Con ese bagaje artístico cuando volvió a Madrid ya no era aquella azafata de Chicho, sino una actriz notable, eficaz presentadora, capaz de actuar resueltamente ante las cámaras en el papel de enfermera en Hospital Central, Elisa Sánchez, enfrentada en cada capítulo a historias de sangre, dolor y muerte, que le afectaban personalmente. Como resolvió sin problemas aceptar el personaje en La que se avecina: aquella Reyes enamorada de Araceli. De amores en la vida real parece que no quería saber nada hasta que encontró el compañero con quien sigue conviviendo, que la apoya constantemente, al que está muy unida, y cuya identidad protege con el mutismo absoluto. Como no la pillen en la alfombra roja de los premios Goya del brazo de su chico…
De los musicales, destaca Las Leandras, que en los años 40 del pasado libro había estrenado la reina de la revista Celia Gámez. En Mercado Central, la última serie de televisión, que citamos al principio, en la que ha trabajado (el medio en general por el que es conocida) refiere haberse reencontrado con actrices amigas del pasado. Su personaje, Sofía, comentaba que tenía aspectos con los que se identificaba, como lo de expresar lo que siente, aunque sin llegar a ser tan engreída como la han creado los guionistas. Eso sí, graciosa, cariñosa y con un estómago agradecido. En esto último, María ya disiente, porque guarda estrictamente la línea. Y en efecto, se mantiene a sus 62 años espléndida, guapa, vitalista.
Otra faceta suya es la de autora de comedias. Ha estrenado cuatro, la más reciente "Ballenas asesinas". Estando de gira, a la compañía femenina de la que formaba parte le sorprendió la aparición del muy odiado Covid-19. A la espera de reanudar sus representaciones esta mujer encantadora ve pasar los días, sin perder su habitual buen humor y sentido común. Hay que esperar, a ver cuándo pasa "esto", que es lo que comenta la gente sensata, frente a cuantos se sienten "negacionistas" o se van de botellón y sin mascarillas.