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La frustrada luna de miel de 'el Fandi'

El Fandi se ha casado pero no podrá disfrutar de su luna de miel por culpa de la pandemia.

El Fandi se casa. | Instagram

Se ha casado un torero, el Fandi, con la frustración de no disfrutar de la luna de miel a causa de la pandemia, sin destino para irse de viaje con su flamante esposa, Yolanda Ojeda. Quizás dentro de una semana puedan emprender una travesía nupcial a tierras hispanoamericanas, aprovechando alguna de las ferias taurinas que puedan celebrarse en aquella latitudes. La boda la han celebrado con asistencia de un reducido pero selecto grupo de amigos, entre ellos compañeros del diestro, matadores de postín como el Litri, ya retirado, o José Mari Manzanares. Pero los novios prefirieron ocultar su enlace a la curiosidad pública y sólo unos días después dispusieron de su cuenta en Instagram para facilitar a los medios, admiradores o curiosos una imagen de la ceremonia, que tuvo lugar en la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, en Almonte (Huelva), de la que Yolanda Ojeda es muy devota, en pleno Rocío.

Los invitados acudieron al lunch nupcial al cortijo "Los Mimbrales", aquel que hace alrededor de setenta años cantara en coplas "El Príncipe Gitano", fallecido en la pasada primavera en una residencia de ancianos, víctima del coronavirus. Y puesto que el Fandi y Yolanda no se irán de momento de viaje de novios, disfrutarán de su nuevo estado civil en la finca del torero, donde han fijado su residencia, una finca situada en el término municipal de Las Navas de San Juan (Jaén), no muy lejos de la que tienen Enrique Ponce y Paloma Cuevas, quienes por cierto hace veinticuatro años que se casaron. Obvio es comentar que ese aniversario lo han pasado en la distancia, por la deriva sentimental del diestro de Chiva. Ignoramos si Enrique estaba invitado a la boda de su colega el Fandi: en cualquier caso no asistió. Procura por supuesto alejarse de eventos sociales de cualquier tipo, en tanto en el despacho de unos abogados del barrio madrileño de Salamanca lo esperan para firmar el documento del divorcio, que parece ser que sí que ha signado su "ex".

La boda de El Fandi y Yolanda Ojeda | Instagram

Volvemos al el Fandi, que se llama David Fandila Marín y vino al mundo en Granada en junio de hace treinta y nueve años. En su ciudad natal y en toda la provincia, los aficionados taurinos lo adoran. Que nadie hable mal del torero en predios de su tierra. Lo curioso es que en su primera juventud destacó como campeón de esquí. Era un deportista formidable. Esa condición atlética lo ha ayudado en los ruedos, donde se aprecia su sensacional estado físico que le permite destacar en su suerte más notable: la de banderillero. Debutó como becerrista en Armilla (de donde es originaria su paisana, la cantante Rosa) el año 1995. Tomó la alternativa el año 2000. Y continúa en activo, aunque en esta funesta temporada apenas haya hecho el paseíllo alguna tarde.

De el Fandi se ignoraban anteriormente sus amores, pero desde luego siempre tuvo muchas admiradoras: posee un físico atractivo, rostro agraciado, moreno, alto, simpático dentro de su seriedad profesional y de su recio carácter. A Yolanda la conoció hace año y medio. No han contado dónde pero es presumible que fuera en algún ambiente relacionado con el mundillo taurino ya que es hija de un matador de relieve, ya retirado, Paco Ojeda. Recuerdo haber viajado a Lourdes, donde Paco, padre de dos niñas habidas en su unión con María Antonia Marca, hija del ganadero y apoderado José Luis Marca, ya desaparecido, fue a bautizar a una de ellas. Se daba el caso de que Paco Ojeda y María Antonia no estaban casados, convivían desde hace años, ignoro por qué razón o impedimento si lo hubo para contraer matrimonio, que unos años después celebraron. Paco Ojeda sigue en la memoria de los buenos aficionados como un diestro de gran valor, que acortó al máximo la distancia ante los toros, era técnicamente perfecto, con temple, con dominio.

Y si el Fandi tiene un suegro, su padrino en la boda, que demostró su gran pundonor en los ruedos, él, David, no se queda atrás. Pero por dentro va la profesión, que se dice. Y así, supimos de una sincera confesión acerca de cuando está en la puerta de cuadrillas de cualquier plaza, dispuesto a jugarse la vida una tarde más: "En realidad, soy un miedica, un cagón". No demuestra esa actitud. Y ahora, ya tendrá un motivo más para volver al hogar donde le esperará Yolanda, su gran amor, posiblemente el único que ha tenido, que sepamos.

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