El cine británico nos ha dejado una amplia lista de excelentes actores, también de televisión, la mayoría procedentes del mundo teatral. Pero entre ellos no destacaron galanes en las últimas décadas que eclipsaran el nombre de Hugh Grant, quien a sus excelentes actuaciones en la pantalla suma una serie de incidentes, que lo han llevado a la cárcel en más de una ocasión. Su biografía sentimental es amplia, variada, con episodios de ida y vuelta con las mismas mujeres. Padre de cinco hijos, a los que no hace mucho caso, Hugh Grant podría ser protagonista de su propia vida, que más parece un vodevil o comedia de enredos. No sabemos si es más actor cuando se encuentra ante una cámara o detrás de ella, cuando no rueda.
Ahora llega a sexagenario. Nació el 9 de septiembre d 1960 en una clínica céntrica de Londres. Hijo de un vendedor de alfombras ha logrado felices interpretaciones cinematográficas, de las que destacan las de Cuatro bodas y un funeral, que lo catapultó en todo el mundo, Notting Hill, formando una estupenda pareja con Julia Roberts, y El diario de Bridget Jones, en una larga lista de filmes.
Caracteriza a este actor su sentido del humor. Ha sabido expresar en su atractivo rostro la sátira de muchos de sus personajes. Con naturalidad, se muestra bienhumorado, simpático, parlanchín, embaucador siempre con sus mujeres de ficción. Esa es su marca, aunque haya también probado suerte, pero con menos fortuna, en tipos de menos empatía con el espectador. Nada de ello tiene que ver con su auténtica idiosincrasia.
Su notoriedad comenzó en la década de los 90. No tuvo en cuenta ello cuando fue detenido por la policía en Estados Unidos por escándalo público en el interior de un coche donde una prostituta le practicaba una felación. No se entiende su actitud. Un galán de cine tan conocido ¿precisaba de ese servicio sexual pudiendo haberse llevado a la habitación de un hotel a alguna de sus muchas admiradoras que accedieran a irse con él a la cama por propia voluntad, sin tener que pagar a una profesional del sexo? En su descargo acaso sólo podía defenderse alegando que ese día estaba borracho.
No ha sido la única vez, que sepamos, con problemas en la calle. Lo llevaron a una comisaría, arrestado por pegar a un paparazzi. Su furibundo odio a los reporteros es algo sabido. Pero una vez en Roma se equivocó cuando, en compañía de su mujer, advirtió que los filmaban. Creyendo que quien tomaba unas imágenes enfocaban a la pareja, se dirigió con malas pulgas hacia la supuesta reportera, que resultó ser una profesional que realizaba un reportaje sobre ese barrio romano, sin darse cuenta de que en ese momento paseaban ante su objetivo Grant y su esposa. Hay otros incidentes que lo retratan como una persona de mal carácter, irascible. La prensa británica se cebó con él, lo tuvo a menudo en las portadas de los tabloides londinenses, siempre con ocasión de algunos de sus malos modos. Y hasta lo espiaron, grabándole conversaciones privadas. Hugh Grant denunció a esos periódicos y esta vez, sí, con toda la razón del mundo, ganando un par de juicios; fue indemnizado y tuvo el buen gesto de donar el dinero recibido a varias instituciones benéficas. Mas ello revela hasta qué punto el actor no goza del favor de los medios informativos ingleses, al menos de la prensa sensacionalista.
Volvió no hace mucho a aparecer en las páginas de sucesos, cuando denunció que le habían robado las pertenencias que tenía en su automóvil: lo que más le importaba era un guión de cine. Ya es mala suerte que los ladrones la tomaran con Grant. Quien a todo ese historial de persecuciones periodísticas, rabietas, enfrentamientos con los reporteros y denuncias contra los diarios hay que añadirle sus cuitas amorosas, que han alimentado no pocas historias plasmadas con todo detalle en esos periódicos que detesta. Pero es que él, con su conducta, se ha ganado a pulso ser objeto frecuente de infinidad de reportajes, con su intimidad revelada en cientos y cientos de páginas, lo que no ha podido impedir. Digamos en su haber que, desde que contrajo matrimonio hace dos años, ha limado sus asperezas, su malhumor, y al menos de cara a la galería parece haberse calmado y ya no da de qué hablar en su contra a los periodistas que tanto aborrece.
He aquí su biografía sentimental, al menos de las mujeres que se conocen han estado entre sus brazos, suponiendo que han sido más, docenas las que, ajenas al conocimiento público se ha llevado al catre. Entre 2004 y 2007 convivió con una aristócrata, Jemina Khan, quien se destacó por su activismo político radical, lo que sin duda salpicaba al actor. Como quiera que Hugh Grant ha vivido mucho tiempo en los Estados Unidos, entre Nueva York y Los Ángeles, allí se sitúan algunas de sus conquistas, como la de una empleada en la sede de la ONU llamada Kasia Komorowicz. También otros romances con las diseñadoras Catherine Fulmer y Amber Diane Sainsbury.
De nuevo en su ciudad natal, Londres, tuvo un encuentro en un restaurante chino con la recepcionista Tinglan Hong. Supo con su labia el galán "llevársela al huerto" y fue su amante una larga temporada, resultado de lo cuál tuvieron un hijo, que registraron como Tabitha, aunque la madre lo llamó Xiao Xi, que quiere decir en su idioma Grata Sorpresa, lo que encajaba a la perfección en este caso. Eso sucedía en 2011. Pero un picaflor como Hugh Grant no se conformaba con fornicar junto a la chinita, pues se enrolló con una productora de la televisión sueca, la rubia Elisabet Eberstein, sólo un año después. Fue tan intensa esa nueva relación que Grant fue de nuevo padre, de otro varón al que bautizaron como John, que es el segundo nombre de pila del galán (Hugo John Mundo Grant en su pasaporte).
El seductor impenitente que es nuestro amigo, creyendo quizás estar interpretando una de sus películas, tuvo un acceso nostálgico en su corazón, acordándose de la recepcionista china. Fue a su restaurante, le dedicó una serie de zalamerías, suponemos diría que no dormía acordándose de las magníficas noches a su lado entre las sábanas, y Tinglan Hong accedió a reanudar aquel apasionado ligue. Era 2013 y a los nueve meses de aquel reencuentro nació Félix.
Pero Hugh Grant, entre que viajaba a menudo y de paso también se hartó de estar con la china, tuvo otro sueño, recordando que la sueca Anna Elisabet estaba muy bien de cuerpo, que fue muy dichoso con ella y que no se merecía "haberle dado puerta" como él hizo. Total, llamada telefónica, mil perdones, no te haré una putada más… y reconciliación. Brindaron con champán, que es como se hacen estas cosas, el galán perdonado, visita urgente a la alcoba y en diciembre de 2015...¡bingo!, les nació otro varón. Ya era Hugh padre de cuatro hijos, de dos mujeres diferentes. Con las que vivía relaciones de ida y vuelta. Para "desempatar", tres años más tarde tuvieron otro chaval. Para entonces, la fogosidad del galán había disminuido y ya no le era, imaginamos, infiel a la sueca que compartía su vida. En un momento de romántica entrega, Hugh le puso a Anna Elisabet un anillo valioso de compromiso entre sus dedos. En una palabra, casados en mayo de aquel 2018: pasaron por un juzgado y se dieron el sí. Por el momento, ya dijimos que Hugh Grant parece un bendito y es un marido modelo. Lo de ser padre lo lleva peor.