Fue un "sex-symbol" mediados los años 60, durante una década y aún hoy, cuando este sábado 5 de septiembre alcanza la venerable edad de 80 años, Raquel Welch puede presumir de tener un físico no muy habitual entre mujeres de su edad. Se cuida, practica yoga a diario, mantiene una alimentación saludable, pero qué duda cabe puede sentirse afortunada, pues no aparenta lo que fija el calendario. Nació el 5 de septiembre de 1940 en Chicago, Illinois. En el seno de un matrimonio formado por una norteamericana y un boliviano, ingeniero aeronáutico, que la educó de manera severa. Hemos consultado sus datos biográficos encontrando un dato que no sabemos si fue o no real: que su padre la obligó a hablar siempre en inglés pero no en español. Muy jovencita quiso ser modelo, lo que practicó hasta presentar un programa de televisión local.
Llevada de su ambición que presidió toda su vida artística consiguió ser figurante en una de las primeras películas de Elvis Presley y después tuvo breves intervenciones en programas televisivos. Hasta que encontró su punto de arranque como protagonista en 1966 de Un millón de años, donde incorporaba el personaje de una cavernícola, Loana. Se rodó en las Islas Canarias, la primera vez que visitó nuestro país.
Pareja de grandes actores (James Stewart, Charlton Heston, Frank Sinatra, Marcello Mastroianni, Vittorio de Sica, Robert Wagner, Richard Burton, Dean Martin, Jean Paul Belmondo, entre otros), su paso por el Séptimo Arte le proporcionó, gracias a su sensacional anatomía, una indiscutible notoriedad, que se tradujo en un sobrenombre en la mencionada película de ciencia ficción. Como quiera que en Hace un millón de años mostraba en la pantalla un minúsculo biquini, la apodaron "El Cuerpo".
Retornó a España en 1968 para protagonizar 100 rifles en tierras de Almería. La llegada de Raquel Welch primero al aeropuerto Madrid-Barajas estuvo precedida de incidentes. Una veintena de reporteros esperaban a la estrella pero ésta, no sabemos si por dar la nota y organizar un lío publicitario, la emprendió con un fotógrafo del diario "Informaciones", estampándole un botellazo en la cabeza, lo que supuso para el periodista gráfico que le practicaran una cura urgente, con varios puntos de sutura. Ni qué decir que la diva no abrió la boca ante la insistencia de los periodistas. Y luego emprendió otro vuelo rumbo a Almería. Dos días más tarde tuve la fortuna de que me recibiera durante una hora en la "suite" que ocupaba en el hotel Aguadulce. No contaré cómo obtuve aquella exclusiva, pero sí que resultó la única entrevista que Raquel Welch concedió a un periodista español entonces. Por supuesto que me fotografié a su lado, no fuera a pensar nadie que me había inventado el reportaje. Le pregunté si era cierto que de jovencita tenía una enfermedad en las piernas, como se decía en una biografía publicitaria. Se sonrió: "Eso fue una mentira del departamento de promoción de una productora. ¿Usted cree que tengo huellas de esa supuesta dolencia?". Se levantó su minifalda para demostrármelo. Por poco me da un "yuyu"… Y nos reímos los dos. Para colmo, al despedirnos, me dejé olvidado mi bolígrafo, que no era un Bic precisamente, sino de plata. Llamé a la puerta, y como estaba sola, abrió y sólo acerté a musitar: "Please… my pencil...". Y de nuevo una mueca comprensiva de ella, comprensiva y otra mía, algo aturdido.
En el rodaje de "100 rifles" Raquel Welch, aunque conmigo estuvo tan simpática (y me guardo el porqué) llegó un día tarde, se lo echó en cara el ayudante de dirección, Sempere, y ella le soltó una sonora bofetada. Negáronse a trabajar entonces todos los del equipo técnico. Raquel hubo de salir de su "roulotte" y pedirles disculpas.
De aquella película recordamos otras anécdotas. Sancho Gracia, que ocupaba un papel destacado en el reparto, se enredó con ella, revolcón incluido.. Y el marido de la estrella, celoso pero temiendo que le estaban poniendo los cuernos, persiguió pistola en mano al actor por todo el hotel Aguadulce. Sin dar, afortunadamente, con su paradero. También llegó al catre de Raquel Welch otro actor español, el almeriense Aldo Sambrell, barbudo especialista en "westerns". Para concluir estos episodios, aquel malencarado marido de Raquel, Patrick Curtis, que oficiaba de representante artístico de su mujer, le dio por armar un follón en el vestíbulo del mentado hotel, profiriendo insultos a la Guardia Civil. Un par de números presentes, ignorando lo que soltaba por su boca, en inglés, el encolerizado Curtis, enterados al fin de lo que gritaba, se lo llevaron al cuartelillo, en compañía de Raquel Welch. El incidente no tuvo después apenas trascendencia en la prensa, pero no me digan que el asunto no tenía su aquel tratándose de "El Cuerpo"… que es como se denomina al de las muy queridas fuerzas del Orden Público.
Y ya que hemos citado a uno de los esposos de Raquel Welch les contamos que se casó por vez primera muy jovencita, a los diecinueve años, con un antiguo compañero de colegio, James Westley Welch, en 1959. Raquel, que se apellida Tejada, acabó tomando el apellido de James para su carrera cinematográfica. Fueron padres de dos niños, Tahnee y Damon. La niña tuvo luego una breve historia en el cine. Cinco años después de aquel fallido matrimonio, cuando ella se embarcó en su profesión para desesperación de su marido, que no lo consentía, se divorciaron. Entre 1967 y 1972 estuvo casada con el ya citado Patrick Curtis, que era un tipo antipático, bocazas y muy agresivo, como hemos referido. André Weinfield sería el tercero de sus parejas, entre 1980 y finalmente contrajo un cuarto y último matrimonio en 1999 con el restaurador Richard Palmer, veinte años menor que ella, unión que duraría hasta 2011. Después no se le han conocido otros acompañantes.
Volvió a rodar en 1971 en Almería. "Hannie Coulder" se titulaba el filme y en España "Ana Coulder". Un "western" que pasó sin pena ni gloria por las taquillas, que la crítica calificó de mediocre. Allí tenía una intervención discreta la en otro tiempo escandalosa Diana Dors. Robert Culp, el de "Yo soy espía", era el galán de la Wech. Y en 1974, en exteriores de Madrid y alrededores, apareció junto a un nutrido grupo de primeras figuras en una nueva versión de "Los Tres Mosqueteros". Conste también que en la Navidad de 1985 recibió una sustanciosa cantidad por anunciar en un artístico vídeo un cava en los estudios barceloneses de Leopoldo Pomés. A Almería volvió mucho tiempo después Raquel para recibir un homenaje en su festival de cine. Y en otro de Valencia. Ya en tiempos en los que su cotización había descendido considerablemente. Aún así intervino en otras películas hasta completar las treinta y tantas que, a día de hoy, reúnen su filmografía, la última de 2017, "How Be a Latin Lover", cuyo reparto estaba encabezado por Salma Hayek y Rob Lowe. Como curiosidad, en 1970 fue protagonista de "Myra Breckinridge", donde personificó a un transexual. ¿Podía ser creíble en ese cometido una mujer despampanante como ella? Por dinero, imaginamos, aceptaría aquel estrambótico papel.
En los últimos años, Raquel Welch ha comparecido en la pantalla ya en personajes de menos entidad o en series de televisión, que es como siempre decimos es el refugio de las estrellas del pasado. Pero como ella ha sido siempre mujer emprendedora se gana muy bien la vida promoviendo artículos de cosmética, pelucas y gafas, y participando de la empresa que los fabrica. También escribió un par de libros, uno con sus consejos de belleza y otro de corte autobiográfico, titulado Más allá del escote. Porque con él lucía su poderoso busto, amén de sus bien torneadas piernas. Ya dijimos al principio que a sus ochenta años que cumple ahora cuántas féminas la envidiarán contemplando sus imágenes actuales. Y de amores, parece que se ha jubilado, o no los cuenta, si es que los tiene. Ya disfrutó lo suyo en ese sentido...