Chábeli, la primogénita de Julio Iglesias, cumple 49 años este 3 de septiembre. Ha cambiado de actitud respecto a sus muchas apariciones en las revistas del corazón. De aquel pasado nada quiere saber. Prefiere llevar una vida hogareña, como ama de casa, pendiente de su segundo marido y de los dos hijos del matrimonio, en su residencia de Miami. La que sigue, es la historia condensada de quien fue protagonista muchos años en la prensa rosa, sólo por el hecho de ser hija de un cantante famoso.
María Isabel Iglesias Preysler nació en Cascaes, Portugal, a los pocos meses de la boda de sus conocidos progenitores. No era "sietemesina", como pensaron algunos: simplemente ocurrió que Isabel Preysler se casó con Julio Iglesias estando embarazada. Y el nacimiento se produjo en el vecino país luso no porque la veinteañera mamá estuviera allí de vacaciones. Es que los papás de su primogénita decidieron en vísperas del nacimiento el 3 de septiembre de 1971 que era mejor sucediera fuera de España para evitar cierto acoso de la prensa. Aunque por entonces la popularidad de Julio Iglesias más bien era discreta. Y diré por qué.
Encontrándome en tierras levantinas en un festival de Puebla de Farnals, donde actuó Julio Iglesias entre otros invitados de la canción, tuvimos una conversación en Valencia donde el intérprete madrileño se quejó de que en la revista donde yo había publicado su breve biografía, entonces en tres capítulos, le hiciéramos poco caso. Menos le hacían en ¡Hola! y otras publicaciones. Estaba claro que no protagonizaba ninguna historia interesante para los lectores. Le sugerí que por qué no posaba junto a Isabel Preysler y la niña. Aceptó. Hube de recorrer bastantes kilómetros, desde la capital del Turia hasta llegar dos días después de aquel acuerdo al chalé que había alquilado en Torremolinos, frente al aeropuerto malagueño. Allí veraneaba el creador de "La vida sigue igual". Era verano. La pequeña no había cumplido aún el año de vida. En el jardín posaron los tres. Observé que sus padres la llamaban Chabeli, sin acento. Y como tal, así lo escribí luego. Era la primera vez que la pequeña aparecía en un reportaje familiar, comienzo de una interminable historia posando en las publicaciones del corazón, donde, no sabemos por qué, ella empezó a ser conocida ya como Chábeli, con acento. El apelativo venía de México, donde las llamadas Isabel son familiarmente Chabela. Recuérdese el caso de Chavela Vargas, que en este caso se escribe con uve. Comentarios gramaticales al margen, el caso es que la hija de Julio Iglesias sería como decimos objeto permanente de los reporteros.
A poco de que secuestraran al doctor Iglesias y tras su liberación, el cantante tomó la determinación de que sus tres hijos se establecieran en Miami, bien protegidos. En principio en la mansión de Indian Creek del cantante, y finalmente en la casa de su hermano Carlos, adonde también se fue a vivir la madre de ambos porque, muy piadosa siempre, no toleraba la libertina existencia de Julio, con sus constantes líos amorosos. Por el casoplón de Indian Creek desfilaban a diario modelos conquistadas por éste, algunas de las cuáles olvidaban su ropa íntima, dejándola tirada por la habitación del cantante, lo que a doña Rosario de las Cuevas le parecía una indecencia.
Así es que, a partir de sus diez años, Chábeli fue creciendo, educada por su abuela paterna y la tata, al igual que sus dos hermanos. A su padre lo veían muy de tarde en tarde, por culpa de sus constantes viajes. Eso sí: él le compuso una bonita canción, muy sentimental: "De niña a mujer", por entonces, año 1981. Chábeli recordaba que en época navideña o cuando él tenía que promover algún disco ordenaba que sus tres hijos estuvieran listos, muy bien vestidos, para posar a su lado. Imágenes tomadas por el reportero de ¡Hola! Jesús Carrero, que fue largo tiempo el elegido para esos reportajes. Con razón Chábeli contaba, ya mayor, que papá se había servido de ella y sus hermanos cuando le convenía, para que muy sonrientes y obedientes siguieran las instrucciones del fotógrafo mentado.
Espabilada adolescente, rebelde, tomó un día Chábeli la decisión de "poner el cazo" cuando le solicitaban entrevistas. Y así inició su escalada hacia la popularidad sin aportar "curriculum" alguno. Sus estudios eran básicos, mínimos; tampoco deslumbraba con un físico especial. Era la hija de Julio Iglesias y eso bastaba para cobrar ingentes cantidades de dinero, con un representante que las gestionaba con las revistas y los programas del corazón, especialmente el de la Televisión Autonómica Valenciana, Tómbola. No contaba nada interesante, alguna anécdota, bobadas. Pero percibía más emolumentos que un profesional de la medicina o el periodismo en un año, pongamos como ejemplo.
En todo caso, Chábeli decía algún chisme sobre sus novietes: Antonio Garrigues Mianda, Pablo Hohenlohe, Alfonso Goyeneche, Pedro Pinto Coelho, Ramsés Trujillo… Una lista que alcanzó alrededor de la decena con los que estrenaba sus primeros amores. Hasta que se tropezó con Ricardo Bofill Jr., hijo del arquitecto de igual nombre y la actriz Serena Vergano. El muchacho aún no había acabado sus estudios de Arquitectura y lo que le gustaba era la juerga diaria, estimulado por lo que le apeteciera en las discotecas de moda. Simpatizaron enseguida. Chábeli ya era mayor de edad, quería vivir a tope su independencia y se casó con aquel "play-boy" de medio pelo, a disgusto de sus padres. La pareja sacó buen provecho de la boda y la luna de miel: unos cuantos milloncetes, que se pulieron en un abrir de ojos. Chábeli se arrepintió de aquel bodorrio. Y cuando su inestable marido volvía tarde al nido familiar muy a menudo y la desatendía ya vio claro el camino del divorcio. La unión había durado tres años, desde 1993 a 1996.
Por supuesto que la separación, el divorcio y los años siguientes dieron tema para ser perseguida por los "paparazzi". Ella sacó tajada de la situación, confiando siempre en su revista de la madrileña calle de Miguel Ángel, a la que no importaba, dados sus abultados beneficios, satisfacer el ansia recaudatoria de la hija de Julio, que ya no tenía que ser denominada así, pues brillaba con luz propia. Podía ser reconocida, recordando a Miguel de Molina, como "La bien pagá".
Y como era enamoradiza al fin encontró al hombre que la redirigió y acabó con ciertas veleidades de Chábeli: el empresario Christian Altaba, con quien se desposó en 2001. Esta vez la boda no tuvo las alharacas que en su primer enlace. Por cierto, que tuvo a su primer bebé prematuramente, a poco de superar el quinto mes de gestación. La rápida intervención de los ginecólogos que la atendían solucionó aquel difícil parto.
Después de vivir en Los Ángeles, tras ese matrimonio, se estableció en Miami, donde ha tenido dos casas, la última en Pinecrest, en el condado de Miami-Dade distante algo más de media hora en coche de los chalés de sus hermanos, Julio José y Enrique, con quienes se lleva muy bien y con los que se reúne sobre todo cuando alguno de los dos actúa en Florida. En cambio, a su padre sigue viéndolo poco, como antaño.
A España no viene mucho Chábeli. Lo hizo en 2015 para promocionar una colección de la joyería Suárez, de la madrileña calle de Serrano, en la que su mamá, Isabel Preysler, ejercía antes ese cometido. Ni que decir que una treintena de fotógrafos y cámaras de televisión se abalanzaron sobre Chábeli como si aquello fuera el acontecimiento del siglo. Y ya no la contemplamos más en las revistas, salvo en 2017, cuando acudió con su clan familiar a la boda de su hermana Ana Boyer con el tenista Fernando Verdasco en la isla de Mustique.
Cansada de tanto ajetreo revisteril, y sin ganas de seguir cobrando sólo por sus posados, decidió hace tiempo llevar una vida totalmente ajena a su pasado. Tampoco es que tenga ahora tanto "gancho" informativo. Le encanta la vida hogareña, la atención a su marido y a sus dos hijos, Alejandro, que ya tiene dieciocho años, y Sofía, de ocho. Sólo un incidente supimos de este segundo matrimonio de Chábeli, cuando en 2007 denunció a Christian Altaba por malos tratos. Pero se reconciliaron pronto y no han vuelto a aquellas andadas. Así es que podemos decir sobre Chábeli ¡quién te ha visto y quién te ve!, por su extraordinario cambio. En cambio, su hermana Tamara Falcó, "chupa rueda" y es, tras su fulgurante paso por MásterChef, "la princesa de los fogones". No pasará mucho tiempo sin que desbanque a su mamá como "reina de los corazones". Será el eclipse definitivo de quien lo tuvo todo o casi todo en la prensa rosa. Tiempo al tiempo...